Si alguna vez te has preguntado angustiado por qué se nos olvida lo que íbamos a decir, debes leer el siguiente texto para estar tranquilo.
Quien no haya olvidado lo que iba a decir cuando ya tenía las palabras en la punta de la legua, o que no tenga lapsus en que se olvida lo que tenía que hacer… no es humano. ¿Por qué se nos olvida lo que íbamos a decir, hacer o llevar a algún sitio? ¿Por qué el cerebro nos juega estas fechorías, a veces en momentos de lo más inoportunos?
La medicina nos dice que estos momentos son normales, pues se trata de una función normal del cerebro que nada tiene que ver con algún posible deterioro cognitivo o pérdida de memoria. Es probable que el cerebro haya desarrollado esta función como un proceso evolutivo o de adaptación que le permite hacer una pausa y resetearse para centrarse en una tarea nueva.
La importancia del descarrilamiento del tren de pensamiento
Por ejemplo, cuando nos disponemos a hacer o decir algo y ocurre algo en ese momento (una llamada telefónica, una interrupción de otra persona, u ruido inesperado), el cerebro se centra de repente en ese distractor y frena su atención en la primera tarea. Es a lo que los expertos denominan el ‘descarrilamiento del tren de pensamiento’, según un estudio publicado en Nature Communications. Este proceso podría tener una función vital: ponernos en alerta de un posible peligro.
Esta disminución de la velocidad del pensamiento que nos distrae de lo que estábamos haciendo, le permite evaluar al cerebro alertarse ante el distractor y evaluar su importancia entre el mismo y nuestros primeros pensamientos.

Un estudio del neurocientífico Adam Aron, de la Universidad de California, en San Diego, en colaboración con la Universidad de Oxford, sugiere que el mecanismo que interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo es el mismo que participa en la interrupción del movimiento de nuestro cuerpo.
Otra de las causas de estos despistes cotidianos tiene que ver con la ubicación espacial.
“La memoria se codifica en un lugar determinado. Si estoy en el salón y voy a la cocina a por unas tijeras, cuando cambio de estancia ya he salido del lugar donde se creó el recuerdo, por lo que este se desvanece. Si no recuerdo que he ido a por las tijeras, la mejor técnica es volver al salón”, añade Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en salud cerebral.
También hay que prestar atención a la falta de atención
Además de lo expuesto, los fallos en la memoria se deben a una falta de atención en lo que estamos haciendo. Es probable que cuando extraviamos algo o nos olvidamos de llevar a cabo una tarea, estemos atentos a otra clase de estímulos que nos hacen perder el enfoque.
Es imposible llevar a cabo algo con éxito si no prestamos la suficiente atención. Es probable que se nos olvide aquello que simplemente no nos interesa o que no nos da la satisfacción o recompensa que otros estímulos sí lo hacen.
No basta con que los sentidos perciban información: el cerebro no puede consolidar ninguna información sensorial sin lo que los expertos denominan “entrada neuronal de la atención”.

Algo llamado memoria retrospectiva
Supongamos que estás a punto de ponerte a hacer ejercicio en casa, pero te has olvidado tu vaso de agua en la cocina. Te diriges a ella y en el trayecto comienzas a recordar otros asuntos o a distraerte en actividades de la cocina. Regresas a hacer ejercicio y en ese momento recuerdas que te dirigías por tu vaso de agua.
En este caso, te acuerdas de tu propósito inicial cuando asocias el ejercicio con tu hábito de beber agua. Este es un ejemplo de lo que se llama memoria retrospectiva, la cual crea un recuerdo con la intención de hacer algo más tarde. Pero no funciona si no asociamos lo que queremos recordar a un contexto.
Ahora que ya sabes por qué se nos olvida lo que íbamos a decir, no te sientas mal cuando esto te ocurra.
SIGUE LEYENDO:
Descubre qué pasa en tu cerebro al convertirte en papá
Bailar podría evitar que tu cerebro envejezca