Tanta amabilidad no es de fiar, te contamos por qué huir de este tipo de personas.
Todos hemos sido víctimas de una trampa escondida detrás de una sonrisa impoluta y un “por favor” que no pudimos rechazar. Pero no pasa nada, en parte es inevitable pasar por ese trámite. Eso sí, para la próxima vez podremos aferrarnos a una explicación lingüística realizada en la Universidad de Colorado en EE.UU. que revela que un lenguaje de extrema amabilidad y cortesía suele ir acompañado de una intención oculta que normalmente no es muy sincera y pura. Exacto, la maldad se esconde detrás del “gracias” más rotundo.

(Pregúntate por qué tanto halago repentino)
Ojo, no debemos confundir la buena educación con la mala intención, ya que la primera no tiene nada de detestable. ¿Dónde viene el problema? Nos hemos vuelto “extremadamente calculadores y observadores de nuestro entorno” y no precisamente de una buena forma. Tendemos a estudiar lo que nos rodea, comparar y cambiarlo por lo que tenemos de forma rápida y sin remordimientos a posteriori. ¿Es esto sano?
La persuasión y la manipulación nos rodean, es un hecho, pero ¿cómo evitar una mentira a tiempo? El lenguaje no verbal hablará por ellos de forma inconsciente: sudoración, nerviosismo y un tartamudeo o ritmo de habla poco natural serán señales de que nos quieren dar gato por liebre.
NOTA RELACIONADA: 10 secretos de lenguaje corporal que te servirán en tu día a día.

(La peor de las traiciones se esconde tras una amable sonrisa)
Asimismo, desconfía de los halagos repentinos, si no quieres caer en la denominada “atmósfera propiciada” para caer en la mentira. Pregúntate por qué tanta palabra amable y bonita y no dudes en ser claro en cuestionar sus intenciones, preguntar un “¿deseas algo?” sesgará sus segundas intenciones.
Es por eso que una palabra sincera, una frase rotunda o una aclaración a tiempo será el mejor de los ataques ante mentirosos. Be careful, my friend.
Crédito de foto: Warner Bros/ Giphy