La tardes del viernes, el hashtag #Maldito3erLugar se posicionó como tendencia en Twitter después de que México se convirtiera en el tercer país con más muertes asociadas a la pandemia del nuevo coronavirus tras superar al Reino Unido.
Con el último corte ofrecido por las autoridades de ambas naciones al 30 de julio, México acumula un total de 46 mil casos desde el inicio de la pandemia, mientras el Reino Unido es el país con más muertes por el virus en Europa, con 45,999.
La tendencia se posicionó con comentarios que debatían sobre el polémico manejo de las autoridades de salud en México de la pandemia, después de que tanto el número de contagios como de muertes se mantenga estable, sin disminuir notablemente su ritmo desde hace un par de meses.
El número de decesos en territorio nacional sólo es superado por Brasil y Estados Unidos, con 152 mil 940 y 91 mil 263 muertes, respectivamente.
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En medio de este contexto y después de que el mundo está por cumplir ocho meses desde el principio de la pandemia…
¿Cuál es el camino a seguir para disminuir los contagios y poner fin a la cifra de muertes, a punto de alcanzar las 680 mil víctimas mortales?
Aunque las noticias sobre el desarrollo de vacunas y la efectividad que manifiestan en fases experimentales son esperanzadoras, la realidad es que conseguir una inmunización efectiva y segura contra el coronavirus no es una posibilidad real en el futuro inmediato
De ahí que la fórmula para lograr una caída definitiva en los contagios a nivel mundial esté en nuestras manos y dependa de la responsabilidad con la que afrontemos esta crisis.
Hace una semana, Robert Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) realizó una declaración polémica, pero acompañada de evidencia científica:
En una entrevista para la Journal of the American Medical Association, Redfield apuntó que “el uso masivo de cubrebocas permitiría que la pandemia de COVID-19 estuviera bajo control en cuatro, seis o como mucho en ocho semanas’.
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La declaración provocó una oleada de iniciativas que intenta concientizar a la gente para quedarse en casa y si no es posible, utilizar cubrebocas en todo momento que estén en la calle y el espacio público.
Aunque el escenario descrito por Redfield depende de distintas variables complejas, lo cierto es que el uso masivo de cubrebocas en las calles provoca una disminución en los contagios y por lo tanto, en la mortalidad por coronavirus en aquellos lugares donde se utiliza correctamente.
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