Las obras de Fabio Morábito reflejan a un hombre que nació en Egipto, de padres italianos y que vive en México. Su acento al hablar revela el recorrido que ha hecho por el mundo y rescata lo mejor de cada cultura, amplía su visión y se centra en lo primordial: las historias, el lenguaje y la imaginación. “Desde muy chico escribía versitos. Me gustaba mucho la sensación de estar frente a una página en blanco y dejar un trazo de tinta. Yo leía bastante, por influencia de mi madre, y así noté la capacidad de un libro para sacarte de tu entorno y la realidad”, dice el autor.
Fabio Morábito no tiene la mirada engreída de un escritor que ha publicado libros desde hace 30 años, sino un brillo infantil en los ojos que cuadra bien con su voz pausada. Es amable. Sonríe con cada pregunta: “No importa el mundo en el que estés, sino el que imaginas”, dice cuando le pregunto por El idioma materno, su nuevo libro de relatos breves.
Es un escritor con lectores fieles: resulta fácil enamorarse de sus libros al leer las primeras líneas de éstos. Su trabajo abarca ensayo, poesía y cuento. Por el ritmo de sus textos, es clara la influencia de la lírica en su trabajo.
En El idioma materno hay referencias a varios libros y escritores. Son relatos cuyo hilo conductor es la percepción del autor con respecto a la lengua, y son tan sarcásticos como astutos. En 84 textos de tan sólo 2,000 caracteres —originalmente publicados en el periódico argentino El Clarín— Morábito entrelaza recuerdos, reflexiones e historias ficticias con personajes clásicos de la literatura, como Anna Karenina —de León Tolstói— o Gregor Samsa —de Franz Kafka— para rendir cuenta al lector de sus cuestionamientos en torno a la escritura.
Dice Morábito que en esos textos, que escribía una vez al mes, se preocupó por la vocación de los escritores y siempre tuvo un objetivo claro: “Quería contestar algunas preguntas: ¿Por qué me convertí en escritor? ¿Hice bien o hice mal? Lo hice tal vez con la ilusión o la idea de que podría encontrar un hecho determinante. Me sorprendió no encontrar uno, sino muchos, y entre esos otros olvidé el verdaderamente crucial”.
El autor dice que su libro surgió de la penúltima historia que integra el volumen, “Libro en llamas”, que recupera una anécdota de su juventud: cuando decidió arrancar las páginas de un tomo que recién había leído para mantener viva una fogata en la playa. Eso provocó la indignación de una mujer, quien rescató las hojas y lo reprendió por tremenda atrocidad. El relato, dice el autor, sintetiza la dicotomía “amor-odio” que despiertan los libros.
Para disfrutar por completo de la escritura de Fabio Morábito hay que tener claro que sus textos se componen de dos capas: una superficial, donde los relatos parecen meras anécdotas humorísticas; y otra más profunda, donde realiza reflexiones serias en torno a la palabra. Y aunque los textos de El idioma materno son breves en comparación con la narrativa convencional —un párrafo mediano por cada apartado—, Morábito dice que su prioridad no es llenar espacio, sino dar rienda suelta a la imaginación.
El idioma materno
Este tomo de relatos breves es el primer libro que el escritor mexicano publica con Sexto Piso.
Fotografías: Horacio Castillo y cortesía