Es el campeón de peso pesado y este mes defenderá su título en México. Es también un ciudadano estadounidense que insiste en hablar en español y tiene tatuada una Virgen de Guadalupe en el torso.
(Descripción de foto: El campeón en el hotel en Miami donde se realizó la entrevista.)
Fotos: Alessandro Bo
Caín Velásquez usa protector bucal verde, blanco y rojo cuando pelea en el torneo de artes marciales mixtas de la ufc, el más importante del mundo. Es el campeón de peso pesado y este mes defenderá su título en México. Es también un ciudadano estadounidense que insiste en hablar en español y tiene tatuada una Virgen de Guadalupe en el torso. En su pecho se lee “Brown Pride”.
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Caín Velásquez el campeón del mundo de pesos pesados de la ufc (Ultimate Fighting Championship), el torneo de artes marciales más importante del planeta, habla un español poco fluido pero luce un tatuaje de la Virgen de Guadalupe en un costado. Aunque es estadounidense prefiere, sin dudarlo, un taco estilo Sonora —con la col coronando la carne asada— que cualquier hamburguesa. De todo el repertorio musical que podría haber elegido para saltar a un octágono rodeado por una jaula de metal, se ha inclinado por llegar al ring escuchando a Vicente Fernández cantar “Los Mandados”:
Por Mexicali yo entré
Y San Luis Colorado Todas las líneas crucé
De contrabando y mojado Pero jamás me rajé
Y me venía del otro lado
La canción de Chente le recuerda a su padre e ídolo, Efraín, quien nació en San Luis Río Colorado, la pequeña ciudad sonorense de frontera que se menciona en esta estrofa.
“Cuando él tenía 18 años soñaba con ir a Estados Unidos para trabajar, así que decidió cruzar la frontera por el desierto. Muchos que hicieron lo mismo que él murieron, pero mi papá sabía por dónde caminar y moverse. Aunque la migra lo deportó muchas veces él siempre volvía a intentarlo. Es como en este deporte: trabajas muy duro para merecer el sueño que tienes”, dice Caín.
El campeón de la ufc entró hace unos minutos a la suite de un hotel de Miami acompañado de uno de sus entrenadores. Los dos hablan un inglés impecable, pero Velásquez siempre se esfuerza para responder en español cuando oye que alguien le habla en el idioma de su familia. Le importa más la cortesía con el entrevistador de la revista mexicana que la complejidad de su discurso.
Entrenó por la mañana en el gimnasio del hotel para continuar su preparación del combate contra el brasileño Fabricio Werdum, que se disputará este 13 de junio en la Arena Ciudad de México y donde pondrá en juego su título. Mientras hacía pesas, un fan le dio una galleta de la suerte, de esas que se regalan en los restaurantes chinos después de la comida. Saca de su bolsillo el papelito con el mensaje y, entre risas, lo muestra: “La mejor manera de vivir es hacerlo de acuerdo con los consejos que le das a los demás”.
ESQUIRE: ¿Y qué consejos le das tú a la gente?
CAÍN VELÁSQUEZ: Que tengan un objetivo claro en su vida y sepan lo que quieren hacer. Y que para conseguir eso hay que trabajar duro. Yo trabajo duro porque quiero ser campeón.
Por la ventana de la habitación, situada en el piso 24, se ven los rascacielos del centro de Miami. También obras para construir aún más rascacielos. La exuberancia del centro de la ciudad contrasta con los orígenes latinos, humildes, de muchos de sus habitantes. Cerca, a unos cuantos kilómetros, se ven las mansiones de “La isla de los famosos”, como se conoce popularmente al sitio donde tienen su residencia latinos célebres como Shakira o Julio Iglesias. Los papás de la chofer que nos trajo al hotel son cubanos, pero ella dice que nunca ha visitado Cuba y que por el momento no tiene interés en hacerlo: “No tengo motivos para ir. Allá todo es pobreza. Aquí siempre hay algo que hacer, no te aburres nunca”.
El consejo vital que da Velásquez parece sacado de las entrañas del hombre hecho a sí mismo que encarna el prototipo estadounidense, pero él dice que en realidad lo interiorizó rodeado de trabajadores, migrantes mexicanos, en los campos de lechuga de Yuma, Arizona, donde nació hace 32 años. Yuma es el espejo estadounidense de San Luis: una ciudad acogedora, pequeña, también de clima desértico, en donde 61 por ciento de la población es de origen latino.
Y en Miami, donde hay 70 por ciento de latinos y muchos de ellos quisieran ser gringos, Velásquez habla como un gringo al que le gusta ser mexicano. Las palabras Brown Pride (Orgullo latino) que lleva tatuadas en el pecho, parecen la expresión en tinta de lo que piensa.
ESQ: Hay latinos que reniegan de sus orígenes, pero parece que tú piensas lo contrario.
CV: Yo creo que depende de dónde has crecido. Tengo amigos de California que no quieren hablar español, que les da vergüenza ser mexicanos. Pero donde yo crecí, en Yuma, Arizona, todos éramos iguales. Éramos migrantes de México que vivían en la frontera. Y estábamos orgullosos de nuestra sangre mexicana.
ESQ: ¿Cuándo te tatuaste el Brown Pride y a la Virgen de Guadalupe?
CV: El de Brown Pride me lo hice en 2002 porque estaba luchando en la universidad [lucha grecorromana] y no había muchos mexicanos en este deporte. Quería demostrar que era uno de los mejores. También lo hice por mis raíces: por mi padre, que es mexicano y por mí, que estoy orgulloso de ser mexicano. Lo que hizo mi padre para llegar a los Estados Unidos es una gran historia. El de la Virgen de Guadalupe me lo hice en 2003 porque pienso que me está protegiendo todo el tiempo, tanto en mi vida como cuando estoy peleando.
ESQ:¿Te sientes más estadounidense o mexicano?
CV: Sé que nací aquí y soy americano, pero estoy orgulloso de mi sangre mexicana. Hay mucha raza, no sólo mexicanos, sino latinos, que formamos parte de este país.
ESQ: ¿Crees que heredaste el carácter de tus papás y del resto de migrantes mexicanos?
CV: Cuando era chiquito veía a mi papá y a mi mamá, Isabel, trabajar muy duro en los campos de lechuga. No era agradable de ver, pero aprendí lo importante que era trabajar duro.
A los 13 años Velásquez aplicó esa disciplina a la lucha, que compaginaba con el futbol americano. Por aquella época vivía de lunes a viernes en Arizona y muchos fines de semana cruzaba la frontera para visitar a la familia de su padre en San Luis, a unos 40 minutos de Yuma. Comenzó a luchar porque le gustaba ver a su hermano mayor practicar este deporte. Al poco tiempo, Caín hizo honor a su nombre bíblico y lo mató (deportivamente): cuando los dos hermanos se enfrentaban, siempre ganaba el pequeño.
CV: Cuando empecé a luchar me di cuenta de que era bueno porque no perdía ni una sola pelea.
ESQ: ¿Y te has peleado fuera de alguna competencia?
CV: Cuando estaba chiquito, en la escuela, y pasaba algo mientras jugábamos. Estaba morro y te peleas por cosas que ahora no le darías importancia. No eran peleas violentas. Sólo de unos cinco o seis segundos. Pero entonces ya ganaba.
Su prematura imbatibilidad se tradujo con los años en títulos estatales y nacionales de lucha. Velásquez siguió acrecentando su fama al tiempo que estudiaba en la Universidad del Estado de Arizona, donde se licenció en Educación. Después de graduarse comenzó a pelear con puños y patadas. Aprendió boxeo y jiu jitsu, y se pasó al kickboxing. Desde las 12:00 del mediodía entrenaba como sparring y por la noche, para ganar algo de dinero, trabajaba como portero de un club hasta después de las 2:00 de la mañana.
En 2008, con 26 años, empezó su carrera en la ufc. En su debut ganó por K.O. en el primer round. Su historial es de 13 victorias y una sola derrota. Y todo a pesar de que en Estados Unidos —un país donde lo grande más que grande es enorme— es probable que sus compañeros del club y de entrenamiento, y sus rivales, siempre hayan sido más imponentes que él, el campeón del mundo.
Bajo la playera y los jeans que viste durante la entrevista se oculta un cuerpo fuerte, pero no demasiado musculoso. Mide 1.85 metros y pesa 109 kilos. Ni sus pectorales ni sus abdominales están marcados en exceso. Sus orejas han adquirido esa forma de col típica de los luchadores y los jugadores de rugby. Tiene una mandíbula y un rostro cuadrados, similar a los de bastantes peleadores, queda un aire un poco a LaMole de Los 4 Fantásticos. Y es muy tranquilo. Velásquez, el gringo mexicano, el peleador que no es una mole de cuello para abajo, en general es un luchador atípico.
Cuando los peleadores de la ufc enfilan hacia el ring octagonal es habitual que monten un show exagerado: voces de ultratumba, llamaradas, bailarinas con poca ropa, túnicas. Uno de ellos salía al ring disfrazado como personaje de la cinta Men in Black y, junto con su equipo, ejecutaba una coreografía. Otro imitaba el baile moon-walk de Michael Jackson ataviado con un sombrero y unos guantes parecidos a los del Rey del Pop. Velásquez parece que ni siquiera escucha los acordes de “Los Mandados”. Camina pausado, con la mirada fija, casi sin hacer muecas. Es un tipo con método.
ESQ: No eres ni el más alto ni el más fuerte de los luchadores de la ufc, ¿cuál es tu secreto para ganarles?
CV: Soy un luchador inteligente.
ESQ: ¿Qué es ser un luchador inteligente?
CV: Es ir hacia delante pero no para intercambiar golpes. Tienes que pegar y que no te peguen. Tienes que hacer pensar al rival, que no sepa cómo golpearte. Esto no es una pelea callejera. Mi estilo es agresivo. Pero si me enfrento a alguien más grande tengo que ser más rápido.
ESQ: Ali era un boxeador inteligente, ¿te comparas con él o con algún otro boxeador?
CV: Ali se movía todo el tiempo, pero era más alto que yo. Pienso que me parezco más a Mike Tyson: tengo que estar cerca de mi oponente. Ya sé que no pego tan duro, él es único, pero tengo que estar cerca.
ESQ: También dices que peleas como mexicano, ¿eso qué significa?
CV: Hacia adelante, nunca vamos atrás. Con mucha acción, muchos golpes.
ESQ: Para ganar también tienes que conocer tus debilidades, ¿cuáles son?
CV: Ya estamos fuertes en todo, somos completos. Soy cinturón negro de jiu jitsu, he ganado el All American de lucha. Estoy siempre mejorando mi boxeo y mis patadas. Como Fabricio (su rival), él también es completo. Lucha en el suelo, boxea, es muy bueno en jiu jitsu. La diferencia es que él es más grande y largo. Le gusta la distancia y yo tengo que estar cerca.
ESQ: ¿Qué piensas en el momento que estás en el vestuario antes de salir?
CV: Estoy pensando en el plan. Trabajé dos meses para la pelea y tengo que ir con ese plan hasta el final. Voy a hacer esto y esto cuando voy a pelear. Me gusta correr un poco antes para sudar y luego, a pelear. No me gusta el show.
ESQ: ¿Duermes la noche antes?
CV: Sí duermo. Puedo estar pensando en la pelea, pero cuando es tiempo de dormir, sí lo hago.
ESQ: ¿Y la noche de la pelea?
CV: Normalmente estoy celebrando con el equipo y los amigos.
ESQ: Menos una vez, la pelea que perdiste contra Junior dos Santos.
CV: Me sentí decepcionado. No había seguido mi plan. Esperé demasiado y ahí es donde Dos Santos es peligroso.
ESQ: ¿Qué aprendiste?
CV: Que siempre tengo que ir adelante y hacer mi plan.
El 12 de noviembre de 2011 Caín Velásquez perdió el único de sus 14 combates en la ufc, ante el brasileño Junior dos Santos. Con ello perdió también el títu- lo que había logrado ante Brock Lesnar un año antes. Lesnar se retiraría y acabaría siendo campeón de lucha libre en la wwe. “Eso es un show. Yo respeto su decisión. De pequeño yo era fan de Macho Man y los demás luchadores. Pero Brock no era un peleador completo. No podía ser campeón de la ufc”, dice Ve- lásquez. “Nosotros estamos luchando para ser campeones del mundo de todo. El boxeo está enfocado en un sólo deporte, en la ofensiva y defensiva con las manos. Pueden ser muy técnicos. Pero en la ufc tienes que practicar otro tipo de luchas, es más difícil.”
La peleas del “campeón de todo” —recuperó el cinturón en la revancha contra Dos Santos, al que derrotaría de nuevo en un tercer combate— han acabado más de una vez con la cara de Velásquez salpicada por la sangre de su rival, a quien le lanza puñetazos a discreción mientras está tirado en el suelo. El boxeo goza de un aire romántico, retratado en espléndidas crónicas y películas, pero las artes marciales mixtas todavía intentan huir de la losa de la violencia. En un capítulo de la serie estadounidense Friends, un novio de Mónica, una de las protagonistas, le dice que quiere “conquistar el mundo físico” y para ello se inscribe en la ufc. Después de dos combates, acaba enyesado desde el cuello hasta la cintura. Mónica, quien estaba dispuesta a casarse con él, decide dejarlo porque no quiere ver cómo le hacen daño.
Las artes marciales mixtas aún están prohibidas en algunos países e incluso en el estado de Nueva York. En otros lugares —sobre todo en Europa— se impide la entrada a los menores. Y aunque dentro de la ufc nunca ha habido una muerte, sí han fallecido luchadores en otros torneos de la disciplina. En este deporte no se permiten los cabezazos, patear a tu rival cuando está en el suelo, picar los ojos o tirar del pelo. Sin embargo, es lo más parecido a cómo nos pelearíamos con alguien en la calle si supiéramos hacerlo: todas nuestras habilidades de lucha puestas al servicio de tumbar a tu enemigo.
Velásquez se ha roto varios huesos. Ha sufrido 10 lesiones —la última fue una en la rodilla que le impidió luchar en la ciudad de México el pasado noviembre— y tiene incontables cicatrices. Hoy luce una sobre el ojo derecho, producto de un corte que se hizo durante un entrenamiento dos semanas atrás. Sin embargo, defiende que su deporte es más seguro que el boxeo. Hasta el punto que la representante de la ufc que nos acompaña en la entrevista, dice que Caín metió a clases de jiu jitsu a su hija, Coral Love, quien nació en 2009 producto de su relación con Michelle, su actual esposa. Sean o no peligrosas, Caín lo es: de sus 14 peleas, 12 han terminado por K.O.
ESQ: ¿Las artes marciales mixtas son peligrosas?
CV: La gente que dice eso es que no sabe de qué va este deporte. Lo miran rápido y ya. Los fans que han visto muchas peleas saben que se puede ganar sin dar un golpe. No hay cortes o sangre. Si hay peligro se para la pelea. Y es importante un buen árbitro que tiene que ver que cuando un rival está acabado, tiene que parar la pelea. A veces no sé qué están mirando y por qué no paran la pelea.
ESQ: Pero es muy impresionante ver cómo has acabado algunos combates con la cara llena de sangre.
CV: Es parte del trabajo. Si estás haciendo eso y tu oponente no responde, el árbitro tiene que parar la pelea. No es como el boxeo que cuentan después de un K.O. y te pueden pegar otra vez. Aquí si haces un K.O. se acaba el combate. Es más duro el boxeo porque si ya estás noqueado no es bueno para tu cerebro que te golpeen otra vez.
ESQ: ¿Has tenido miedo alguna vez?
CV: Miedo no, pero sí estoy nervioso. Siempre pienso que voy a ganar, pero no es seguro. Tienes que estar preparado para lo que vas a hacer y no pensar en que a lo mejor te noquean.
ESQ: ¿Te ha cambiado la perspectiva ser padre?
CV: A mí me gusta la pelea. Yo hago esto para mí. Pero la última vez que estaba peleando con Dos Santos fue la única vez que sí pensé que tenía que ganar esta pelea por mi niña.
ESQ: ¿Cómo se piensa entre todos esos golpes?
CV: En esa pelea estaba muy cansado, pensé que me iba a desmayar. Pensé: “Voy a tirar golpes, a hacer mi plan”. Los golpes no se sienten en el momento por la adrenalina, es después cuando duelen.
Hoy Velásquez ha hecho una pausa en su preparación —más allá del entrena- miento que hizo en la mañana— para atender a la prensa, pero desde hace dos meses sigue una rutina estricta. Cada día hace tres entrenamientos de todas las especialidades que emplea en el octágono. Casi no le queda tiempo para ir al parque con su esposa y su hija, o para atender su otra gran pasión: los autos.
En su garage manda tunear coches de carreras, tiene un Porsche y dos motocicletas Harley Davidson. “Me levanto a las 6:00 de la mañana y a las 7:00 estoy en el gimnasio levantando pesas. De 12:00 a 2:00 me relajo y como algo. Luego peleo cinco rounds. Tenemos guantes, protectores para la cabeza, pero peleamos al 100 por ciento. Más tarde hacemos jiu jitsu.
También vemos videos del rival y definimos la estrategia. Acabo a las 8:30 o 9:00 de la noche”.
ESQ: Vas a poder pelear en México, tras la lesión. ¿Qué significa para ti?
CV: La última vez fue muy difícil, pero no había nada que podía hacer en algún sitio más que ir al doctor y recuperarme. Cuando me subí otra vez al ring estaba muy contento. Ahora voy a cumplir el sueño de pelear en México. Estoy feliz.