El mundo está al pendiente de Sudamerica desde hace algunos días, en dos países de la región se vive una lucha intensa en contra del gobierno, las principales causas son el descontento social y las manifestaciones en Chile no son la excepción.
De acuerdo con los testimonios de los manifestantes, el descontento no es reciente, el descontento es un largo periodo de tiempo acumulado en el que los jóvenes están tomando las riendas de las manifestaciones en Chile, conoce a detalle de lo que está pasando en el país a continuación.
NO SON 30 PESOS, SON 30 AÑOS
Las manifestaciones en Chile comenzaron por el alza del precio de la tarifa del metro en Santiago, pero derivaron en un mayor movimiento que pone sobre la mesa otras demandas sociales, el alza pasó de unos 21.30 pesos mexicanos a 22.15 pesos mexicanos (es decir de 800 pesos en moneda Chilena a 830 pesos).
«Lo que ocurre no es porque hayan subido el metro por 30 pesos. Viene ocurriendo desde hace 30 años. Tenemos el tema de las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), de las colas en las clínicas, listas de espera en hospitales, el costo de los remedios, los bajos sueldos», dijo a la AFP, Orlando, un hombre de 55 años.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el sindicato más poderoso de Chile, y otras 18 organizaciones sociales convocaron huelgas y mas manifestaciones en Chile para el miércoles y jueves.
Con un transporte público limitado, el comercio y los bancos funcionando a medio gas y las protestas colapsando las calles, los chilenos salieron a trabajar o estudiar este martes soportando nuevamente largas filas y esperas.
El metro de Santiago, que recibe a cerca de tres millones de personas diarias, funcionaba solo con una de sus siete líneas y apoyado por 4.300 autobuses públicos y taxis. La razón por la que está saturado el metro, es porque las personas comenzaron el movimiento #evasionmasiva es decir, no pagar por el uso del metro.
Las clases escolares se mantenían suspendidas en cerca de 50 comunas de la capital chilena, mientras que una decena de universidades cerraron. Hospitales y policlínicas funcionan con normalidad. La aerolínea chileno-brasileña LATAM, la más grande de América Latina, instaló decenas de camastros en el aeropuerto de Santiago para sus pasajeros varados desde el comienzo de las protestas, con cancelación y re-programaciones de cientos de vuelos.
Los mercados, en tanto, retornaron a la calma, tras protagonizar un desplome el lunes. En efecto, la Bolsa cerró con un alza de 0,80% tras caer 4,61%, mientras que el peso lo hizo en 724,3 unidades por dólar, contra 727 la jornada anterior. En tanto, el Campeonato del fútbol chileno sumará su segundo fin de semana sin acción.
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LA REPRESIÓN EN CHILE
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, comenzó el martes a jugar la carta política para intentar acallar las masivas protestas ciudadanas con un acuerdo social pero los principales partidos de oposición le dieron la espalda y en la calle las revueltas -que suman 15 muertos- mantenían su intensidad.
El partido Socialista (PS), el más grande de la oposición, el Frente Amplio (izquierda radical) y el Partido Comunista se abstuvieron de participar en la reunión convocada por Piñera para buscar un acuerdo social.
«Nosotros creemos que el diálogo es indispensable y urgente, pero debe ser un diálogo abierto y nosotros creemos que el llamado del presidente no cumple esas condiciones», afirmó Manuel Monsalve, jefe de bancada del PS, que gobernó durante tres períodos tras el retorno a la democracia en Chile, en 1990.
En cambio, la opositora Democracia Cristiana (DC) y el Partido por la Democracia asistieron a la reunión. A su término, sus respectivos líderes afirmaron que plantearon a Piñera el retiro del Congreso de una reforma tributaria y otra de pensiones, «insuficientes» para responder a las demandas sociales. También reclamaron levantar el estado de emergencia y el toque de queda.

LA PALABRA DEL PRESIDENTE PIÑERA
«El presidente tiene la palabra, los cambios son profundos», afirmó el presidente de la DC, Fuad Chahín. «El presidente ha escuchado con mucha atención los distintos planteamientos» y próximamente se va a dirigir al país para proponer una agenda social, informó el ministro del Interior, Andrés Chadwick, al término de la reunión.
El ejército anunció toque de queda por cuarto día en Santiago, en medio de protestas que dejan 15 fallecidos, cuatro por balas disparadas por las fuerzas de seguridad. El resto, murió en medio de incendios y saqueos, de acuerdo con la Fiscalía. La lista incluye un ciudadano peruano y otro ecuatoriano.
Las protestas, en tanto, se mantenía en intensidad en lugares como Plaza Italia, Plaza Ñuñoa o el parque Araucano, en el oriente de Santiago, hasta donde habían llegado miles de chilenos. Con cánticos de «Oh, oh, oh, Chile despertó, Chile despertó» y al ritmo de cacerolazos los jóvenes pasaban al frente al palacio de La Moneda, en momentos en que Piñera se reunía con los líderes políticos. Santiago y la mayoría de las 16 regiones de Chile se encuentran en estado de emergencia y 20.000 militares y policías contienen las violentas protestas.
UNA NOCHE MENOS VIOLENTA
Durante la madrugada, las grandes ciudades del país estuvieron más en calma. Se puede observar un Santiago desierto, los vehículos militares patrullando las avenidas y el tránsito de convoyes de carabineros (policías).
«La ciudad durmió tranquila», dijo Javier Iturriaga, general a cargo de la seguridad en medio del «estado de emergencia» decretado por Piñera. Los uniformados revisaban a los pasajeros de los escasos automóviles que circulaban con salvoconductos otorgados por las autoridades para emergencias.
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LOS JÓVENES SON REACCIONARIOS EN LAS MANIFESTACIONES EN CHILE
Durante la noche se registraron sin embargo algunos incendios y saqueos en comercios, además de manifestaciones aisladas, dispersadas por las fuerzas del orden. Manifestaciones en chile, los jóvenes son los que toman el liderazgo
Tienen menos de 30 años y son protagonistas del estallido social que vive Chile, aunque a diferencia de sus padres y abuelos, que vivieron la cruenta dictadura de Augusto Pinochet, no le temen a los militares y desafían el toque de queda.
«Tres, dos, uno…», la cuenta regresiva coreada por miles de jóvenes que permanecieron sentados y haciendo sonar cacerolas sobre la avenida Apoquindo -un lugar poco frecuente de manifestaciones callejeras en el oriente de Santiago- después de que comenzó a regir el toque de queda por tercer día consecutivo en Chile.
El mismo escenario se repitió en la Plaza Ñuñoa, un barrio de clase media de Santiago, que escogen mayoritariamente para vivir profesionales jóvenes, donde transcurridos varios minutos del toque de queda cientos seguían manifestándose.
Las protestas estallaron con fuerza el viernes en Chile tras la convocatoria por estudiantes de nivel preparatoria a evadir el pago del pasaje del metro, en rechazo al alza de sus tarifas.
Pero la manifestación en Chile fueron creciendo como reflejo de un malestar social acumulado por años, ante viejas iniquidades sociales, haciendo estallar feroces protestas, saqueos y actos de delincuencia.
El gobierno decretó el estado de emergencia y un toque de queda, medidas habituales durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), para aplacar las manifestaciones. Pero quienes no crecieron en ese régimen -que dejó más de 3.200 muertos y desaparecidos- no le temen a las restricciones horarias.
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LA HISTRIA NO ES ALGO A TEMER
Nacida en 1988, el año en que Pinochet perdió un plebiscito por el cual buscaba perpetuarse en el poder, Cecilia desafío el domingo la medida. «Yo me quedé hasta mucho más allá de la hora que había que estar en las calles y con un ánimo de mucho disgusto, porque te obligan a irte a la casa cuando uno no está de acuerdo con eso», relata a la AFP.
No es el caso de sus padres: «Están asustados, esto los teletransporta directamente a lo que fue la época de la dictadura». Durante la primera jornada de toque de queda fueron detenidas 244 personas por no respetar el toque de queda. Y 163 en la noche del domingo y la madrugada del lunes, según cifras del Ministerio del Interior.
El barrio Ñuñoa se ha convertido en uno de los bastiones de la protesta pacífica. El domingo, unas 5.000 personas llenaron la plaza principal con música, cantos y consignas que se escucharon hasta pasadas las 10 de la noche. El lunes la protesta continuó.
De distintas formas, estos jóvenes piden que se detengan los abusos en un país asfixiado por las desigualdades, en donde la mitad de los trabajadores recibe un sueldo igual o inferior a los 400.000 pesos al mes (562 dólares al cambio del día, unos 10,700 pesos al mes), un poco más alto que el salario mínimo (301.000 pesos).
PELEAR POR SALIR A PELEAR
«Es la primera vez que salgo de mi casa desde el viernes, a mis papás les da mucho miedo. No me querían dejar salir y tuve que pelear por venir acá»,cuenta Valentina, de 17 años.
«Mis amigos no lo ven tan serio como las otras generaciones. No es que no le tomen el peso, no es que no le tengan miedo a los militares, o que no crean que les puede pasar algo, pero van a hacer resistencia de todas formas», dice. Lucas, de 19 años, y quien se movilizaba en bicicleta desde Plaza Ñuñoa a Plaza Italia, otro centro de las manifestaciones, asegura que sus padres tienen «un trauma», pero cree que su situación es distinta.
«No creo que ahora pase lo que pasó en dictadura. Es un tema del pueblo contra el gobierno, no es izquierda contra derecha», sostiene. A diferencia de sus padres, estos manifestantes cuentan ahora con un escudo que los hace sentirse más protegidos: las redes sociales y los teléfonos inteligentes, con los que pueden registrar escenas de represión, convocar a sus pares o contar en tiempo real cómo se vive esta convulsión social.
«Hoy en día todos tienen un celular en la mano, fotos y mucho material audiovisual, eso hace que la gente no tenga mucho miedo. Pero por otro lado es un deber también registrar y compartir. Porque hay mucha información que no llega a los medios. Esta es una herramienta que no existía en la dictadura», asegura Cecilia.
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