Este es un momento decisivo para el Papa Francisco: Nada definirá su papado como la forma en la que responde al abuso sexual sistemémico infantil.
Por: Charles P. Pierce
Santa Madre de Dios
Ya no hay ninguna duda de que la Iglesia Católica Romana institucional en los Estados Unidos existió en parte, y probablemente todavía existe, como una gran conspiración para obstruir la justicia en el delito de agresión sexual por miembros de su clero. Si alguna vez te preguntaste por qué la Iglesia luchó tan duro para mantener el sistema de justicia penal civil a raya con respecto a los delincuentes y desviados en su mando, el informe del gran jurado en Pensilvania debería aclararlo.
Si hubiera existido algo como esto en Boston, el difunto cardenal Bernard Law habría terminado sus días en el reclusorio, en lugar de en la Basílica de Nuestra Señora de la Fuga Limpia en Roma. Como fue explicado en The New York Times:
Los miembros del gran jurado documentaron una amplia variedad de abusos cometidos por sacerdotes y otras personas dentro de la iglesia, así como for- mas creativas de encubrir o negar las acusaciones. “Incluso dentro de esas odiosas historias, algunas se destacaron”, dice el informe. Esos casos incluyen un sacerdote que, según el gran jurado, violó a una niña de 7 años cuando la visitaba en el hospital después de que le extirparon las amígdalas. Otro sacerdote hizo que un niño de 9 años le diera sexo oral, “luego enjuagó la boca del niño con agua bendita para purificarlo”… El gran jurado informó que había descubierto un círculo de sacerdotes depredadores en la diócesis de Pittsburgh que “compartió inteligencia o información con respecto a las víctimas”, creó pornografía utilizando a las víctimas e intercambió víctimas entre sí. “Este grupo de sacerdotes usaba látigos, violencia y sadismo para violar a sus víctimas”, dice el informe.
Nadie debería salir libre de esto. Una sucesión de papas hizo poco para detenerlo, y tenían que saber algo, o siquiera sospecharlo. La jerarquía católica está tan llena de secretos antes y después de los hechos, que se puede presentar un buen caso para despedir a cada clérigo por encima del rango de monseñor.
Demasiados policías y fiscales locales, sin embargo, no han hecho su trabajo porque “El Señor” se los pidió. El héroe aquí es el Fiscal General de Pensilvania Josh Shapiro, quien llamó al gran jurado y desató esta batalla. Shapiro y los miembros del jurado defendieron la verdad y a las víctimas de crímenes que datan de hace 70 años e involucran a unos 300 sacerdotes y prácticamente a toda la jerarquía católica de Pensilvania. El gran jurado no sólo diseccionó una asombrosa variedad de crímenes sexuales; también desmanteló, pieza por pieza, la infraestructura dentro de la iglesia institucional por la cual esos crímenes fueron encubiertos. Nuevamente, del Times:
- Primero, asegúrate de usar eufemismos en lugar de palabras reales para describir los asaltos sexuales en los documentos de la diócesis. Nunca digas “violación”; debes decir “contacto inapropiado” o “problemas de límites”.
- Segundo, no conduzcas investigaciones genuinas con personal debidamente capacitado. En su lugar, asigna compañeros miembros del clero para hacer preguntas inadecuadas y luego haz determinaciones de credibilidad sobre los colegas con los que viven y trabajan.
- Tercero, para una apariencia de integridad, envía sacerdotes para una “evaluación” en los centros de tratamiento psiquiátrico administrados por la iglesia. Permite que estos expertos “diagnostiquen” si el sacerdote era un pedófilo, basado en gran medida en los “autoinformes” del sacerdote, y sin importar si el sacerdote realmente había tenido contacto sexual con un niño.
- Cuarto, cuando un sacerdote tenga que ser removido, no digas por qué. Diles a sus feligreses que está de “baja por enfermedad” o que sufre de “agota- miento nervioso”. O no digas nada en absoluto.
- Quinto, incluso si un sacerdote está violando niños, sigue proporcionándole gastos de vivienda y manutención, aunque pueda estar usando estos recursos para facilitar más agresiones sexuales.
- Sexto, si la comunidad conoce la conducta de un depredador, no lo retires del sacerdocio para garantizar que no se victimice a más niños. En cambio, transfiérelo a un nuevo lugar donde nadie sepa que abusa de niños.
- Finalmente y más importante, no le digas a la poli- cía. No lo trates de esa manera; manéjalo como un asunto personal, “en casa”.
Ese último es el punto crítico en este escándalo, y en todos los casos similares alrededor del mundo. Bajo ninguna circunstancia permitas que las autoridades seculares se impliquen en los crímenes de los sacerdotes, a menos, por supuesto, que las autoridades seculares puedan ser convencidas de mirar hacia otro lado, porque “son buenos católicos”.
Que se vayan a la mierda. Como dijeron los grandes jurados en su informe:
“A pesar de algunas reformas institucionales, los líderes individuales de la iglesia han escapado en gran medida al juicio público”, escribieron. “Los sacerdotes estaban violando niños y niñas, y los hombres de Dios que eran responsables de ellos no sólo no hicieron na- da; lo escondieron todo. Por décadas”.
El gran jurado dijo que, aunque algunos sacerdotes acusados fueron destituidos del ministerio, los funcionarios de la iglesia que los protegían permanecieron en el cargo o incluso obtuvieron ascensos. Un obispo nombrado en el informe como aval de un sacerdote abusivo fue el cardenal Donald Wuerl, ahora el arzobispo de Washington. “Hasta que eso cambie, pensamos que es demasiado pronto para cerrar el libro sobre el escándalo sexual de la Iglesia Católica”, afirmó el jurado.
Mientras tanto, lo mismo está ocurriendo en Buffalo, donde el obispo Richard Malone claramente no entiende el mensaje:
“Debo admitir que este año, a diferencia de otros desde que llegué a Buffalo, mi tiempo libre para apoyar a la comunidad fue nublado por los desafíos que enfrentamos ahora en nuestra diócesis. Dos en particular preocuparon mi mente y perturbaron mi corazón. Ninguno te sorprenderá: la trágica situación de abuso sexual, con la que estamos trabajando decidida- mente para responder y resolver de manera correcta, y los desafíos financieros que son causa de la dolorosa decisión de cerrar Daybreak, nuestro ministerio de producción televisiva interna…”.
Bueno, ciertamente lamentamos que la bondad de Tu Gracia haya sido eclipsada por los crímenes de tus sacerdotes, y estamos seguros de que las víctimas estarán felices de saber que los crímenes cometidos contra ellos alcanzaron el doloroso nivel de tener que cerrar tu adorado ministerio de televisión.
Este es un momento decisivo para el Papa Francisco. Su papado dependerá de cómo responda a esta problemática. Jesús dijo alguna vez acerca de las personas que cometen crímenes contra los niños que lo mejor para ellos sería atarles piedras al cuello y arrojarlos al mar. FUNCIONA PARA NOSOTROS, JEFE.
Fotos: Getty Images