En México la historia de la arquitectura se ha escrito a través de unos cuantos nombres: Mario Pani, Luis Barragán, Ricardo Legorreta y Teodoro González de León. Esos nombres están en numerosos libros, artículos y exposiciones. Ya son leyenda. Para entender la arquitectura actual seleccionamos una muestra de creadores que continúan revolucionándola a nivel mundial: Enrique Norten, a quien desde los años 90 se le considera responsable de un movimiento de renovación arquitectónica en el país, y a sus 60 años goza de un momento de plenitud creativa, éxito y reconocimiento; Juan Carlos Baumgartner, de la generación de los arquitectos considerados “jóvenes” en el gremio (aquellos que rondan los 40 años de edad) y que está cambiando activamente la forma de concebir los espacios interiores; y Francisco Elías, quien antes de los 30 años ya es una promesa de la arquitectura y combina ambos mundos.
El reinventor de ciudades
Enrique Norten dice que a veces la arquitectura no lo deja dormir tranquilo. “Me levanto con una preocupación tremenda sobre algo, ya no puedo dormir y voy a la mesa a dibujar o a escribir algo. A veces son palabras, otras son imágenes”, cuenta en su bien iluminada sala de juntas en la ciudad de México. Norten trabaja mucho, de día y de noche.
Las obras que lo tienen más ocupado son las de Nueva York, donde su despacho TEN Arquitectos también tiene oficinas. Recientemente concluyó un ambicioso complejo que ocupa tres cuartas partes de una manzana en la 11ª Avenida: Mercedes House. Es un área de 120 mil metros cuadrados, con un showroom de Mercedes- Benz, un establo para la policía montada de Nueva York en la planta baja y 27 pisos residenciales.
Lo que hace único a este edificio es la forma en que se integra al espacio público. Cada uno de los costados tiene una altura distinta, lo que crea una escalera de penthouses, todos con impresionantes vistas del río Hudson y el parque De Witt Clinton. Desde el cielo, el edificio se ve como una letra S.
Más allá de la forma espectacular, Norten insiste en que lo importante es crear una comunidad a partir del espacio: “Al hacer arquitectura lo importante no es solamente la forma del objeto, sino la forma del vacío y la calidad del vacío”.
Ha aplicado esas ideas desde los 90, cuando diseñó en el Distrito Federal la Escuela Nacional de Teatro, el Teatro Insurgentes y, más recientemente, el Museo del Chopo. Ha logrado consolidar un lenguaje a través del uso de ciertos materiales transparentes y metales que permiten conectar a la gente con lo que le rodea.
“Estoy muy interesado en las ciudades. Es uno de los temas que me fascinan. La ciudad no es un conglomerado de objetos, de edificios: es su masa pero también es el espacio público. Esa es la parte que generalmente han descuidado. Es el lleno y el vacío, el yin y el yang, el negro y el blanco. Si uno no es bueno, el otro no puede serlo. Como arquitectos, tenemos la responsabilidad de diseñar y construir ese vacío, que debe ser ocupado por la vida”, dice uno de los arquitectos más premiados y reconocidos de México.
En su trayectoria figuran el Primer Premio Mies van der Rohe de Latinoamérica (1998); en 1999 fue nombrado Miembro Honorario del American Institute of Architects; en 2003 obtuvo la Medalla de Oro de la Society of American Registered Architects; y en 2005 fue reconocido con el Premio Mundial de Artes Leonardo da Vinci, del Consejo Cultural Mundial.
Norten pasa gran parte de su tiempo en zonas donde se dan buenas condiciones de vida urbana, como la colonia Condesa, en el df —donde nació y continúa viviendo— o Nueva York que, es “una ciudad llena de vida, que tiene esa intensidad y donde por suerte o por visión, o por una combinación de todo, las condiciones del espacio público son muy buenas”.
Un pedazo de ciudad
Cuando parece que ya una ciudad está saturada, Norten encuentra oportunidades para reinventarla. Ahora mismo está a punto de reestructurar un barrio entero en Harlem, Nueva York. “Es un proyecto tremendo: 200 mil metros cuadrados de construcción. Nuestra propuesta fue no nada más hacer las torres [de vivienda], sino que se adquirieran predios alrededor para hacer un barrio, una integración de cultura, servicios y vivienda con la textura existente de esta zona… Hacer un pedazo de ciudad.”
Su lista de proyectos sigue creciendo: tres bibliotecas públicas en Manhattan, Brooklyn y Washington, el Museo Mexicano en San Francisco, el Paseo Bravo en Puebla y renovaciones en la Universidad Panamericana, en la ciudad de México.
Aunque su firma se ha vuelto internacional, Norten trata de pasar más tiempo en México. Le pregunto cómo divide su mente y su tiempo para abarcar todos los compromisos. “La arquitectura es curiosa: los proyectos tardan mucho, entonces hay altas y bajas”, responde y dibuja con su dedo índice en el aire un diagrama. “Hay proyectos que requieren de una participación mía más intensa y son los que me hacen despertar.”
Reinventar
Una idea que tiene muy presente es ver la arquitectura como un manifiesto de las condiciones sociales; la “textura social” es el término que usa.
Para Norten, un punto clave para mejorar cualquier ciudad tiene que ver con la densidad: que todos los servicios estén a la mano y los traslados sean cada vez menores. “La mejor infraestructura, incluso la vial, es la que no se necesita. Es la más barata, la más eficiente. La única solución, es buscar formas en que nos tengamos que mover menos.”
Uno de los proyectos de movilidad en el df en el que contempla participar es en la creación de los cetram (Centros de Transferencia Modal), donde confluyen diversos medios de transporte. “En el mismo sitio hay que tener servicios, cultura, comercio, vivienda. Es una gran idea para reinventar la ciudad.”
Soluciones (no) evidentes
Norten también ha sido profesor en su alma mater, la Universidad Iberoamericana, y en Cornell, Columbia, Harvard y Yale. Ahora dedica seis meses al año a dar cátedra en la Universidad de Pennsylvania. Sin embargo, parece que nada le satisface más que crear una propuesta innovadora: “No me gusta tomar la solución evidente. Esa generalmente la conoces y, de entrada, la descartas. Es en el camino donde encuentras muchas otras nuevas posibilidades”.
Proyectos recientes:
Parque de la Concordia, Puebla
Museo Amparo, Puebla
Mercedes House, Nueva York, Estados Unidos
Mexican Museum, San Francisco, Estados Unidos (en proceso)
Universidad CENTRO, nuevo campus, ciudad de México (en proceso)
Biblioteca pública Nueva York, Estados Unidos (en proceso)
Mercedes House, en Nueva York, ya en construcción.
La reestructuración de la biblioteca pública de Nueva York, donde Norten logra consolidar su idea de los espacios públicos.
Las nuevas instalaciones de la Universidad Centro, en el D.F.
El presente sustentable
Juan Carlos Baumgartner no ve diferencia entre arquitectura y sustentabilidad. Para él, cada proyecto debe tomar en cuenta su impacto en el medio ambiente. No es casualidad que las oficinas en México del despacho del que es socio fundador, SPACE, hayan sido las primeras en el país en tener la certificación internacional nivel oro de leed (Leadership in Energy & Environmental Design), que evalúa el grado de ecoeficiencia de un inmueble.
El arquitecto de 42 años, hijo de padre ingeniero y madre decoradora, creció en una casa en la colonia Pedregal de San Ángel, en la ciudad de México. “Estoy convencido de que haber vivido ahí influyó mucho en mi percepción de lo que era el espacio y la arquitectura. En esa época respetaban mucho los lineamientos de Luis Barragán y la arquitectura modernista”, recuerda.
Los fines de semana la actividad familiar era pasear en auto para admirar casas. Baumgartner recuerda que durante la secundaria participó en un concurso con la maqueta de una casa inteligente: “Tenía celdas solares, pisabas el tapete y se abría sola, se prendían las luces… era futurista, pero no una concientización de la sustentabilidad, aunque mi papá siempre ha sido un obsesivo del tema del reciclaje y del ahorro de agua”.
Cursó la licenciatura de Arquitectura en la UNAM y recuerda cómo lo marcó el maestro Humberto Ricalde, una figura clave que formó líderes de la arquitectura en los 40 años que impartió clases. “La primera vez que lo escuché hablar y vi cómo transmitía la pasión por la arquitectura, me quedó clarísimo que esto era lo que quería: inspirar, tocar gente con mi arquitectura.”
Arquitecto de interiores
Baumgartner ganó un concurso de arquitectura en Europa para menores de 30 años organizado por la Unión Internacional de Arquitectos, en el que representó a México. A raíz de eso, le llegaron tres ofertas de trabajo. Comenzó su vida profesional en isi, una firma de diseño en Chicago enfocada en la arquitectura de interiores. No estaba convencido de querer trabajar en algo que todavía era percibido como arquitectura “de segunda” o “decoración”. Pero al poco tiempo estaba encantado: “Todo era muy abierto y lo que diseñaban era muy humano, pensado en función del cliente”.
Su experiencia en Estados Unidos cambió su visión de la arquitectura. “Nos sucede a los arquitectos que pasamos demasiado tiempo viéndonos el ombligo y diseñando para nosotros o para los colegas. Cuando haces interiorismo se te quitan muchos tabús; eres más libre, quizá porque es menos permanente lo que haces. Eso me ayudó mucho a entender que lo que quería hacer era ayudarle a la gente a vivir mejor.”
Así comenzó una trayectoria especializada en interiorismo, que le ha valido numerosos reconocimientos, entre ellos el premio a la excelencia de la Sociedad Mexicana de Interioristas (2006) y el premio Iconos del Diseño por la revista Architectural Digest, que también lo incluyó en 2010 como una de las 40 personalidades que han dejado huella en la Arquitectura, el Diseño y el Arte en México.
En 1999 fundó junto con dos socios la empresa SPACE, un despacho especializado en diseño corporativo con un enfoque sustentable y la filosofía de trabajar en un espacio abierto, sin divisiones jerárquicas: “Yo quería vivir de diseñar, y quería hacerlo con gente que considerara mis amigos y no mis subordinados”.
De adentro hacia fuera
El diseño de interiores poco a poco se extendió a realizar proyectos de arquitectura integral (interior y exterior). “Los clientes nos decían: ‘mi arquitecto no entiende lo que necesito, ¿por qué no me haces también el edificio?’.” Así fue consolidando la filosofía de su despacho: diseñar de adentro hacia fuera.
Para Baumgartner es primordial pensar el espacio en relación a las personas que van a habitarlo y en sus necesidades. Eso lo ha llevado a recurrir a investigaciones científicas sobre la eficiencia, productividad y bienestar a partir del espacio y elementos como la luz natural.
“La arquitectura siempre ha combinado funcionalidad y estética, pero hay otra capa más compleja que tiene que ver con la ciencia: entender cómo lo que te rodea modifica tus conexiones cerebrales, tus procesos mentales. Todo eso impacta en cómo diseñas. Hemos desarrollado metodologías, estudios, para entender a los usuarios”, dice Baumgartner.
Una de esas metodologías, “Workspace Strategy”, analiza cuestiones como las emociones que quiere transmitir la marca, la productividad y las necesidades de los usuarios. Se aliaron con un laboratorio de iluminación en Austria para investigar cómo impacta la luz en el desempeño de las personas y en su velocidad de respuesta. Uno de los resultados fue que la luz natural ayuda a que las personas sean 20 por ciento más rápidas y cometan 15 por ciento menos errores.
Él está convencido de que ese diseño de alto rendimiento tiene que aplicarse no sólo al mundo corporativo sino a rubros como educación y salud. Recientemente creó una división especial que apoya a instituciones sin fines de lucro en proyectos educativos.
Hoy, con una larga lista de reconocimientos y proyectos simultáneos en varios países, el arquitecto vive un momento pleno. Pero sigue absolutamente convencido de que la belleza hace a la gente más feliz y que el diseño tendrá que dejar de ser un lujo.
Proyectos recientes
Interiorismo:
MSN Prodigy
American Express
Lenovo
Microsoft
Arquitectura:
Torre Efizia
Torre Chapultepec Polanco
Sucursales de Scotiabank
Tecnoparque
Torre Chapultepec Polanco, en el D.F.
Oficinas de Google, D.F.
Oficinas de Microsoft. D.F.
Oficinas de Microsoft. D.F.
El joven renacentista
Francisco Elías pensó en ser bailarín profesional, actor de teatro o astrónomo. También consideró estudiar Medicina o Geografía. Pero descubrió que en la arquitectura podía vivir todo aquello que le apasiona. Tiene 32 años, aunque su manera de pensar parece la de un alma vieja.
Todas esas vocaciones, que parecerían distintas entre sí, tienen un hilo conductor: “El cuerpo es la casa del alma, la arquitectura es la casa del cuerpo y la bóveda celeste alberga la arquitectura”. Todo está conectado, por eso escucha a sus clientes como si fuera un médico, atento a los síntomas antes de ofrecer un tratamiento; también se visualiza como un diseñador de moda que se dispone a crear un traje a la medida.
Elías creció en el municipio de Acolman, en el Estado de México. Entre sus recuerdos de la infancia están las salidas con su padre a las pirámides de Teotihuacán, de las que guarda una imagen precisa en su mente: el sol de mediodía que traza luces y sombras sobre las imponentes construcciones prehispánicas.
Otro momento que lo marcó de pequeño fue cuando sus padres compraron un nuevo refrigerador y él pidió a su madre que le dejara quedarse con la caja de cartón. La guardó en su cuarto durante meses y la convirtió en una guarida donde dejaba correr su imaginación. “Recuerdo jugar ahí con una lámpara, hacer perforaciones a la caja y ver los haces de luz. Era mi escenario”, dice.
Alumno destacado
En la facultad de arquitectura de la unam, los cursos con el maestro Gerardo Guízar fueron la confirmación de que había elegido bien su disciplina. En los últimos semestres de la carrera Elías participó en el taller Max Cetto de la universidad, donde llamó la atención del arquitecto Ricardo Camacho —a cargo de proyectos en la Dirección General de Obras de la unam en ese momento— al participar junto con tres compañeros en un proyecto de tesis que no sólo le dio la mención al mérito universitario, sino que pasó del papel a un proyecto real de construcción: el Centro Académico Cultural de la unam en Juriquilla, Querétaro.
Es un complejo que alberga un teatro y una biblioteca y busca integrar los edificios con el contexto geográfico y los elementos minerales propios de una zona semidesértica como el Bajío queretano. El proyecto le valió el premio Iconos del Diseño de la revista Architectural Digest en la categoría Ópera Prima para arquitectos jóvenes menores de 30 años.
A su manera
En noviembre de 2006 se inauguró el centro de Juriquilla y el mismo año Elías decidió abrir su propio despacho. Su primer cliente llegó por un amigo en común, alguien que sólo quería una segunda opinión para amueblar un departamento y, en el camino, Elías terminó por hacer la remodelación completa. Ese amigo habló con otro y ese con otro… así ha ido creciendo su lista de clientes y de proyectos, que incluye departamentos en el DF, Miami y Nueva York, además de boutiques, oficinas, restaurantes, un hotel y una clínica de especialidad.
La oportunidad de realmente poner en práctica toda su filosofía renacentista le llegó en 2011, cuando empezó el proyecto para el Hotel Flor de Mayo, en Cuernavaca, Morelos. Este pertenece a la red internacional Design Hotels, que reconoce a proyectos con enfoque en experiencias auténticas y que reflejen la atmósfera del lugar donde se encuentren.
El hotel pone atención a los detalles y a las características históricas y geográficas de la ciudad: desde cómo el sol proyectará sombras en la superficie, hasta cómo integrar la vegetación en cada espacio.
Elías está fascinado por el estilo barroco —que abarcó los siglos xvii y xviii— y recurrió a la técnica pictórica del trampantojo, pero con una estética actual: “Diseñé pisos que tienen pintada una flor de mayo y pusimos macetas que tiran la misma flor cada día. Así, al mirar hacia abajo, la vista te engaña: algunas son naturales y otras son pintadas, pero iguales. Es un recurso visual del barroco, pero realizado de manera contemporánea”.
Conversar con Elías lleva a hablar de movimientos artísticos, historia, moda e incluso de espiritualidad. Cuando trabaja, no ve separación entre la arquitectura de interiores y del exterior. “No me interesa diseñar un edificio si no voy a estar involucrado con la experiencia al interior. Se ha perdido el pensamiento del Renacimiento, en el que el arquitecto tiene la obligación de hacer que las cosas funcionen dentro y fuera.” Parte de su filosofía es no separar la parte “racional” de los elementos que logren dar “alma” a un lugar: hacer tangible lo intangible.
Proyectos recientes
Centro Académico Cultural, UNAM. Juriquilla, Querétaro
Oficinas Centrales Q.C.G. Polanco, Ciudad de México
Hotel Flor de Mayo, Cuernavaca, Morelos
Casa Miami Beach, Florida
Residencia San Antonio, Texas
Hotel Flor de mayo en Cuernavaca, Morelos.
Centro Académico Cultural de la UNAM en Juriquilla, Querétaro.
Centro Académico Cultural de la UNAM en Juriquilla, Querétaro.
Casa de la colonia Roma, en el D.F.
Casa de la colonia Roma, en el D.F.
Fotos de los arquitectos: Alfredo Pelcastre; demás fotos: cortesía