Te resolvemos las dudas más comunes de este procedimiento estético que está rodeado de tantos mitos.
En 2016 se realizaron más de 635 mil 189 procedimientos quirúrgicos capilares en el mundo, según la International Society of Hair Restoration Surgery (ISHRS), lo que significa que esta práctica aumentó en un 60% desde el 2014.
Así las cosas, decidí plantar cara a uno de los traumas masculinos más comunes y traumáticos, la alopecia androgenética o calvicie, en uno de los procedimientos actuales con más mitos y recelo de la cirugía estética: el microinjerto capilar.
Lo reconozco, mi premisa inicial cuando me decanté por el microinjerto fue una: nada de aperturas o posibilidad de cicatrices visibles en el futuro. El complejo que yo afrontaba hacía alusión a unas entradas marcadas que eran una clara herencia familiar y de un estilo de vida ajetreado, pero rondando los 30 años estaba decidido a dar el paso de rellenar la zona que tiempo atrás lució peluda.
En medio de una búsqueda minuciosa que se enmarcaba en un periplo estético que podía rozar lo vanidoso o fatuo, conocí la técnica FUE (Folicular Unit Extraction) de la clínica Kaloni en la Ciudad de México, sistema que me tranquilizó al descubrir que se limitaba a extraer cabello sano de zonas pobladas y replantarlo en mi frente ahora menos alegre que antes. Pero mis miedos seguían siendo los mismos que cualquier otra persona ajena a esta técnica y que nunca había entrado siquiera en un quirófano. ¿Merecería la pena? Tras darme un auto empujón me acerqué a este centro y allí estaba, listo para recuperar la fuerza facial con la que me identifiqué antaño. Te cuento la aventura como dirían en un ambiente policíaco: con pelos y señales.
El día de antes
Siendo éste un procedimiento de cirugía menor y muy seguro, poco has de temer excepto al diseño del resultado final. Mi cita era a las 9 am y para la preparación te aconsejan ir desayunado evitando el café, huevo y leche. Mientras que recomiendan la eliminación de vitaminas antes de la intervención y te imparten una curiosa regla: llevar camisa con botones al frente para evitar el contacto de tu playera con la cabeza.
(No esperaba magia, pero sí ciencia)
La ansiada cita
Tras presenciarme en la clínica, descubro que la dilación de dicha operación puede durar hasta ocho horas, lo que me hace pensar que estoy en frente de un trabajo más cercano a una artesanía que a un proceso rutinario.
Y entonces llega el corte de pelo, allí mismo, en una sala enfocada a esta tarea, te rapan dejándote el cuero cabelludo al aire libre, y es ahí donde empiezas a creerte todo lo que viene.
Asimismo, te dotan de tres pastillas que evitarán posibles dolores, alguna infección azarosa y te mantendrán relajado durante el curso del microinjerto. ¿El siguiente paso? Una toma de sangre de la que su utilidad me sería sorprendente más adelante. Y ya casi estaba listo para empezar el primer proceso: la extracción. En esta etapa se separan los folículos donadores de la parte trasera de la cabeza (estos son la base de cualquier cuero cabelludo sano y vienen a ser el germen que va a importar a partir de ahora).
¿Cómo? Después de aplicarme 15 ml de anestesia local en la nuca, el doctor se vale de un mango extractor que podría pasar por una máquina de afeitar y que ayudará a separar los folículos de la piel en unidades individuales, mientras que con unas pinzas se colocan en una cajita de vidrio (allí el cabello se mantiene en una mezcla de solución fisiológica y plasma del paciente para que se siga sintiendo en su hábitat natural), más tarde se implantarán en la zona deseada. A estas alturas no sentía nada, de hecho me eché un sueño en la camilla, ya que esta técnica se alarga unas dos horas. Unos movimientos de cabeza más tarde y una técnica que se encuentra lejos de ser invasiva, el equipo médico separó estratégicamente los 3,100 cabellos de 1,600 folículos (uno de estos puede contener hasta tres hebras) que exitosamente irán a mis entradas. Es entonces cuando harán uso de la sangre antes extraída: se aplica en la zona trasera para una mejor cicatrización.
Alrededor de 40 minutos más tarde, pareciera que los huecos que detestaba estaban más cerca de ser colmados. Esta es la fase de implantación.
El tiempo de este procedimiento depende de la densidad que se planea integrar, de la piel y del sangrado de cada paciente. Una vez listo, se procede a anestesiar de forma local la zona que se poblará, éste es quizá el trámite más incómodo, ya que es una región sensible con más terminaciones nerviosas que la trasera en la que se aplicarán unos nueve pinchazos que no tardarán en hacer efecto y dejar knock-out de cualquier sensibilidad el territorio que pronto verás lleno de folículos mudados.
Entonces usan el dispositivo implanter, que asegura un diseño natural y una dirección nativa del pelaje. El diseño se realiza en función prácticamente del boceto original con el que cuenta el paciente en su cabeza para que no se refleje una apariencia poco natural como resultado final, es decir, se limitarán a aportar densidad dentro de unos bordes previamente dibujados y con los que me encontraba de acuerdo en poblar. Este trámite tardó tres horas, ya que el trabajo es laborioso para asegurar el ángulo y la profundidad, algo que presencié todo el tiempo, ya que pude platicar, escuchar música en mi celular e incluso observar con un espejo el cambio ansiado. ¿El último paso antes de irte a casa? Una nueva inyección de tu propia sangre en la zona ocupada para que los vasos sanguíneos reaccionen y se adapten a tus nuevos mechones (que por ahora sólo son unas pequeñas costras).
(Estaba decidido a recuperar mi pelaje que lució poblado en antaño)
La jornada de después
Tras salir algo aturdido, a causa de la anestesia de la clínica, pude comprobar que retomar mis actividades rutinarias a la siguiente jornada no fue ningún problema, como sí lo fue el dormir durante los siguientes días. El cabello injertado no podría tener contacto físico con almohada, ropa y mucho menos tocarlo con mis dedos, ya que sufría riesgo de deslizarse de la cabeza y perderse (una vez más).
Asimismo, al día siguiente del injerto, acudí a la clínica para mi primera limpieza y revisión de la cicatrización. Me fue curioso comprobar que la higiene los diez primeros días es por escurrimiento, es decir, un vaso con champú y agua que reemplazará el peligroso chorro a presión de ducha. ¡El cuidado post quirúrgico era casi más relevante que el procedimiento en sí!. Aún con la frente algo dormida a causa de la anestesia, me replanteé cuán necesario fue anteriormente el gel o hairspray que pudieron acelerar el proceso de una calvicie a día de hoy rescatada (¡por los pelos!), pero que me dejó una fuerte lección: uno no valora lo que posee, hasta que se lo tiene que injertar. Pero, ¿y ahora, qué?
1. De los primeros 15 días a los tres meses, el pelo entrará en una etapa de recambio, es decir, se caerá de nuevo y es totalmente normal.
2. Al no caerse de forma pareja, no crecerá de la misma manera, por lo que a los cuatro meses pueden empezar a salir de forma notoria pero aleatoria.
3. Entre los ocho y nueve meses se notará un crecimiento regular y te dará una idea de cómo será tu pelaje final. El proceso se encuentra en un 80%.
4. Es hasta los 14 meses que el resultado final se muestra y que la zona implantada ya luce completamente llena.
(Puedes entender este útimo procedeimiento como el de una planta)
Crédito de foto: Getty / Giphy