Tú venías de la escuela clásica, de esa en la que es el hombre el que lleva a la cama a la mujer, en la que te enseñaban que eras tú el que conquistaba, pero, ay madresita, desde un tiempo a esta parte te has percatado de que son ellas las que piden guerra. ¡Piden y dan, diciéndote claramente qué les gusta en la cama y qué no!
Así que tus ideas sobre el sexo, esas transmitidas por tu padre, tu grupo de amigos (sobre todo cuando estás en estado de embriaguez el fin de semana) y lo que ves en las películas del Oeste que tanto te gustan ¡no te sirven para mucho frente a estas nuevas mujeres guerreras del sexo!
Tranquilo: que no cunda el pánico. Si ella te propone innovar, probar cosas nuevas en la cama que nunca nunca nunca se te habrían ocurrido y que rozan con lo que tu madre considera moralmente reprobable, respira hondo y no dejes de leer esta pequeña guía de cosas que nunca has hecho en la cama pero que deberías probar.
1. Disfrazarte: Sí, no pasa nada, no estamos hablando de que te vistas de Oso Yogui como si estuviésemos festejando el Carnaval. Nos referimos más bien a que juguetees con determinado atrezzo: es sabido por todos que a muchas mujeres les gustan los uniformes (de policías, de bomberos… al igual que a ti te puede excitar el de enfermera). Si no tienes la suerte de tener estos uniformes a mano, bastará una chaqueta tipo marinero y una gorra, sin nada debajo, para emular a un capitán de barco; un pasamontañas para erigirte en un malvado ladrón; una capa y un antifaz para ser un héroe, muy a lo Civil War… Es un juego y puede resultar muy erótico si lo haces con gracia, tómatelo como tal y deja atrás tus principios.
2. Probar juguetes eróticos: Los juguetes sexuales deben formar parte de tu vida sexual, son un accesorio más que puede resultar muy divertido y aportar mucho placer, tanto a ti como a tu pareja. ¿Por qué no integrarlos entonces en la relación? Vibradores para ella y masturbadores para ti, fustas, plumeros, esposas… No te pedimos que empieces con una sesión de sadomaso, pero puede ser algo más suave como unas ataduras para las manos y unos aceites de masaje.
3. Sexo anal: En este punto llegamos a la MADRE de todas las cuestiones. Sí, te gusta practicarle sexo anal a tu chica, pero… ¡ay si ella se atreve a pedirte lo contrario! Tabúes y miedos fuera: el punto P, el famoso punto prostático, es un tesorazo que tienes y que no exploras, nunca mejor dicho. ¿Por qué no intentarlo? Si eres iniciado, no conviene empezar siendo penetrado por ella con un dildo, vayamos poco a poco. Puede empezar con la punta del dedo meñique y más adelante ir probando con unas bolas anales, por ejemplo. Las hay de todo tipo de tamaño, no te asustes.
4. Comer sobre su cuerpo (o ella sobre el tuyo): Seguramente has oído hablar de los body sushis, esa tradición nipona de comer sushi y sashimi sobre el cuerpo desnudo de una mujer. ¿Por qué no probar con otros alimentos y que tu amante o tú mismo sirvas de bandeja humana? Frutas, gominolas, pasteles, bombones… incluso versiones saladas, como embutidos, quesos… Eso sí, aconsejamos una buena ducha previa (y posterior) y nada de comidas calientes o picantes. Queremos pasarlo bien, no acabar en urgencias del hospital.
5. Insultar: No a todo el mundo le gusta, es cierto, pero hay mujeres a les que les excita oírse insultadas en la cama. Y no nos referimos a que la insultes imaginándote que es tu jefe y que la pongas de vuelta y media acordándote de sus muertos. No. Si a ella le apetece, pregúntale previamente qué insultos son los que la motivan y prueba. Pero recuerda: todo lo que se haga en la cama debe haber sido consensuado previamente, mejor evitar las sorpresas.
¡Gracias por leerme! Atte: Miss Lulu
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Crédito de foto: Universal Pictures