Hay que saber un poco de anatomía para ser el maestro en el arte del masaje. Y también es igual de importante, aprender a escuchar.
1 El trapecio
Primero que nada: aceite. Cualquier buen aceite para masajes sirve. Un par de favoritos: el de jojoba y el de pepita de uva.
Asegúrate de que la receptora esté cómodamente sentada frente a ti. Coloca las manos en sus hombros y sujeta el trapecio, el músculo grande que baja del cuello hacia los hombros (el que a todo el mundo le gusta que le soben).
Sacúdelo un poquito de atrás para adelante. Apriétalo, sóbalo. Empújalo un poco hacia el cuello, bájalo hacia los hombros. No temas presionar demasiado. Si tu compañera gime y dice: “Ahí, ahí”, por Dios, sigue.
(Esto se llama “masaje”).
2 Los omóplatos
Después avanza hacia sus omóplatos. Préstale mucha atención a la zona entre éstos y la columna vertebral.
Con las puntas de los dedos, talla ese espacio de atrás para adelante. Hazlo con vigor, muchacho, que el paraíso está cada vez más cerca. Y, de nuevo, cuando te diga “Ahí merito”, ahí merito sigue sobando.
(Bien, te vuelves un experto en dar un masaje).
3 La columna vertebral
Baja los pulgares por ambos lados de la columna vertebral. Presiona con ellos la espalda y sigue el caminito, sin tocar el hueso, hasta abajo.
Repetimos: no vayas a masajear el hueso. Sube y baja por un lado; sube y baja por el otro.
(Listo, diste un buen masaje).
Fotografía de Siana Scheunemann
Modelo: Jessica Gomes
Asesoría: Rick Sharpell, dueño de Relax Massage Therapy, nyc.
Tal vez también debas leer: Las zonas erógenas de su cuerpo, según su signo zodiacal
Tal vez también debas leer: 10 cosas a las que debes renunciar si quieres ser exitoso
Tal vez también debas leer: Cuatro reglas para sobrevivir a lo que resta del año