Porque créenos, el BDSM es mucho más que simples nalgadas y atar a la otra persona. Así lo revela nuestra colaboradora de sexo, Miss Lulú.
Por Miss Lulú
Ha sido uno de los estrenos -según dicen- más esperados del público femenino. Así es, hablo del regreso del atractivo Grey. Un colega periodista me comentaba que fue por curiosidad al cine y toda la sala estaba llena de mujeres que se reían y cuchicheaban, cual colegialas, cuando aparecía el protagonista masculino. No lo dudo, el señor Grey está de muy buen ver (su partenaire femenina, miss Dakota, también), pero de ahí a gemir cual adolescente cuando aparece en pantalla… A mí me va más la belleza torturada de Joaquín Phenix o el estilo de Iñárritu, qué le vamos a hacer. Pero en gustos…
Anyway, hoy vamos a tratar de todo lo que no es BDSM (acrónimo de Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo). Porque se puede pensar que la más reciente entrega de Grey, «50 Sombras Más Oscuras«, dan una imagen fidedigna de lo que son estas disciplinas. Y en absoluto: bien es cierto que sacaron estas prácticas del armario (desde que se estrenó la primera película se produjo un aumento de la venta de esposas y fustas) pero ni de lejos es una foto fija de estas tendencias sexuales. Así que hablaremos de las cinco cosas del BDSM que no verás en la última película:
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1. No todo el BDSM es zurrar al otro:
No, no todo el BDSM tiene que basarse en azotar al otro. Esa es solo una tendencia, de otras tantas muchas. Hay quienes practican el BDSM y no les gusta en absoluto que les azoten o azotar. Prefieren ser atados (bondage), o atar, masajear pies, vestirse de látex de pies a cabeza o incluso, jugar con agujas, por hablar de una de las tendencias más extremas. Hay de todo.
2. El BDSM está basado en la confianza,
y confianza no es lo que se muestra precisamente en las películas de Grey. Ella se presta a los juegos movida sobre todo por su amor a él, para no perderle (aunque por supuesto también hay una parte de curiosidad). Y no, en una relación BDSM los dos juegan porque están de acuerdo, lo cual nos lleva al siguiente punto…
3. Los dos están absolutamente de acuerdo en los roles que juegan.
En una ocasión me lo dijeron y me quedé bastante sorprendida, que las relaciones BDSM son las más democráticas que existen porque los dos miembros de la pareja están absolutamente de acuerdo en el rol que van a jugar. Algo que no sucede en los polvos del sábado por la noche entre muchas parejas en las que, quizás, una de las partes no esté muy por la labor de ponerse a tener sexo. ¿Verdad?
4. Las bolas chinas, que se ven en la segunda entrega de la saga,
no pertenecen a este universo y tampoco son un juguete sexual. Es decir, pueden serlo, claro que sí, como también puede serlo un simple plumero, pero las bolas chinas son básicamente terapéuticas. Y ojo: no se ponen como se ve en la película, hay que lubricarlas y lubricarse debidamente antes de… De hecho, hay que tener mucho cuidado con los juguetes eróticos porque nos podemos llevar más de una sorpresa desagradable. Tal es el furor por imitar a Grey y su chica sumisa, que los bomberos de Londres han lanzado un comunicado pidiendo que por favor tengamos cuidado con los anillos para el pene y las esposas. Y es que ya se sabe lo que pasa: uno se calienta, se pone a ello y luego vienen los sustos.
5. En una relación BDSM ninguno de los miembros sufre psicológicamente,
si sí, es maltrato psicológico. Cualquier relación que lleva a uno de los miembros a sufrir psicológicamente (y qué decir, físicamente) es insana. Y como decíamos unos puntos más arriba, el BDSM es un juego de dos, los dos están de acuerdo y a ninguno de los dos le produce sufrimiento psicológico (como sí sucede con Anastasia) el prestarse al juego. Así que ya sabéis, ni es oro todo lo que reluce, ni es BDSM todo lo que se ve en la pantalla (y menos cuando hablamos de cine mainstream).
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Crédito de foto: Cortesía de Universal Pictures