Aquí están las leyes que debes cumplir para renovar tu dieta. Te damos información que te será útil cuando decidas tus alimentos.
Primera ley Identifica lo orgánico
Se ha establecido que cada día estamos expuestos a entre 10 y13 diferentes tipos de pesticidas a través de los alimentos que nos llevamos a la boca, bebidas e, incluso, el agua «natural». Algunas de esas sustancias imitan la función de los estrógenos y provocan el progresivo aumento de kilos. En la Universidad de California, en Estados Unidos, Bruce Blumberg descubrió que los embriones de ratones expuestos a obesógenos, nacían con una alta predisposición a desarrollar sobrepeso. Lo peor es que es muy factible que los humanos sufran el mismo fenómeno. Durante un estudio, la hija adulta de una mujer con altos niveles de una sustancia denominada DDE (extraída del DDT) en su sangre, durante su infancia tuvo un sobrepeso que osciló entre los 10 kilos. Y la evidencia continúa acumulándose:
· Varios investigadores han descubierto una relación entre la clorina de los pesticidas y una alteración de la tiroides, lo que genera un impacto severo sobre el metabolismo.
· Los autores de un estudio presentado en la revista BioScience descubrieron que la tribulina, un fungicida, activa componentes en las células humanas conocidas como receptores de retinoides X, los cuales abren el camino para la formación de células de grasa.
· Otra investigación publicada en la revista Molecular and Cellular Endocrinology señala que los organofosfatos y los carbamatos, dos de los pesticidas, generan obesidad en animales.
La buena noticia es que hay investigaciones esperanzadoras; una publicada en Environmental Health Perspectives encontró que los niños quienes de forma habitual consumen frutas y verduras libres de organofosfatos, en cinco días reducen en su sangre el índice de pesticidas a niveles no detectables. De acuerdo con el Enviromental Working Group, puedes reducir la exposición a los pesticidas si 80% de las 12 frutas que habitualmente consumes son orgánicas. Así te salvarás del grupo denominado «la Docena sucia», enumerados de acuerdo al índice de sustancias tóxicas que contienen: duraznos, manzanas, pimientos, apio, nectarinas, fresas, cerezas, col, lechuga, uvas, zanahorias y peras. Por otro lado, están los «15 limpios», con los niveles más bajos de pesticidas: cebollas, aguacate, maíz, piña, mango, espárrago, chícharos, kiwi, coles de Bruselas, berenjena, papaya, melón, brócoli, jitomates y papas.
Segunda ley Deja de comer plástico
Con seguridad pensarás: «en realidad no lo hago»; pero puede ser que sí, y más del que imaginas. Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que 93% de los habitantes tenían en su sangre niveles detectables de bisfenol A (BPA) y 75% de ptalatos en la orina. Esos dos compuestos sintéticos encontrados en los plásticos también imitan el funcionamiento del estrógeno y, de la misma forma que los pesticidas, hacen que tu cuerpo acumule grasa.
¿Cómo entran a tu cuerpo? Cada que comes o bebes algo. Los ptalatos que se encuentran en la envoltura de los alimentos procesados; así como en los juguetes de plástico, tubos de PVC y utensilios médicos. Cada año, cerca de 10,000 millones de kilogramos de ptalatos son fabricados en el mundo, de los cuales 3,000 derivan en policarbonatos y resinas epóxicas producidas para la fabricación de empaques para comida y bebidas, biberones y latas. Hace unos meses se publicó un estudio acerca de los efectos causados por esta sustancia en la salud de los humanos. Se encontró que los trabajadores expuestos a ella en las fábricas de China eran cuatro veces más susceptibles a desarrollar disfunción eréctil.
De acuerdo con el Environmental Working Group, las sopas enlatadas de pollo, las fórmulas para bebés y los ravioles son los productos que cuentan con un mayor índice de BPA. ¿Eres de las personas que acostumbra rellenar sus botellas de agua? Una vez que la terminas de beber habrás metido a tu cuerpo una mínima cantidad de BPA, pero después de una semana, el nivel habrá aumentado 70%, según un estudio desarrollado en la Universidad de Harvard y en los Centers for Disease Control (CDC), ambos en Estados Unidos. Esta es la forma en como puedes limitar la ingestión de ese tóxico.
· Sigue la regla de Vom Saal: ningún plástico debe entrar en el horno de microondas. El calor lo daña y genera más residuos.
· Evita envolver la carne con plástico. «El usado en los supermercados está fabricado con PVC, mientras que el que tú compras para el hogar es a base de polietileno», dice Saal. El primero contiene ptalatos que, de acuerdo con estudios realizados en animales, reducen tus niveles de testosterona lo que genera una ganancia de peso, y reducción de la masa muscular y la frecuencia sexual.
· Usa tazas de cerámica en vez de las de plástico. También evita beber cualquier líquido caliente en envases fabricados con estirenos (unicel), éste compuesto está ligado al cáncer.
Tercera ley No comas como vikingo
¿Cuándo fue la última vez que tomaste una gran dosis de hormonas? ¿No sabes? Bueno, ¿cuándo comiste una hamburguesa? Tu respuesta podría contestar ambas interrogantes. Cada vez que comes el menú de una de las cadenas de fast food, puede ser que recibas tu dosis de hormonas (un coctel de obesógenos naturales y sintéticos). De hecho, un artículo que apareció en el International Journal of Obesity, elaborado por investigadores de 10 universidades de Estados Unidos, incluyendo la de Yale, Johns Hopkins y Cornell, sienta las bases de que la carne adicionada con hormonas es un factor de riesgo para el desarrollo de obesidad.
En 1999 finalizó un estudio en Europa, el cual se centró en estudiar a personas que con regularidad comían carne proveniente de ganado tratado con hormonas de crecimiento, al mismo tiempo ingerían hormonas y metabolitos: estrógenos (1 a 84 nanogramos por persona al día), progesterona (64 a 467 ng) y testosterona (5 a 189ng). Un nanogramo es la milmillonésima parte de un gramo, a pesar de su tamaño casi insignificante, es capaz de alterar la forma en cómo operan tus hormonas, aseguran los investigadores. Expertos creen que ciertos obesógenos ejercen influencia por debajo de una parte por cada mil millones. Sin embargo, cada vez ingerimos nuevos y potentes esteroides sintéticos a través de la carne, por ejemplo el acetato de trenbolona es un anabólico entre ocho y 10 veces más potente que la testosterona, el cual además es un compuesto que vuelve loco al sistema endócrino. «Sabemos lo que le pasa al cuerpo cuando recibe enormes dosis de esteroides en un periodo corto, pero no hay estudios que demuestren los efectos de la administración de dosis pequeñas durante años», señala Saal.
Todo esto se traduciría de la siguiente forma: imagina que vas en un avión que se estrella en los Andes, la única forma de sobrevivir es comerte a los pasajeros que perecieron, tienes la opción de almorzarte a un enorme jugador de futbol americano, el cual ha recibido durante años dosis de hormonas, o alguien común, ¿cuál escogerías? Cada que te alimentas con carne te estás comiendo al deportista. De acuerdo con el American Journal of Clinical Nutrition, busca aquella proveniente de ganado orgánico o libre de hormonas esteroideas.