El partido de futbol que estaba en la mira de gran parte del mundo no pudo jugarse a consecuencia de la barbarie de unos cuantos pseudoaficionados. Los eternos rivales River Plate y Boca Juniors tendrían que haber disputado este sábado la Final de Vuelta de la Copa Libertadores, pero todo se ha postergado para mañana domingo a las 14:00, hora del centro de México.
Este sábado pintaba para ser un día histórico para el futbol argentino, para la Copa Libertadores y para el futbol mundial en general, pero resultó todo lo contrario. Xeneizes y Millonarios jugarían un segundo y último encuentro, precedido por un intenso partido disputado el pasado domingo 11 de noviembre, en el que empataron 2-2.
Poco antes de llegar al Estadio Antonio Vespucio Liberti, mejor conocido como Estadio Monumental, casa del River Plate, el autobús que transportaba a todo el equipo del Boca Juniors fue agredido con toda clase de objetos que un sector de la afición de los Millonarios comenzó a lanzar. Uno de los proyectiles fue lo suficientemente pesado para quebrar una de las ventanas de vehículo. Eso fue el principio del fin.
Al llegar al inmueble se supo que varios jugadores de Boca habían resultado heridos o sentían malestares a consecuencia del gas pimienta que las fuerzas de seguridad ocuparon para dispersar a la hinchada del River. Los jugadores Pablo Pérez y Gonzalo Lomardo tuvieron que ser trasladados en ambulancia para ser atendidos en un hospital cercano.
En principio las autoridades de la Conmebol, órgano rector del futbol sudamericano, pospusieron una hora el encuentro; cumplido ese lapso alargaron lo inevitable una hora y media más.
Por fin, Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, confirmó que tras un acuerdo entre los directivos de River y Boca el juego se jugaría mañana domingo a las 17:00, hora local (14:00 del centro de México).