Si llevas cansado más de medio año, esto te interesa.
Para recibir el diagnóstico de Síndrome de Fatiga Crónica, el nivel de rendimiento de una persona debe estar limitado en más de un 50 por ciento y esa merma debe llevar al menos seis meses. Además de un agotamiento paralizante, los afectados por el SFC sufren alteraciones en la concentración, la memoria y el sueño así como dolores en las articulaciones, el cuello, la cabeza y los músculos.
La causa de este mal no está del todo clara. Los especialistas creen probable que se trate de una sobreactivación del sistema inmunológico. Como consecuencia, al parecer se ven afectadas mitocondrias que proveen de energía a las células del cuerpo.
Dado que los cuadros de agotamiento también aparecen con otras enfermedades, el SFC suele ser el último diagnóstico. En general, cuando no se detectan en el sistema nervioso, inmunológico u hormonal enfermedades claras ni deficiencias de hierro y vitaminas, pero persiste la activación inmunológica, se suele empezar a pensar en SFC. El diagnóstico puede llevar años debido a que los síntomas no son unívocos.
No hay una terapia especial para el SFC. Los médicos intentan más bien equilibrar desigualdades o deficiencias encontradas en los análisis previos de sangre u orina. Es decir: lo que se trata en caso de SFC son los síntomas, no las causas.
Para poder dominar el agotamiento, los pacientes deben aprender a manejar con cuidado sus reservas de energía. Lo ideal es ahorrar energía hasta en las más mínimas acciones diarias. Por ejemplo: se puede estar sentado en vez de parado; viajar en auto en vez de caminar o dejar de planchar la ropa.
También ayuda planificar actividades y eventos. Es decir: si se tiene una cita importante pasado mañana, lo mejor es descansar hasta ese día para no llegar a la fecha con la lengua fuera.