A sus 32 años ha conseguido prácticamente todo en el fútbol. Para él, hoy este deporte es diferente: llegó el momento para disfrutarlo.
Es reconocido en todo el mundo gracias a sus triunfos alcanzados en México y Europa como fútbolista; ha participado en varios mundiales con la Selección Mexicana; ha sido dirigido por múltiples entrenadores… prácticamente desde los 18 años ha vivido en la cancha de juego. Ahora, a sus 32 años, ha regresado a este continente a jugar con los Red Bulls de Nueva York, equipo en el que, según él, ha comenzado a disfrutar más este deporte. «Ahora me doy cuenta que antes no lo hacía, quizás era demasiada presión y me concentraba en exceso en que debía hacer bien todas las cosas. Ahora creo que todo lo aprendido en el pasado sale en el terreno de juego de manera natural, y disfruto bastante de todo lo que hago».
Su dedicación al fútbol desde temprana edad le permitió ser seleccionado nacional a los 18 años. «Creía que podía lograr algo más de lo que se había conseguido hasta ese momento». Esa manera de pensar es la que Rafa Márquez considera como la única que puede cambiar la mentalidad de los jugadores en cualquier selección nacional. «Mantener un estilo de juego, creer que se está en un equipo grande y sólo tener en mente la búsqueda de un título son lo que nos llevará más lejos. Cuando el AS de Mónaco me contrató, apenas tenía 20 años. Ese fue uno de los primeros grandes retos que tuve. Sabía que sería complicado enfrentarme a otro nivel de juego, debía adaptarme a un equipo de 11.
«Cuando salí de México, me di cuenta de que estaba haciendo algo importante, tanto para mi carrera como para mi país. Ya cuando gané el primer título en Mónaco la gente se empezaba a interesar más en mi vida», asegura un Márquez hoy acostumbrado a firmar autógrafos y tomarse a diario decenas de fotografías con los fans o con los medios de comunicación. De repente se volvió una figura pública que ya no podía caminar tranquilamente por la calle sin ser acosado por reporteros, fotógrafos y paparazzi. «No es fácil manejar eso, es una presión adicional a la de mantenerte en el mejor nivel físico y técnico. Necesitas visualizar bien lo que tienes enfrente y debes aprender a convivir con la prensa y el público. Es la fórmula ideal».
Manejo del éxito
Mudarse en 2003 a España, contratado por el FC Barcelona, que ha sido considerado el mejor equipo de fútbol en el mundo, puede ser un sueño para muchos y más aún para un jugador profesional. Pero también puede ser bastante agotador. A sus 24 años era catalogado como un joven defensor con buen control de balón y olfato para agregarse al ataque. Pero eso no basta para enfrentar uno de los mejores niveles de fútbol, hace falta carácter. Éste le permitió obtener con su equipo títulos de la liga española, la Copa del Rey, la Champions League y hasta el Mundial de Clubes. Pero así como llegan los momentos felices, también fue atacado por la prensa e incluso abucheado por la tribuna del estadio Nou Camp, sucesos que «simplemente te bajan de la nube en una mala tarde. Se trata de la presión mediática, ser observado por poco más de 50 medios de prensa y por toda la gente de Barcelona, más la presión de siempre: jugar bien en un equipo en el que hay 22 jugadores de mucha calidad. Aparte de todo eso, los problemas personales? No es fácil. Es complicado porque todo se demuestra en la cancha. Son normales los altibajos, porque nadie puede estar siempre en un nivel tan alto como el que se juega en Barcelona».
Cambio de aire
Después del Mundial de Sudáfrica, en agosto de 2010, Márquez viajó a Estados Unidos para ser presentado como el refuerzo del equipo Red Bulls de Nueva York, de la Mayor League Soccer (MLS). Esta decisión sorprendió a miles de aficionados, pues tenía contrato vigente con el Barça y existía el interés de otras escuadras europeas por sus servicios. Pero más allá de ofrecerle un salario similar al que recibía en España, en el Red Bull encontró una vida diferente a futuro.
«Mucha gente me pregunta: ¿extrañas Barcelona o el club?. Y, la verdad, no es así. Por el momento estoy muy a gusto. Es diferente la vida en Nueva York. Vivo bien y me encanta la ciudad y el equipo. Aprecio desde otro punto de vista las cosas. Puedo decir que ahora sí disfruto jugar cada fin de semana, así como ir a entrenar cada día», asegura Márquez.
A la vuelta de la esquina
¿Participará en la copas Oro y América? «Aún no lo sé, dependerá del nuevo entrenador de la selección. Son dos competiciones bastante importantes. Creo que para México lo es más la Copa Oro que la América, pues si sales campeón juegas la Copa Confederaciones; sin embargo, la presión sigue siendo la misma, tenemos siempre la obligación de ganar y esa es la mentalidad que tratamos de imponer desde hoy. Hay que cambiar ese chip del ya merito o a la siguiente o a la próxima. Ahora es ganar o ganar. No hay más, se tiene al equipo y al cuerpo técnico para pensar en eso».
A estas alturas ha capitaneado a México en todo tipo de competencias, pero no le cuesta trabajo reconocer que, entre todos esos torneos, entrenadores y procesos, fue con el argentino Ricardo Antonio Lavolpe cuando se sintió más cómodo con el equipo, más líder. «Hay varios momentos increíbles desde mi debut, como la Copa América de Paraguay, la Confederaciones que se ganó ante Brasil en 1999 y los tres mundiales. Pero el que más recuerdo es el de Alemania, en el que, quizá, mostramos nuestro mejor fútbol, pero no nos acompañó la suerte, e incluso creo que fuimos mejor que la selección de Argentina, el rival de octavos de final, aunque también quedamos eliminados».