No necesitas beber para sentir los efectos del alcohol.
La próxima vez que vayas al bar y que decidas no tomar, tal vez quieras taparte la nariz. Según un nuevo estudio, el aroma del alcohol que se está consumiendo puede afectarte, aunque tú no pruebes una gota.
El estudio, publicado en la revista Psychopharmacology, encontró que el simple hecho de oler el alcohol puede disminuir tus inhibiciones y puede hacerte sentir ligeramente ebrio.
Para probar cómo una olfateada al whiskey pudiera impactar nuestros cerebros y comportamiento, un equipo de investigadores hicieron que un grupo de participantes usaran mascarillas que habían sido previamente tratadas con alguna bebida alcohólica o con alguna solución cítrica libre de alcohol, mientras se les realizaban una estudio de impulsos durante una prueba computarizada.
A todos los participantes se les pidió que oprimieran un botón al ver la letra ?K? o al ver la imagen de una botella de cerveza destellar en la pantalla.
Parece fácil, pero aquellos que inhalaron alcohol fallaron más al oprimir el botón. En otras palabras, mostraron un mal control de sus impulsos.
Obviamente, no te pondrás borracho por oler alcohol nada más.
Sin embargo, los resultados sugieren que puedas decidir beber más (o tomar cuando tenías pensado no hacerlo), simplemente porque el olor del alcohol ha disminuido tu habilidad de controlarte.