Más visiones de futuro que vehículos cotidianos.
A primera vista, el Teatro for Dayz en el stand de Nissan es un coche diminuto como otro cualquiera: un curioso vehículo mini como los miles que se ven en las calles de Tokio.
Pero cuando se abren sus puertas en sentido opuesto se puede ver una cabina tan colorida como un salón japonés de juegos: una decena de proyectores emiten fotos y videos sobre pantallas y asientos, según las ganas y el humor del conductor. Todo está permitido y así lo comprueban los visitantes al Salón del Automóvil de Tokio.
Mientras que el fabricante japonés se caracteriza en el extranjero por sus vehículos realistas con los pies en la tierra y un diseño comedido, cuando juega en casa, busca más color. Muchos de los stands del Salón recuerdan a tiendas de juguetes y trasladan al visitante a un viaje de ensueño en carreteras llenas de autos de cómic, minibuses y deportivos de juguete.
En Toyota destacan el bólido S-FR, un brillante Kikai o el FCV-Plus, un coche pequeño con pila de combustible. Suzuki sobresale con el bus Air Triser y apela a los urbanitas con el "bonsai-buggy" Mighty Deck. Una filial de Toyota especializada en transformar carrocerías modifica una van conservadora como la Alphard en un tren de alta velocidad para la carretera: al menos por delante, el Hercule parece por su parrilla marcial un tren sin raíles.
Entre los prototipos japoneses hay, sin embargo, dos excepciones: el Mazda RX-Vision no es un juguete para niños, sino para adultos y será divertido gracias a que es un deportivo con motor rotativo Wankel del nivel de Porsche. En algún momento entre 2017 y 2020 podría estar en la carretera, dice el portavoz Josef Schmid.
Y aunque el Honda Wander Stand parece una cabina de teléfonos con ruedas, encara un problema que enfrenta Japón: el envejecimiento de la población. La firma ve el uni-cab eléctrico como una ayuda para la movilidad de las personas mayores e incluso piensa en la producción en serie.
Los europeos lo pasan peor en Tokio con el estilo juguetón de los japoneses. Al menos Mercedes sí presenta su prototipo Concept Tokyo. En el interior, un lounge de lujo con proyecciones hightech y un sistema de infotainment que aprende por sí mismo. El showcar de 4,80 metros de largo se ilumina con las llantas luminosas de 26 pulgadas y las instalaciones LED como bolas de discoteca en las ruedas. Si se desea, el prototipo con pila de combustible puede circular también de forma autónoma.
A la vista de tantos prototipos locos, el escándalo de emisiones de Volkswagen pasa a segundo plano, así como los propios modelos en serie que se presentan en el Salón. Y eso que hay muchos estrenos mundiales que pronto sí serán reales en la carretera.
El nuevo buque insignia de Lexus, el LS, por ejemplo, es aún un proyecto por su motor de pila de combustible, así como el Subaru Impreza de cinco puertas y diseño europeo, que pasaría por un Audi o un Alfa Romeo.
Y mientras aún habrá que esperar al nuevo Mini Cabrio y a la serie especial de 500 caballos del BMW M4 GTS, ya se puede comprar el Porsche Macan GTS, estrenado en Tokio con un motor V6 de 360 caballos, y las actualizaciones turbo para las versiones con tracción total del Porsche 911.
Junto a los prototipos y los coches de serie, el otro gran tema son los motores alternativos y la conducción autónoma. Con la exigencia y la promoción del gobierno, todos los fabricantes japoneses trabajan en los vehículos que circulan de forma autónoma. Nissan incluso presenta su propio showcar en el Salón.
Además, el Toyota Mirai, el primer vehículo en serie con pila de combustible, recibe la competencia ahora del Honda Clarity, que se estrena en Tokio y que pronto estará en las calles.
Que a pesar de todo pocos se interesen por ello en Tokio se debe a la convencional hechura de los modelos y a la mentalidad de los japoneses. "Nos encantan los cómics y todo lo que sea colorido", dice el diseñador de Nissan, Satoru Tai, que ve en esa manera de pensar una pequeña fuga de una cotidianidad uniforme y extremadamente reglamentada.
Y hasta la pintura mate del M4, la bandera de la Union Jack en el techo del Mini Cabrio o el rojo fuego del Macan parecen aburridos cuando más allá se observa un coche que se ilumina, con asientos revestidos de tepes de césped y que ahora parece decorado con miles de caramelos de colores. "Los autos en Japón son más un accesorio que un medio de locomoción. Y nunca son lo suficientemente coloridos", explica Tai.