Olvida lo que has escuchado. Tu vida de buen sexo comienza cuando vas hacia el altar. Te ayudamos a combatir los mitos.
Tal vez has estado en una relación en la que pensaste que ella era la indicada. Sin embargo estás aquí. Sigues soltero, todavía peinando el terreno para ver si la encuentras. Existen dos posibilidades: uno, que la divisarás en un salón lleno de gente este fi n de semana y sabrás que ella es tu destino. Problema resuelto. La otra posibilidad es que terminaste con ella hace dos años porque la chica no era… o tú no eras… o ella no podía… o por cualquiera de las miles de razones que se repiten una y otra vez. Mis 28 años de matrimonio me dictan que quizás eres un esclavo de algunos mitos comunes sobre la selección de pareja. Revisa tu cabeza, verifica si tienes alguna de estas ideas falsas y no permitas que se interpongan entre ti y el amor duradero y sostenido que puede ser el matrimonio.
Mito 1 Amar significa estar locamente enamorado
Todos queremos creer que nuestros corazones se volverán locos cuando ella pase por el salón y que, sin duda, sabremos que es la elegida. Pero eso le pasa más a los universitarios que a los adultos que con kilometraje. De hecho, entre más autosuficiente seas, menos probabilidades hay de que te pongas todo tembloroso en el instante en el que ella aparezca en la escena. No lo olvides, Romeo era un adolescente cuando Julieta lo volvió loco. La ausencia de sentimientos embriagantes quizás no digan nada acerca de los defectos de tu novia vista como un objeto de amor, pero dicen mucho sobre tu madurez. Claro, el amor relampagueante sucede de vez en cuando, pero no te quedes esperando a que llegue. En primera, no garantiza nada. En segunda, muchas mujeres que no te quitan el aliento desde el principio pueden inspirarte mucho algunos años después. Eso de acabar en las nubes es para niños. Un hombre quiere una compañera, no alguien que lo complete.
Mito 2 El matrimonio es una condena
Algunos ven la ceremonia religiosa como una castración más que una boda. Cuando un hombre se casa, según el dicho, deja ir sus privilegios de semental y accede a portarse bien y ser monógamo. Por supuesto, existe algo de sentido en este pensamiento. Después de todo, los estudios demuestran que a un gran número de esposas no les gusta que su marido se acueste con otras. Ten esto en mente: la creencia de que la monogamia disminuye a un hombre se deriva de una idea sexual machista y limitada. Sí, el ser polígamo es nuestra idea favorita de lo masculino. Pero es solamente una versión. Una vez que te conviertes en esposo, surgen toda clase de oportunidades con cromosomas Y en las que puedes destacar. Un marido es protector, plomero, dominador de intrusos y, con suerte, padre. Y todos esos roles exigen energía masculina que invitan al hombre a volverse todo lo que puede ser. ¿No te convence?, Veamos… Aquí otro dato: los esposos tienen más sexo que los solteros. Estudio tras estudio se ha demostrado que, en promedio, los hombres casados tienen más sexo más que sus amigos solteros. Sí, el sexo es con la misma mujer y esos estudios no dicen nada de la calidad del mismo. Pero bueno, más es más, y la calidad y candor dependen de ambos. Claro, también existen algunos solteros benditos que lo tienen todo, hombres que obtienen mucho sexo con muchas mujeres. Pero honestamente, amigo, ¿en verdad crees que tú eres uno de esos? ¿En serio? Y aunque lo fueses, ¿serás uno de ellos 10 años después? ¿20? No, si la meta es tener sexo en las mejores condiciones, entonces apuesta todo tu dinero al matrimonio.
Mito 3 Necesitas mucho en común
Combate la idea de que ambos tienen que compartir muchos intereses o incluso valores. Lo mejor de estar casados es tener otro par de ojos y oídos para saborear el espectáculo. Por consiguiente, es una mala apuesta esperar a una que sea «tu tipo». Lo único que necesitas tener en común con ella es la especie. Cierto, tal vez necesites tener algo en común en las grandes preguntas como, por ejemplo, tener hijos. Pero aunque fueses un físico matemático amante empedernido de los hechos, y ella una libre pensadora que afirma que la ausencia de evidencia no es evidencia de que haya ausencia, no hay razón para que ustedes dos no encuentren la felicidad juntos. De hecho, sus probabilidades son mayores que las de dos niños que escuchan la misma canción. Si tú y tu amada son muy parecidos, puede que no haya mucho oxígeno en el cuarto.
Mito 4 Debe tenerlo todo
Un gran grupo de hombres se echa para atrás, cuando se trata de casarse, en el momento en que juzga a una mujer como si evaluara una computadora que desea comprar y luego rechaza por no poseer todas las características que busca. Bueno, he aquí las respuestas a esas preguntas que aparecen en tu mente. Sí, sí es lo suficientemente bonita e inteligente. Sí, sí es chistosa. Más aún, todas esas interrogantes son irrelevantes. Es como si preguntaras si tu automóvil flota. Por lo regular, tus ansiedades no tienen tanto qué ver con ella sino con lo que dirán otros de tu elección. Una mujer no necesita demasiada belleza, cerebro o perspicacia para ser una excelente compañera y una persona digna de tu amor por el resto de tu vida. Piénsalo de esta forma. Si es casi perfecta, bueno, ya tienes algo más en común con ella. «Todo lo que es hermoso tiene grietas», escribió Leonard Cohen, y es así como entra la luz para ver mejor las cosas. Al final, solo una característica es la que importa. ¿Se quedará contigo cuando surja algún problema fuerte? Cuando haya problemas financieros o las pruebas tengan resultados positivos. ¿Se agachará contigo para esperar a que pase la tormenta? Si es una incondicional y al parecer le gustas, disfruta el sexo y no luce como un bulldog inglés, quédate con ella y hagan una vida juntos. Recuerda este mantra: se pierden más oportunidades con la indecisión que con las malas decisiones. Y por último piensa que, según los terapeutas, los hombres que no se comprometen no tienen derecho al amor. Puede que suene a discurso ambiguo de psicólogos, pero vale la pena que te lo preguntes tú mismo. Asegúrate de ser digno de lo mejor que la vida te puede ofrecer.