Aquí lo necesario para diseñar tu nueva masculinidad. Aclaramos algunos términos que quizá ya conoces.
Para que rediseñes tu nueva masculinidad, te hablamos de algunos temores frecuentes que sueles enfrentar y cómo reconstruirlos adaptándolos al gran hombre que deseas ser.
1 Intima a tu estilo
Es probable que tras años de mostrar cercanía a través de acciones te cueste trabajo expresarte verbalmente. Ellas suelen pedir: «Dime lo que sientes, explícame qué te pasa» sin que puedas comprender por qué no fluyen las palabras de tu boca o cómo es posible que tu mujer no entienda. Ejercita ese potencial de expresión. Date tiempo de analizar lo que pasa contigo y sugiere que -sin interrupciones- te permita empezar a hablar. Sabes lo que sientes, sólo te falta práctica para traducirlo a palabras. Y, si en ese proceso surge coraje, ganas de llorar o impotencia, date permiso. Sentir y relatar lo que pasa en tu cabeza no te quita hombría, te alivia, te hace sentir quién eres. Desmitifica la teoría del doctor Michael Kaufman que afirma que «La masculinidad requiere la supresión de toda una gama de necesidades humanas, objetivos, sentimientos y formas de expresión».
2 No confundas orientación con identidad
Con el desarrollo de las comunidades sexo-diversas, algunas manifestaciones tanto estéticas como conductuales suelen complicar la construcción de una masculinidad heterosexual (los gays también poseen masculinidad). Por lo tanto sueles escapar de ciertas actitudes o usos con el fin de no ser comparado con grupos homosexuales o comprometer tu orientación sexual. Desde cuidar tu aspecto o figura hasta incurrir en actitudes se vuelve complejo en ese escape por mantenerte en tu línea «hetero». Entiende que una orientación va mucho más allá que dichos factores, comprende hacia qué sexo-género te orientas de manera erótica y afectiva. Tu identidad de género y tu masculinidad no se merman por respetar, aceptar o convivir con quienes tienen una orientación sexual distinta. Tampoco por explorar tu lado femenino en cuanto a apreciación o práctica de actividades que antes se pautaban como «de niñas». Insta a tu grupo de amigos a perder el miedo.
3 Emparéjate bajo tu nuevo concepto
Tal vez ya notaste que desde tu adolescencia quedaste tildado como el nice guy o el tipo que nunca conseguía mujeres. Analiza en qué se basaron. Ya no eres el mismo púber en autodescubrimiento. Ve a las mujeres desde tu nueva óptica y siéntete valioso. Del mismo modo genera nuevas dinámicas si en ese intento por encajar sabes -porque tu conciencia te lo ha dicho- que fuiste patán con ciertas chicas o no te permitiste vivir una emoción. Di lo que sientes, besa, abraza, sé delicado. Con ella y con tus hijos. Sé un hombre.
4 Intercambia antiguos roles
Las necesidades actuales, dado que ambos salimos a trabajar, requieren de una exploración de roles de género. Quizás nunca viste a tu padre levantarse a darle el biberón a tu hermano y preparar el desayuno en tanto tu madre salía de viaje de negocios. Y, claro, «te hace ruido» tener que realizar labores hogareñas ya sea porque vives solo (y no tienes un ama de llaves como los casanovas del cine) o porque tu mujer necesita ayuda. Ganarás una paternidad más enriquecedora, dejarás atrás el cliché del padre proveedor que no sabia ni qué edad tenían sus hijos. Del mismo modo, serás más independiente y tendrás más herramientas y, de paso, una mujer que también se comprometa a contribuir en el bienestar de ambos en el hogar.
5 Desecha al hombre proveedor absoluto
El doctor en filosofía, David Collenson, en su artículo Theorizing Unities and Differences Between Men and Between Masculinities comenta que las experiencias monetarias te alteran, ya que «ser hombre implica mostrarte como un proveedor sin restricciones y en control de las situaciones, tu vida y la de tu familia». Cuando ella gana lo mismo que tú o, incluso, sus honorarios superan a los tuyos, sueles sentir que ese «don» inherente a tu género se pierde. Y con ello el control prometido. Entiende de una vez que tu capacidad de protección y aseguramiento relacionados a tu hombría están intactas, aún cuando ella gane más. Si este factor ha dado lugar a juegos de poder creados por tu mujer, es entonces ella quien debe comenzar por reestructurar su concepto de feminidad.