Si balanceas lo que ingieres, puedes comerte un pastel sin que se te quede en la lonja. Lee esto y compruébalo.
Cocina las cuentas
Durante los siguientes tres días me concentraré en mi comida. Cualquier cosa que ocurra será anotada de forma religiosa, aunque me sienta tan a disgusto como cuando me someto a una dieta. Las cuentas me hicieron sentir tan tonto como esos tipos que cuando compran alimentos siempre ven la etiqueta de contenido nutricional. Un martes en la noche, invertí media hora en el supermercado calculando las calorías de los ingredientes de mi cena, cuando por fin obtuve el resultado, pude poner todas mis compras en el carrito. Gasté una preciosa parte de mi noche, pero en el momento que comencé a cocinar me sentí más molesto. Descubrí que obsesionarme acerca de la nutrición, no hace agradable una cena. Los alimentos preparados bajo la supervisión de una calculadora no tienen la misma apariencia. Cocinar ya no es un arte, es una ciencia, y no me refiero a aquella que lanza cohetes con bicarbonato de sodio y limón, sino de aquella que puso al hombre en la luna.
Básicamente estoy más preocupado por las calorías de mi comida que por su sabor. Esa no es vida y, la verdad, no me imagino haciendo esto por el resto de mis días. Pero hay algo que resulta dulce (quizá artificial): estoy a punto de aceptar mi objetivo. De hecho, el jueves eliminé 100 calorías de lo que acostumbro.
Grandes noticias, creo; pero al mismo tiempo no lo son. Antes de planear cuántos tarros de cerveza podré tomarme este fin de semana, el profesor Peter Emery, director del Departamento de Nutrición y Dietética del King´s College de Londres, en Inglaterra, me dijo algo menos aceptable sobre mi maquinaria «quemagrasa»: «Comer menos, causa una reducción de la energía que se gasta, porque el proceso de comer y digerir la extrae directamente en proporción de lo que se ingiere», explica. «Además, hay otros mecanismos psicológicos que se hacen más eficientes cuando es menor la cantidad de lo que se consume».
Así que, ¿pocas calorías son igual a mayor gordura? Intrigado y confundido pregunté al profesor Lean acerca de teoría de Layman. «Es un retroceso evolutivo; cazar para conseguir nuestra comida, cortar palos o cargar agua solía representar gran parte de nuestro gasto energético diario«, añade Lean. «Cuando no era tan sencillo conseguir alimento, el metabolismo humano estaba adaptado a almacenar el mayor tiempo posible las calorías, hasta que pudiera llevarse a la boca su siguiente bocado».
Investigadores de la Universidad de Kobe, en Japón, obtuvieron algunas cifras acerca de esta teoría. Dividieron a los participantes en dos grupos, a los primeros los hicieron seguir una dieta de 1,462 kcal., y al segundo, de 1,114 durante cuatro días. Al término del plazo el IMB había reducido 8 y 14% respectivamente. Esto confirma que el metabolismo humano depende del aporte de alimento. Ahora, mientras intento de contabilizar las mil calorías que cocinaré. El hecho es que la reducción de comida es contraproducente, restaura mi fe en las virtudes de mi nuevo esquema de alimentación. «Si llegas al punto de ignorar el hambre, entonces será aún más grave», añade el nutriólogo Alan Johnson. «¿Te has preguntado por qué después de una semana parece que te acostumbraste a una dieta?» En cambio, el control de calorías hace que tu metabolismo trabaje a máxima capacidad sin tener un aporte extra de energía que convertiría en grasa.
Así que cuando tu novia se queje porque no puede bajar de peso, comience a evitar el desayuno y coma sólo dos galletas saladas de cena, sabrás lo que hace mal. Tu cuerpo cuenta con una ingeniería biológica básica destinada a absorber nutrientes y producir energía, por lo mismo, cuando recibe demasiadas calorías no tiene la suficiente habilidad para quemarlas, y las almacena como una especie de combustible de reserva.
En realidad esa reserva no es un gran problema, sino todo lo que entra a mi boca el viernes por la noche. El sábado por la mañana comencé a hacer la cuenta de lo que devoraba de lunes a jueves y, después, en la noche del viernes: el total fueron 2,300 calorías extra, una cantidad muy difícil de pagar, especialmente con la resaca que ahora tenía. Así que, sin vergüenza alguna, admití que estaba en problemas.
Date cuenta
El lunes siguiente, después de una cruda moral por los resultados del fin de semana, decidí consultar nuevamente al experto para tener la completa certeza en torno a lo que hago mal. Es el mejor principio. «El IMB depende de tu peso, estatura y la masa muscular, y es susceptible a las pequeñas variaciones de tu dieta, incluso tan mínimas como cuando son de 8%. Por ejemplo, si ingieres al día 100 kcal. de más, en cinco años tendrás problema de obesidad».
La verdad no quiero eso, así que de inmediato me hice consciente de mi edad, sexo, estatura, peso y actividades diarias, con el fin de saber cuál es la cantidad que debo comer a diario y evitar esas fallas. El siguiente lunes, muy temprano, después de un fin de semana de cero alcohol, acudí al Reebok Sport Club Canary Warf para negociar con mi metabolismo.
Después de 10 minutos de intentar relajarme por medio de respiraciones en la máquina de oxígeno y diez más en la caminadora, la computadora analiza los procesos químicos que suceden en mi cuerpo para descubrir mi IMB (el cual es único y personalizado). Luego, mediante un software, un entrenador especializado diseñó un programa de actividades «día a día» de acuerdo con mi estilo de vida. Al final, se determinó que debería consumir máximo 2,110 calorías.
Los especialistas en nutrición aseguran que un ideal de consumo asciende a 2,500 kcal. al día en hombres, a fin de mantenerse saludables sin riesgo de desarrollar obesidad. Pienso que soy uno promedio, con seguridad tú también lo crees. Pero esas estadísticas se basan en personas que hacen actividades más allá de su trabajo, esto significa que mis necesidades son 400 kcal. menores. Por ejemplo, si me dejara guiar por esos números, después de un mes habría consumido 2,800 kcal. de más, el equivalente a 51 chocolates. Aunque suena delicioso, es preocupante.
Debes estar consciente de que cada que acumulas 3,500 kcal. extra en tu dieta significará un kilo extra para ti. Por ejemplo, si te comes seis chocolates al día, en un mes pesarás 3.2 kilos más y 38.4 kilos más en un año.
Leña al fuego
Con esta preocupación en mente, comencé la tercera semana con nueva ayuda proporcionada por la tecnología. Cada uno de los alimentos frescos cuenta con una escala que permite identificar cuántas calorías te aporta. En las mañanas monitoreo mi peso y mi porcentaje de grasa para conocer sus fluctuaciones. Los programas computacionales, a través de un análisis de tu metabolismo, son capaces de determinar con la misma precisión que los aparatos de la NASA qué tan lejos corriste, la velocidad de la carrera y, por supuesto, cuántas calorías consumiste para lograrlo. Con el apoyo de todo este arsenal científico me dispongo a elegir algo a la hora del almuerzo, debe contener aproximadamente 460 kcal. Tras analizar la etiqueta de varios productos y sudar un poco a la hora de tomar la decisión final, elijo un sándwich de pollo con aguacate (461 kcal.) Por fortuna, mi nutriólogo me informó que esa sola medida calórica no es suficiente como para preocuparme, porque mi metabolismo la quemará sin problema.
«La energía que produce tu cuerpo no sólo te sirve para correr, sino que es vital para los procesos digestivos», añade Johnson. «De hecho entre el 5 y 15% de las calorías que comes son empleadas en el proceso de masticar y tragar». Estoy seguro que para ti éstas son buenas noticias. Pero espera, pues el profesor Lean tiene más: «La energía requerida para procesar la comida -proceso térmico- varía de acuerdo con lo que comes. Por ejemplo, la grasa no necesita transformarse en nada, si la comes, tu cuerpo la almacena como tal. Las proteínas y los carbohidratos son menos convenientes, porque tu cuerpo requiere más energía para procesarlos. Esta es la razón por la cual los alimentos más grasosos engordan más». Investigadores de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos, encontraron que el efecto térmico que produce el metabolismo cuando procesa los carbohidratos y proteínas es 14.6%, a diferencia de las grasas (10.5%). Esto dice que la grasa genera más calorías y se almacena directamente en la cintura. Así te inspira a comerte un delicioso filete lleno de proteínas, pues 28 de las 191 kcal. en cada 100 gramos son quemadas mientras lo ingieres.
El conteo final
Al final del mes, me quedé pensando acerca de mi motivación para encontrar -en el laboratorio- el contenido calórico de cada cosa que me llevo a la boca y de cómo obtener en el supermercado información nutricional. En realidad se trata de tareas bastante laboriosas (y nada satisfactorias). Por ejemplo, masticar mientras piensas en lo que trituras no te permite disfrutar nada. Sin embargo, es mejor conocer cuántas calorías te llevas a la boca y cómo las mueves a masticar de forma repetitiva al estilo Rain Man. No cabe duda de que si tienes problemas de peso, la mejor forma de eliminarlo es saber cómo trabaja tu metabolismo y proporcionarle sólo lo que necesita. Si haces esto, comenzarás a reducir cerca de 1.5 kilos por mes.
«El ejercicio no es tan efectivo para quemar calorías, como lo puedes lograr a través de un plan estratégico de alimentación», puntualiza el profesor Lean. «Con esto no quiero decir que dejes de entrenar, pues te ayudará a mantenerte sano sin importar el índice de metabolismo basal que tengas. Lo vital es que pienses más en lo que cenarás si no estás seguro de que a la mañana siguiente saldrás a correr«.
Al final del plazo que me propuse, estaba más consciente acerca de los efectos que esa hamburguesa doble con queso generarán en mi cuerpo después de tragarla. Pero cuando lo hagas, la disfrutarás más al saber que siempre cuidas tu dieta y haces ejercicio con frecuencia.