Entérate cómo los malos hábitos y la apatía afectaron a Thomas Thomas Oelschlager y cómo la voluntad y la disciplina lo llevaron a adelgazar.
La caída
En la preparatoria corrí a campo traviesa y después de la graduación ingresé a la Reserva del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Luego me fui a descansar. Me lo había ganado, ¿no? La pizza y la cerveza se volvieron mi dieta. En la reserva me pidieron que entrenara sólo un fin de semana al mes y, por lo mismo, me dejé llevar. Luego, después de graduarme de la universidad, tomé un trabajo de escritorio y desarrollé un gusto por estar sentado todo el día. Para cuando las reservas necesitaron mis servicios (posiblemente me enviarían a Irak) no estaba en forma para pelear.
La llamada de atención
Un mes antes de que me enviaran a Irak, me casé. En nuestra luna de miel en un crucero a México, buceé un poco y comí mucho. Cuando vi las fotos me di cuenta de hasta dónde había llegado y no podía seguir así. Mi despliegue militar fue mi oportunidad para cambiar las cosas: estaría lejos de la rutina y con la capacidad de ponerme en forma.
La comida
Mi primer reto: tenía que ingerir mis alimentos en una cafetería. Me adapté pronto y me deshice del pan blanco; si en el menú había sándwiches de pollo, tiraba el pan. Comencé cada alimento con una gran ensalada y me llenaba con unas cuantas calorías. Las golosinas son mi perdición, así que cada domingo me servía un poco de helado,
El acondicionamiento
No les mentiré. A veces perdía toda motivación para ir al gimnasio, especialmente al principio. Por eso le pedí ayuda a un amigo. Como era de esperarse, en los días que no quería levantarme del sillón, él golpeaba mi puerta y me gritaba para que me apurara. Comenzaba cada entrenamiento con 10 minutos de estiramiento, seguido de dos a tres series de ejercicios (como levantamientos con barra fija, sentadillas, lagartijas, levantamientos de cadera y abdominales en reversa). Terminaba la rutina con carreras intensas de 20 minutos.
La recompensa
Después de siete meses, regresé de Irak como hombre nuevo. Era tiempo de un verdadero cambio: reservé un lugar para mi esposa y para mí en un crucero de Royal Caribbean. Planeo comer bien (vamos, es un crucero), pero la clave es el balance. He aprendido que no importa dónde estés, hay formas de mantenerse activo. El barco tiene gimnasio, una pared para escalar y un campo de minigolf. Y ahora que he perdido peso, me siento listo para dominar cada una de estas actividades.