La CIMT-54 ha generado tanta esperanza como dudas.
Investigadores colombianos liderados por el filósofo y médico Hugo Segura hicieron público hace pocos días un supuesto descubrimiento que revolucionaría la medicina y los tratamientos hasta ahora aplicados contra el cáncer: la vacuna CIMT-54 que sin suficientes documentos que sustenten su investigación ha generado tanta esperanza como dudas.
Desde hace casi 20 años Segura y su equipo, con recursos de la Universidad Manuela Beltrán de Bogotá, iniciaron el camino hacia la posible cura de una de las enfermedades más mortales del mundo que se ha convertido en el mayor temor de la sociedad y el reto de la medicina.
Después de que la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos otorgara en junio pasado un certificado de patente a la CIMT-54, sus creadores decidieron dar la buena noticia a través de los medios de comunicación locales sin contar que se generaría una lluvia de cuestionamientos y críticas que todavía no paran.
Segura, quien a petición de la Universidad Manuela Beltrán decidió guardar silencio y no conceder nuevas entrevistas, dijo hace dos semanas al noticiero CM& que el estudio se debatió entre réplicas, errores y nuevos intentos que finalmente concluyeron en la detección del "tipo de proteínas y adyuvantes inmunológicos específicos" provenientes de tumores.
Como vacuna biológica autóloga, es decir, elaborada a partir de las propiedades del tumor de un paciente, la CIMT-54 tendría la capacidad de tratar la enfermedad "bloqueando las células tumorales para que no se produzca metástasis".
Además, podría "reactivar el sistema inmune haciendo que éste ataque a la células malignas exclusivamente", contrario a lo que produce un tratamiento convencional con quimioterapia o radioterapia.
El camino para lograr tan magno descubrimiento, que de ser efectivo le daría además un giro a la industria farmacológica, inicia normalmente en una fase de laboratorio para pasar a animales y finalmente a humanos. En esa última fase denominada clínica se prueba la vacuna en un grupo no mayor de 100 personas sanas.
Posteriormente, las pruebas se realizan en un grupo más grande pero de individuos enfermos para determinar la dosis que muestre resultados y finalmente se descartan posibles efectos secundarios en un grupo de al menos 3.000 pacientes.
Sin embargo, la poca documentación con la que cuenta el grupo de especialistas de la Universidad Manuela Beltrán, así como el corto recorrido médico y científico del doctor Segura, generan dudas en diversos sectores de la sociedad científica colombiana.
El oncólogo de la Fundación Santa Fe de Bogotá Andrés Cardona considera que "no existen antecedentes previos de la vacuna ni publicaciones médicas que sustenten la investigación", por lo que cree que "hay que ser prudentes con la información".
Sobre la patente otorgada al grupo liderado por Segura, que no cuenta con doctorados o estudios profundos en el tema, la microbióloga María Latting afirma que éstas no confirman el descubrimiento sino que simplemente "muestran que lo descubierto le pertenece a tal persona".
La médica docente de la Universidad Javeriana Paula Prieto considera por su parte como preocupante que el proceso para lograr la vacuna y su aplicación en humanos no haya sido vigilado por el Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos), como lo ordena la legislación colombiana.
Prieto cree que algo peor es que la Universidad Manuela Beltrán no cuente con los consentimientos informados aprobados por los pacientes, procedimiento necesario para la aplicación del descubrimiento en los 133 humanos que según Segura han recibido la dosis a lo largo de la investigación.
"Venían pacientes a los cuales la medicina los había abandonado, y con un consentimiento plenamente establecido, venían a someterse al tratamiento y logramos, por ejemplo, que una persona que tenía un mes de vida diagnosticado, viviera no cinco, ni siete, sino 10 años más", afirmó el médico al dar a conocer los alcances de la vacuna.
Aunque en las principales publicaciones científicas del mundo, así como en los motores de búsqueda de información médica como PubMed, la vacuna aún no ha sido reseñada, los testimonios de quienes supuestamente se beneficiaron de la CIMT-54 abundan en Internet.
Ese es el caso de Marina Acosta, una mujer de 37 años quien afirma que tras iniciar tratamiento con la vacuna en 2007, un año después de haber sido diagnosticada con cáncer de mama y metástasis en una vértebra, "los resultados comenzaron a ser evidentes".
"Al realizarme la gammagrafía ósea de control apareció libre de metástasis, negativo para metástasis", escribió Acosta al detallar que "vacunas de refuerzo" son necesarias para controlar el cáncer.
El doctor y oncólogo Carlos Castro, miembro de la Liga Colombiana contra el Cáncer, opina que "generar expectativas y esperanzas de vida que no son reales a quienes padecen de una enfermedad tan delicada como lo es el cáncer es realmente preocupante.
Tratamientos como la quimioterapia, radioterapia, cirugías, trasplantes de médula ósea, inmunoterapias, entre otros, quedarían en el pasado de ser confirmada la efectividad de la vacuna que además de curar la mortal enfermedad buscaría prevenirla.
No obstante, serán las autoridades las encargadas de entregar una explicación sobre el anuncio que contrario a recibir aplausos y reconocimientos, está generando controversia y grandes dudas en el país sudamericano.