Esta característica puede ser una ventaja.
Hablar demasiado bien de uno mismo cae mal, sobre todo cuando se busca empleo o se tiene una entrevista por un posible ascenso. Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Psicología de la Universidad de Bonn, en Alemania, determinó que mostrar cierta modestia en una entrevista de trabajo rinde más que promocionarse ostensiblemente.
Esto rige sobre todo cuando los candidatos parten de la base de que quien los entrevista conoce de sobra sus fortalezas y capacidades. Esto brinda el perfil de una persona más simpática y capaz que cuando no se hace más que hablar bien de uno mismo.
El trabajo se basa en tres estudios. En dos análisis experimentales los participantes tenía que evaluar postulantes ficticios. Debían evaluar qué tan capaces y simpáticos los consideraban y con qué probabilidad les ofrecerían un puesto. Los candidatos emplearon distintas estrategias: desde halagar al otro y promocionar sus virtudes hasta presentaciones más modestas. La mayoría de las veces, fueron mejor evaluadas las presentaciones modestas.
El tercer estudio analizó la relación entre la autopercepción de los empleados más jóvenes en sus trabajos y la percepción que tienen de ellos sus jefes. Los jóvenes más modestos en su propia percepción, y que mostraban eso mismo hacia afuera, fueron considerados por sus superiores más simpáticos y capaces.