Algunas píldoras y tónicos pueden dar beneficios como construir músculos o endurecer tu vida sexual, otras son un peligro.
Existen píldoras y tónicos que realmente pueden dar beneficios como construir músculos o «endurecer» tu vida sexual. Sin embargo, también hay productos creados sin la debida investigación y sin el aval de instancias gubernamentales que buscan cumplir con esas u otras funciones pero que, en vez de ayudarte, podrían dañar tu salud. Aprende a identificar su amenaza.
Heath Stevison quería aumentar un poco sus músculos para lucirlos en la playa en sus próximas vacaciones. Con un peso de 70 kilos, él sentía que necesitaba una «ayudadita» en el gimnasio. Pero esta casi lo mata. Todo comenzó en 2009, cuando pagó 30 dólares por una botella de «M-Drol». Leyó la etiqueta y tomó el suplemento durante un mes para completar el ciclo y, de inmediato, iniciar uno nuevo. Los resultados fueron impresionantes: aumentó siete kilos de músculo en unas semanas.
Junto con el notable cambio de su apariencia, Stevison notó algo más: comezón en sus piernas y costados. A mediados de julio, se despertaba por las mañanas con las sábanas manchadas de sangre como resultado de rascarse durante las noches. Su novia se hacía cargo del lavado de ropa, así que le preguntó si había cambiado de detergente. Pero la respuesta fue negativa. Una semana después, al verse al espejo, Stevison notó que sus ojos estaban amarillos. Entonces, él trabajaba jornadas de 12 horas en Lake Charles, Louisiana, para una proveedora de equipo para plataformas de perforación. Por eso, creyó que era simple cansancio.
Cuando la piel de Stevison desarrolló el mismo tono mostaza y el cansancio apenas le permitía levantarse de la cama, su madre lo llevó al hospital. Una vez ahí, después de varios estudios y una biopsia, los médicos dijeron que su hígado estaba muy dañado. El diagnóstico: consumo de esteroides. En vez de asolearse en alguna playa, Stevison permaneció entubado en el Hospital Metodista de Houston. Un doctor le anunció que era momento de esperar por un nuevo hígado. Stevison dice: «Cuando comenzó a hablar de trasplantes, todo lo que podía hacer era rezar. Tenía 24 años y solía ser sano».
Menos de tres meses después de que Stevison fue internado en el Hospital, la empresa minorista (bodybuilding.com) anunció que retiraba del mercado M-Drol y otros 64 suplementos alimenticios porque contenían «ingredientes considerados esteroides». Previamente la Food And Drug Administration de Estados Unidos (FDA) lo había clasificado como «Producto no reconocido como medicamento» o, bien, «pseudomedicamento».
Por ley, los suplementos alimenticios deben contener al menos una vitamina, mineral, aminoácido, enzima u otra sustancia empleada por el cuerpo. Pero a algunos se les agregan sustancias que no han sido probadas correctamente, que son ilegales o que necesitarían receta médica para su consumo. Sus fabricantes suelen decir que se han confundido por jurisdicciones gubernamentales que se enciman o contraponen, y que, por eso, no saben lo que es legal o lo que no. La mayoría de las veces esta adulteración es deliberada y criminal, llevada a cabo por vendedores que buscan una tajada del mercado de 27 mil millones de dólares, ofreciendo un producto que muestre resultados sin importar las consecuencias. Así, cualquier cosa puede convertirse en un éxito rotundo: antes de que los laboratorios Competitive Edge descontinuaran «M-Drol», los ingresos brutos anuales de la compañía sumaron más de cuatro millones de dólares.
Los productos de cuidado con frecuencia están relacionados con la pérdida de peso, aumento de volumen muscular y la mejora en el desempeño sexual. Las etiquetas utilizan la palabra «suplemento», pero el producto puede contener esteroides, sustancias como el sildenafil para combatir la disfunción eréctil o químicos usados para reducir el peso. Es una vieja trampa pero, con la globalización de los medicamentos y la facilidad que brinda internet para su distribución, las probabilidades de que te topes con un suplemento adulterado son más altas que nunca.
El doctor Tod Cooperman, quien dirige ConsumerLab.com, una compañía independiente dedicada a comprobar la calidad de este tipo de productos, dice: «Antes, no publicábamos advertencias y anuncios de salida del mercado de productos dañinos como ahora».
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Los representantes de la industria le atribuyen la culpa a un pequeño número de productos provenientes de empresas desconocidas que operan fuera de Estados Unidos. Pero nadie sabe cuántos suplementos adulterados o «piratas» existen hoy en el mercado. Michael Levy, director de Nuevos Medicamentos y Reglamento de Etiquetado de la FDA, dice: «No hay forma de medirlo. Hemos hallado docenas de productos ilegales que han sido puestos a la venta y seguro que, pronto, ubicaremos más. Estos suelen ser el resultado de juntar el conocimiento científico con la agudeza del crimen organizado». A menudo, los medicamentos están modificados a nivel molecular: les añaden o quitan átomos, de modo que logren evitar ser detectados con pruebas de laboratorio. El problema es que un cambio leve en su estructura molecular puede tener consecuencias desastrosas. Debes tener en cuenta que la diferencia entre el etanol (una sustancia que puedes ingerir en cualquier bar) y el Metanol (un químico que, una vez ingerido, te dejará ciego y acabará matándote) es un átomo de carbón y un par de hidrógeno.
El Doctor Pieter Cohen de la Cambridge Health Alliance, afiliada a la Universidad de Harvard, dice: «Podrías enfrentarte a un producto ilegal cuyos efectos secundarios son desconocidos. Es una situación peligrosa». Si la sustancia ajena al producto no está disimulada químicamente, aún podría ser peligrosa. Por ejemplo, un ingrediente común entre los suplementos adulterados para perder peso es la sibutramina. Esta sustancia solía ser prescrita para la pérdida de peso hasta que fue retirada del mercado en Estados Unidos porque se demostró que aumentaba los riesgos de padecer ataques al corazón y derrames cerebrales entre la gente que la consumía. Además, los suplementos adulterados también pueden contener una dosis mucho más alta de la que tenía el producto en que se inspiraron.
La FDA reconoce que han muerto muchos consumidores de estos productos y saben que es imposible saber cuántos. Sus funcionarios creen que las cifras están muy por debajo de la realidad y esto es resultado de que los doctores no siempre están enterados de lo que toman sus pacientes. (Un estudio demostró que el 69 por ciento de quienes utilizan suplementos junto con medicamentos de receta no se lo dicen a su doctor.) Con frecuencia, los consumidores no atan cabos cuando empiezan a presentar algún síntoma. Heath Stevison, por ejemplo, primero le adjudicó la culpa de sus males al detergente y no al «M-Drol». Parte del atractivo de los suplementos es su «origen natural», así que se protegen con la falsa promesa de ser bastante seguros.
En diciembre, la FDA anunció que tomaría medidas enérgicas contra los suplementos adulterados. Envió una carta a las agrupaciones distribuidoras de esta industria e implementó acciones para publicar en internet las advertencias sobre productos adulterados. Fijó estándares más altos para la producción y objetivos de seguridad para mantener unidos todos los eslabones de la cadena de abastecimiento de suplementos alimenticios con el fin de responsabilizar a las partes involucradas y evitar la infiltración de productos modificados.
El que estas acciones hagan un diferencia o no, es difícil de saber. Hasta este año, la FDA no ha tenido la autoridad para ordenar el retiro del mercado de estos productos y debe confiar en la cooperación voluntaria de los distribuidores. Cohen comprobó lo poco funcional de esta estrategia en 2010: compró en línea 72 suplementos adulterados que formaban parte de una alerta al consumidor lanzada en marzo de 2009.
(Continúa)