Dicen que los ojos son las ventanas del alma. Si es así, más vale que mires de la forma correcta a esa impactante chica del gimnasio.
Estoy sentada en el aeropuerto, miro la pantalla de mi laptop mientras evito la mirada lasciva del idiota con la camisa de cuello abierto que no deja de poner sus ojos encima de mí, siento que me desnuda. Me estremezco pero la página de mi perfil de Facebook no tiene noticias para mí y no hay nada en mi bandeja de entrada.
Mis ojos comienzan a explorar. Lentamente examino la tienda de libros frente a mí. Me detengo en un tipo completamente absorto en la sección de autobiografías. Es hermoso, prácticamente un adolescente pero vamos, sólo lo observo. Mis ojos miran a otro lado pero en poco tiempo regreso inevitablemente a él, sólo para darme cuenta de que no está tan enfocado en los libros como lo había pensado en un inicio. Me observa y la esquina de su boca deja entrever una pequeña sonrisa. Levanta la ceja un poco y me deshacecon esa expresión. Me sonrojo como una idiota, torpemente me acomodo los lentes y comienzo a dar golpecitos sobre el teclado con la esperanza de dar la impresión de que estoy completamente ocupada y que tengo un puesto muy importante. Lo miro de nuevo y él también lo hace: sostenemos una larga mirada. Sus profundos ojos hacen volar mi imaginación y no puedo evitar devolverle una juguetona sonrisa.
Todo esto continúa mientras llega la hora de abordar el avión. Nunca existió la creencia de que llegaría a algo más. Fue sólo un poco de excitante sexo visual. No es nada nuevo. Este tipo de coqueteo ocurre desde que nacieron los hombres y las mujeres. Simplemente nunca me habían violado visualmente en una tienda de libros de un aeropuerto internacional. Sin embargo, ¡me encantó!
En el pasado, una mirada como la del chico de la librería hubiese sido seguida por un intento de conversación. Por lo regular esto rompe con el encanto. Una vez que hubiese empezado a hablar, ese aire erótico de misterio y suspenso se hubiese disuelto y yo habría quedado decepcionada. Sé cuándo es hora de irme.
Si te preguntas en qué consiste esta interacción entre iris, piensa en el viejo dicho que habla sobre cómo los ojos son las ventanas que dan al alma. Si la tuya examina los pantalones de la chica de la fila frente a ti, tus ojos te delatarán. Un ejemplo de ello es mi experiencia en la sala de espera. Nunca cruzó por mi mente llevar la interacción a otro nivel y eso fue justo lo que lo hacía perfecto. Sólo fue un inocente interludio que resultó ser como un viagra para mi confianza. Nada como la seguridad interna para hacer que una mujer se sienta sexy.
El coqueteo con los ojos siempre ayuda a pasar el tiempo mientras uno espera el vuelo, en el tráfico o en la bicicleta del gimnasio. Es una forma de hacer que una mujer se sienta increíble sin tener que esforzarse en hablarle. Y si sabes que quieres llegar a algo más, las miradas son como el toqueteo previo sin esfuerzo.
Los resultados que quieras de esta conversación silenciosa dependerán de ti. O te lo tomas con calma o te arriesgas y te vas, dejándola sonrojada y preguntándose si algún día te verá de nuevo. Deja una primera impresión devastadora.
Mientras guardo mi laptop y camino hacia la puerta de salida, no puedo resistir voltear discretamente sobre mi hombro. El chico de la librería me mira unos segundos, levanta su ceja sutilmente y luego regresa la mirada a los libros. Sin duda hace lo mismo con todas las demás, pero no me importa. Hizo que me sintiera como un millón de dólares.