Karim Baylor se negó a conformarse con ser talla 46. Este testimonio te dará el impulso que necesitas para lograrlo.
Nombre: Karim Baylor
Edad: 23 años
Peso: de 117 a 77 kilos
Estatura: 1.73 metros
Tiempo para alcanzar su meta: Cuatro años
Ocupación: Entrenador personal
Ubicación: Nueva York, Estados Unidos
Antes
Antecedente
Cuando estaba en el equipo de beisbol en la preparatoria, los entrenadores me mandaban a la banca frecuentemente debido a mi peso. Esto me hacía sentir mal, pero llegó un momento en el que me acostumbré a ser el «gordito» del equipo. Me consolaba saber que al menos lo intentaba y hacía «ejercicio» los fines de semana. Por eso, cuando llegaron las vacaciones de verano tomé lo que consideraba ser un merecido descanso. Me alejé del campo de juego y decidí darme unos meses de inactividad física. Así me senté en el sofá y comí durante meses sin restricción alguna.
Poco tiempo después me gradué y fui aceptado en la Universidad de Miami para continuar con mis estudios. Eso significaba playa, y fue cuando quería pasar más tiempo en la arena con todas las chicas en bikini, pero no me sentía nada cómodo con mi cuerpo.
La llamada de alerta
Esta fue la situación que me motivó a dar el primer paso para cambiar mis hábitos y estilo de vida; sin embargo, el momento decisivo fue cuando me di por enterado de la talla de mis pantalones: ¡46! Esto fue lo que realmente me hizo transformarme. Era la más grande disponible en el uniforme de la escuela y, lo peor, que me quedaba apretado. Llegué a mi límite físico y emocional. No podía más.
La comida
Mi Universidad era conocida por su buena comida, por lo que la tentación estaba por todos lados. Así que me puse algunas reglas a mí mismo: uno, comer por lo menos una porción de proteína del tamaño de la palma de la mano en cada comida. Dos, comer vegetales regularmente y probar uno nuevo de vez en cuando. Tres, alimentarme con una fruta cuando tuviera antojo de un snack o refrigerio. Sorprendentemente eso fue suficiente para comenzar a perder peso.
El entrenamiento
Un amigo se me unió para ir al gimnasio las primeras veces. Esa fue una buena manera de comenzar. Él me enseñó algunos ejercicios básicos con peso, lo que me ayudó a sentirme menos torpe. Y, cuando me subí a la elíptica, me encantó sudar como lo hice. La máquina no dañaba mis rodillas, a diferencia de correr, y así podía empujarme para ir por otros cinco minutos más en cada entrenamiento. Pronto comencé en la caminadora, luego a correr al aire libre alrededor del campus. Pero siempre aumentaba el reto.
La recompensa
En el primer año me gustaba una chica que ni siquiera se hubiera fijado en mí por mi cuerpo. Pero, para el segundo año, ya estábamos saliendo. Ya no estamos juntos, pero esa relación sigue siendo una recompensa a mi esfuerzo. Y con mi nuevo empleo como entrenador personal en Nueva York, me sobran citas para los viernes en la noche. Les digo a mis clientes que yo solía ser gordo y no pueden imaginarlo. Pero cuando llegan a creerme, lo hacen en ellos mismos también.
Ahora
Tip extra: Empalma tu proteína
El grosor y tamaño de la palma de la mano de un hombre promedio equivale a cuatro onzas de carne, o aproximadamente a 30 gramos de proteína, dice el nutriólogo Christopher Mohr, Ph.D. (Doctor of Philosophy). Hazte el propósito de consumir esa porción en cada comida. Si lo haces te sentirás satisfecho por más tiempo, lo que significa que tendrás menos antojos.