Dominar un nuevo lenguaje es un reto no sólo para ampliar tu cultura, sino para ejercitar el órgano entre tus orejas: el cerebro.
Si no serás autodidacta, elige un profesor o escuela que cuente con prestigio y ofrezca planes de resultados concretos. Es decir, con exámenes.
Incrementa por tu cuenta. Trata de aprender de 10 a 20 palabras nuevas por día y búscales utilidad así como relación con algo de tu vida cotidiana.
Ten siempre el diccionario a la mano (hay varias aplicaciones de este tipo o puedes navegar un diccionario online desde tu móvil) y compra una novela corta en ese idioma. Elige las palabras que no sepas en una página y no la dejes hasta comprenderla.
Renta películas en ese idioma y pon los subtítulos en esa lengua. Además, escucha música original de la lengua para familiarizarte con la pronunciación.
Ten paciencia al comenzar a hablarlo, date tiempo y verifica con tu maestro o con alguien que lo tenga como lengua nativa. Así no memorizarás mal o te crearás vicios de pronunciación.
Utilízalo para escribir tus notas personales, la lista de súper y únete a chats para practicar tu ortografía y gramática.
Planea un viaje a un país donde se hable el idioma y disfruta de tus avances en cosas concretas. Aquí es donde tanto estudio te dará fruto. Disfrútalo.