La estrella de The Walking Dead, vivía bien en Inglaterra y luego decidió que quería más retos? Como dedicarse a cazar zombis.
Es una Mañana de domingo en Atlanta. La mitad de la ciudad se encuentra ya sea en la iglesia o almorzando, lo que nos convierte en los primeros clientes del día en el campo de tiro Quickshot, muy cerca del principal complejo de oficinas de los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). El mismo que explotó en el final de la primera temporada de The Walking Dead, forzando a los sobrevivientes del apocalipsis zombi que huyeran de la ciudad. Esta serie promedió 6.9 millones de televidentes en su primera temporada.
Lincoln es un actor inglés que, antes de volarle la cabeza a su primer zombi, apenas era conocido por el público en este continente por estar loco por Keira Knightley en Love, Actually. Su carrera podrá parecer tan bien dirigida como las balas .45 que acierta a blancos a 15 metros de distancia. Este atleta del rugby es egresado de una escuela británica para varones, donde fue animado para hacer pruebas en una obra de teatro (Oliver!). Pero sus padres (un ingeniero y una enfermera) se mostraron escépticos que su hijo de 17 años pudiera hacer una carrera como actor. «Consigue entrar a cinco escuelas de actuación y yo te dejo estudiar en una», le dijo su padre.
Ese era el impulso que Lincoln necesitaba: una cosa es querer ser actor y otra muy distinta es hacer todo el trabajo difícil que implica convertirse en uno. Él, obsesionado con las audiciones, interpretaba un discurso basado en Clockwork Orange que él mismo había escrito. Descuidó otras materias, pero la concentración le rindió frutos. Cinco escuelas lo aceptaron y, de ellas, él escogió la ultracompetitiva Academia Real de Arte Dramático que ese año solo aceptó 28 estudiantes de cerca de tres mil solicitudes.
Justo después de graduarse, consiguió un papel en la serie de la BBC This Life, sobre un grupo de cinco graduados de la escuela de leyes que comparten casa. El programa le dio a Lincoln reconocimiento dentro del Reino Unido. Disfrutaba una vida envidiable, yendo de su trabajo en televisión al teatro y, ocasionalmente, al cine. En una visita de regreso en la Academia Real, los estudiantes le preguntaron la clave de su éxito: «¿Cómo lo hiciste?». Hoy en día, él contesta que no tuvo plan alguno. Pero hace algunos años, acercándose a la mitad de los 30 y con su primer bebé, Lincoln decidió que era momento de madurar. La carrera que había iniciado con la perspectiva obsesiva de un adolescente necesitaba la misma atención de nuevo. Y pensó en EUA.
En el mostrador principal del stand de tiro Quickshot, Lincoln revisa las armas detrás del cristal: Glocks, Sig Sauers, Rugers, Remingtons. Pero ¿cuál escoger para la práctica de tiro? Una obvia es la Magnum .357 Colt Python que el personaje de Lincoln usa indiscriminadamente frente a una horda de zombis. «Esa es mi arma», dice. Segundos más tarde, ya la tiene en una canasta junto con una caja de balas.
Lincoln aprendió a usar armas cuando estelarizó la serie británica Strike Back. Su personaje, Hugh Collinson, un oficial de la inteligencia militar, recibió cerca de 80 balazos y eventualmente lo hicieron explotar. Esto explica por qué Lincoln se ve tan natural en el campo de tiro, con los pies plantados, la palma bien sujeta de la cacha de la pistola mientras su mano derecha guía y dispara. Pero lo que no explica es por qué tiene tan buena puntería, haciendo grupos cerrados de agujeros en «el zombi Chuck», el blanco común en muchos campos de tiro.
Cuando su agente le sugirió que hiciera una audición para The Walking Dead, Lincoln no había escuchado de las novelas gráficas en las que se basa la serie. Luego, al visitar una tienda de cómics, vio un muro dedicado a ellas. Fue un momento crucial. «He interpretado papeles de muchacho bromista, románticos y dramas de época». Pero ¿esto?
Así que grabó un video de sí mismo hablando con acento sureño para la nueva serie de zombis de la televisión de EUA. Gracias a las noches largas como nuevo papá, empezó a verse más cansado. Difícilmente estaba todo planeado, pero funcionó. Lincoln venció cerca de 100 rivales por ese papel, y lo ha adoptado tan bien que sigue hablando como su personaje entre tomas. Y esa actitud se ha esparcido entre el resto del elenco.
«Andy mantiene vivo el programa», dice Steven Yeun, quien interpreta a Glenn, uno de los asistentes más inocentes del sheriff. «Siempre llegaba temprano y se iba tarde, conocía sus líneas y apoyaba a todos cuando veía que bajaba la energía en las escenas».
En los días de descanso, es frecuente que Lincoln invite a algunos integrantes del elenco a su casa en Atlanta, donde se luce con las habilidades culinarias que afinó en su época de escuela. «Preparó un espagueti a la ?Boloñesa? muy bueno», dice Yeun. «Cuando lo probé, le dije: ?¿No te cansas de hacerlo todo bien??».
Lincoln logra incluso que parezca fácil el mantenerse en forma. Como la mayoría de los protagonistas, se ve más delgado en per- sona de lo que luce en la pantalla. Cuando le pregunto por el régimen que sigue, él responde con simpleza: «Come menos y haz más ejercicio». Así que no es de sorprender el enterarse que Lincoln no se ejercita con un entrenador y que odia ir al gimnasio.
«No me interesa todo ese aspecto de vanidad de construir diferentes músculos en el torso o las piernas», dice. «Probablemente platico con la revista equivocada. No me suscribiría a ?El fenómeno de la actuación con abdomen de lavadero?».
Por suerte, la naturaleza física de The Walking Dead (pelear, aterrizar y correr a través de los pinos de Georgia a una temperatura de 32 °C) le da a Lincoln todo el ejercicio que requiere. Y, cuando quiere algo más, se pone a correr. Hace algunos años, después de que su madre anunciara que correría su primer maratón a los 59, Lincoln decidió unírsele y terminó en menos de cuatro horas. Hoy, corre distancias menores, conociendo su ciudad adoptiva calle por calle. Correr requiere trabajo, pero también es algo en lo que se puede improvisar (tal como ha sucedido en su carrera profesional).
«Claro que me quiero mantener en forma, pero además tener resistencia», asegura Lincoln. «No es hacer ejercicio por vanidad, sino por tener la posibilidad de realizar tareas con mayor facilidad. El viernes tuve una jornada de 18 horas, incluyendo recorridos. Me desperté al cuarto para las seis de la mañana y volví a casa pasada la media noche. La temperatura estaba casi a 35°C y había mucha humedad. Así que no necesito un entrenador si tengo un ?Apocalipsis zombi? para mantenerme en forma».