Los tiempos en que físicos imponentes como el de The Rock o Arnold Schwarzenegger eran atractivos, si es que alguna vez lo fueron, se acabaron. Lo de hoy es estar ‘mamey’, sí, pero algo más fit, compacto, marcado, rayado… ¿un ejemplo? Algo así como Brad Pitt en Fight Club (pero con tatuajes).
Nada masivo. Unos buenos abdominales bien definidos, brazos tonificados y pectorales marcados son elementos característicos que un hombre común busca al ingresar a un gimnasio; influenciado en gran parte por esta tendencia que, con otros nombres, ha sido una constante del cuerpo masculino ideal desde hace mucho tiempo.
Esta tendencia tiene historia y nombre. Se le bautizó como ‘Spornosexual’. En palabras de Mark Simpson, quien también acuñara el término ‘Metrosexual’, “se trata de una versión más extrema y obsesiva del cuidado del cuerpo masculino que los ‘metrosexuales’ de los 90, que además parece encajar a la perfección con este look desaliñado, mal vestido y súper marcado de hombres con tatuajes de mal gusto que en últimos tiempos abundan”.
Una “especie” que se crea a partir de la fusión del deporte, el sexo, el gusto por la pornografía y la preocupación por tener un cuerpo bien definido. “Este tipo de hombre va al gimnasio por el día, ve porno por la noche, y valora más el cuidado de su cuerpo que su ropa”.
Según lo que afirma Simpson, su principal inspiración reside en las estrellas porno con cuerpos aceitados y deportistas de actualidad (si están tatuados, mejor). Su santo patrono es el ex futbolista David Beckham, en tiempos recientes más famoso por su línea de ropa interior que por su habilidosa pierna derecha, o Cristiano Ronaldo (sólo que él no tiene tatuajes). El término deriva precisamente de lo anterior, deportistas (sportsmen en inglés), estrellas porno y sexo.
Fotografía: EFE
Es aquí donde llega la pregunta ¿en verdad quiero verme como una de esas… personas? ¿Tatuado, bronceado, de piel apretada, que utiliza camisetas con cuello en “V”? No, Definitivamente no, pero en el fondo sabes que sí quieres quitarte lo bofo, deshacerte de esas “llantas” y de esos brazos flácidos que la vida laboral y la apatía te han llevado a desarrollar.
Los hombres reales, aquellos que prefieren beber una cerveza en lugar de un gin tonic para la dieta mientras escuchan música de Calvin Harris, pronto descubrirán (si no es que ya lo hicieron) que no es suficiente ser inteligente, gracioso o bien vestido… si no se convierten en un ‘CR7’ andante (o al menos se sienten como tal), comenzarán a rezagarse, desterrados por una sociedad que valora más unos buenos pectorales que Maestrías y Doctorados, y la híper sexualidad por encima de un buen trabajo.
Este comportamiento no es nada nuevo, se trata de una inquietante visión sexualizada de la masculinidad, donde los hombres comienzan a experimentar los mismos signos de inseguridad que han agobiado a las mujeres durante años. Pero no todo es tan malo.
En parte es sólo vanidad y egolatría. El deseo de saber lo que se siente estar delgado, fuerte y musculoso, para caminar campante y orgulloso como alguien que ya no se avergüenza sobre la medida de su cintura. Para impresionar a la familia, a los amigos, a la novia… pero por qué no, también a uno mismo, puede ser sólo curiosidad y/o el inicio de un saludable modo de vida.
Los argumentos que Simpson presenta sobre la distorsión social que este tipo de tendencias implican, son ciertas, pero no deben confundirse con el hecho de llevar una vida saludable. Ponerte en forma, no necesariamente implica que debes cumplir con los gustos que caracterizan a un ‘spornosexual’, habla más sobre disciplina, constancia, trabajo y dedicación. Lo que decidas hacer de tu vida fuera del gimnasio es punto y a parte, el resto lo determinas tú.
Foto Portada: Fotograma de la cinta Fight Club
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