El nuevo panorama social y político indica que esta prenda ha quedado desfasada, te contamos la razón.
Ha sido símbolo de sofisticación, elegancia y caché en el hombre desde tiempos inmemoriales: la corbata es una de las prendas predilectas cuando se habla de estilo en el armario masculino… hasta ahora. Parece que algo ha empezado a cambiar, algo generacional y milennial pero que ha calado al mismo tiempo en los caballeros algo más clásicos y de generaciones anteriores. La corbata ya no es lo que era, de hecho, el no usarla no implica falta de protocolo o ausencia de diplomacia.
(Barack Obama se suma al movimiento anti-corbata)
De hecho, esta práctica “liberadora” se ha contagiado a las esferas más diplomáticas y los políticos también han optado por prescindir de la prenda formalizada. Sí, parece que no todos siguen la estela tradicional de Donald Trump.
¿Cómo lo hemos notado? Sólo hace falta echar un ojo a los grandes mandatarios que con cada vez más asiduidad optan por dejarla en el cajón de casa. Ejemplo es Barack Obama, el controvertido presidente griego Alexis Tsipras, caballeros del cine como Pierce Brosnan o el presidente Enrique Peña Nieto.
(Un acto oificial ya no implica el hecho de vestir la prenda)
Asimismo, parece que este complemento ha empezado a agobiar a los grandes genios de nuestro tiempo, tales como Mark Zuckerberg o Serguéi Brin -cofundador de Google– que han desterrado la corbata de cualquier evento o cita social y personal. Y es que reconozcámoslo, en ocasiones limita y se siente como un corsé innecesario, cuando es simplemente un ornamento más.
Esto no solo queda entre los grandes, sino que se está transmitiendo a las tradiciones que vienen, tales como el casual Friday, costumbre anglosajona que permite a los empleados que visten traje y corbata normalmente acudir a la oficina en ropa sport y relajada cada viernes.
(Que levante la mano el que esté cansado de la corbata)
¿Es sólo el comienzo de la decadencia de dicha prenda? Seguro que no, pero sí el declive de una costumbre que parece atar y atosigar al hombre moderno en momentos en los que se supone ha de ir “acorde al evento”. La etiqueta y el dress code están cambiando y con estos los códigos de vestimenta: lo sentimos corbata, fueron unos siglos juntos felices de unión pero tenemos que marcharnos.
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