Para aquellos que no tengan en claro quién es, te lo presentamos rápidamente, ya que además de ser un modelo para marcas de moda internacionales, también es influencer, artista plástico y diseñador de su propia línea de muebles en la ciudad de Nueva York
DAVID ALEXANDER FLINN EL REBELDE DEL ESTILO
Cuando nos presentamos, Alexander está usando un traje de D&G con una camisa blanca, los tatuajes que cubren su cuerpo se asoman por el pecho, el cuello y las manos, que el día de hoy tienen un especial brillo, ya que están cubiertos con joyería y relojes de Bvlgari. Todo esto lo hace ver como el mejor amigo que queremos tener: inteligente, guapo, divertido –de eso nos damos cuenta más adelante– y extremadamente centrado en la visión del negocio que tiene.
Mientras se acomoda la camisa y se sienta cómodamente, lanzó la primera pregunta ¿cómo fue crecer entre Italia y Nueva York? Sin inmutarse y como si fuera a otra época regresa a su infancia y comienza a hablar sobre lo genial que lo pasó: “Para mí fue bastante interesante crecer entre dos lugares completamente diferentes, una gran experiencia. Como sabes el Nueva York de los años 80 no era como el de ahora, era mucho más peligroso, sucio y las zonas en donde la gente cool vive ahora distaban de serlo antes, entonces ir a Italia me dio una oportunidad única, no sólo en la manera de ver el mundo, sino también en aprender cosas distintas, el idioma y darme cuenta desde muy pequeño sobre las diferencias que existen en ambas ciudades”.
Lo que me lleva a preguntarle ¿cómo le afectó de manera positiva el vivir en dos ciudades como ésas? Y responde con una sonrisa: “Una cosa interesante me pasó, en Italia el sistema educativo es mucho mejor que en América, entonces cuando terminé la secundaria y llegué a la preparatoria en Estados Unidos todo el mundo creyó que era un genio, sabía más que los demás y fue muy divertido el no sacarlos de su error (ríe). Pero también me afectó en el hecho de ser responsable y mucho más centrado en mi trabajo, darme cuenta que necesita- ba crearme un futuro a mí mismo, ya que no quería que nadie me regalara nada; considero que eso viene con el estilo de vida italiana, trabajar por lo que quieres”.
Después de terminar la preparatoria, David Alexander Flinn se enlistó en la BFA que forma parte de la School of Visual Arts, lo que lo llevó a generar contenido artístico y seguir haciéndolo ahora, de hecho sus exhibiciones se remontan hasta el 2008 y, aunque ya no ha presentado nada en los últimos meses, su proceso creativo continúa en forma de fotografía, muebles y creación audiovisual.
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Al hablar sobre su formación artística nos lleva a una discusión bastante interesante sobre el arte contemporáneo y moderno, en el que claramente su visión es muy pragmática, de hecho comienza a platicar sobre cómo inició su carrera para conocer más a fondo lo que quería expresar en el arte.
“Laboré en muchas cosas antes de iniciar como un artista formal, trabajé en la construcción y hasta en una tienda de trajes, lo que me dio una visión completa de lo que quería lograr con lo que hiciera en el arte y diseño, de hecho una de las más grandes lecciones que me dio el trabajar en una tienda fue lo que me dijo el dueño en su momento: ‘No debes de juzgar a ninguna persona que pase por esa puerta, ya que no sabes de dónde viene’, esa lección me ha llevado a un camino de no juzgar y siempre tener los ojos abiertos a muchas posibilidades, de hecho el proyecto que tengo se basa mucho en eso, los muebles que diseño con materiales de re-uso y que tienen una artesanía detrás va de la mano con ello. Además tienen cierto aire de reclamo social, de hecho no puedes recibir los muebles hasta tres o cuatro semanas después del pedido y pago, me gusta que los que se entreguen sean casi artesanías y que las personas sepan que las cosas buenas llevan tiempo, vivimos en un mundo de likes, velocidad y complacencia automática que debemos de detenernos para observar y saber en dónde nos encontramos”.
Es ahí donde comienza la verdadera discusión, ¿cómo saber si es arte?, ¿qué opina sobre un Rothko? o los cientos de neones que venden en las ferias de arte que tienen frases vulgares como “My pussy is wet”, en mi opinión eso no es arte y se lo hago saber, a lo que responde con una pasión que hace que levante las manos y dibuje en el aire. “Depende de qué quieras expresar con él, pero todo debe de tener un sentido y un propósito, de hecho estoy totalmente de acuerdo contigo, debemos de saber que un anuncio de neón significa algo siempre y cuando esté en el contexto, y no tengas que explicar más sobre él, puede que si está en un espacio sacro, el anuncio pueda ser disruptivo e incluso vulgar, todo depende del contexto en el que se encuentre, sino no tiene caso tenerlo como arte, eso se convierte en diseño gráfico o, incluso, en una artesanía, aun cuando tú como artista lo hayas construido o colaborado en el proceso de diseño”.
Continuamos con la plática y después de hablar sobre arte unos minutos más, paro la conversación y continuamos, y con una sonrisa y reclinándose en el sillón dice: “Sí, porque podemos seguir esta conversación por horas y no llegaremos a mucho, es lo bueno del arte”.
David Alexander Flinn es amigo de diseñadores, artistas plásticos y estoy casi seguro que hasta de sus vecinos de edificio en NYC, exuda carisma y se nota que debe de caerle bien al mundo, cuando tomamos el tema de ser un influencer, palabra que no me gusta utilizar en la gente, especialmente en alguien como David Alexander Flinn, para hablar sobre sus trabajos de modelo y de alianzas con marcas responde que: “Trato de ser un influencer diferente, aunque como a ti no me gusta utilizar la palabra, considero que la amistad que tengo con las firmas y los directores creativos me ha ayudado a darme cuenta de las necesidades que tienen y cómo puedo apoyarlos, sin necesidad de anunciar una y otra, porque como nos damos cuenta un influencer va de una marca a otra sin importarle la fidelidad, lo que les interesa es el dinero y cuántos negocios pueden tener, no está mal, no puedo juzgarlos, pero con mis antecedentes y la manera en que veo la vida, al menos para mí, me parece un poco incorrecto. Me parece que la visión de negocio que tengo con mi empresa y el arte que genero me ha ayudado a mejorar en ese sentido no sólo a ser una estrella fugaz».
Entrevista por Alex Villatoro
Encuentra la entrevista completa en Esquire Latinoamerica febrero 2020