En 2010, por motivo del aniversario 30 del asesinato de John Lennon a la entrada de su casa en nueva York, la viuda del músico, Yoko Ono, abrió su corazón para Esquire desde Japón.
Texto: Craig McLean
Central Park, Strawberry Fields. Ésta es una tarde gloriosa del principio de otoño en Nueva York. Alrededor del mosaico conmemorativo de Imagine, colocado aquí en la primavera de 1981, hay rosas, velas, notas y turistas. Siempre turistas. Un volante anuncia un concierto en la ciudad para el 9 de octubre de 2010, en celebración del que hubiera sido el cumpleaños número 70 de John Lennon. Un músico callejero toca ‘A Day In The Life’.
En el camino hay un cine que exhibe los avances de Nowhere Boy (2009), la sensible bio-pic de Sam Taylor-Wood sobre el joven Lennon.
En Central Park, un jipi de ropa decolorada, Gary, hace guardia del monumento al músico en su ciudad adoptiva. Gary se describe a sí mismo como “Alcalde de Strawberry Fields” y recibe a los fans de Lennon con un rollo muy bien practicado. Apunta con la mano hacia el Dakota, donde aún vive Yoko Ono, la viuda de John. Hace treinta años, a las 10:50 de la noche del 8 de diciembre de 1980, Mark Chapman le disparó a Lennon en la entrada de ese gótico, oscuro edificio. “Si miran hacia arriba”, dice Gary, “se alcanzan a ver las ventanas del famoso Cuarto Blanco, donde escribía Lennon…”.

Al final del año pasado, en Saitama, uno de los llamados “nuevos centros urbanos”, a una hora de Tokio, estuve parado con Yoko Ono en una réplica exacta del Cuarto Blanco. Se encuentra en el Museo John Lennon, una asombrosa colección de artefactos provenientes de la vida del fundador de los Beatles, una vida que duró 40 años, los últimos 13 de los cuales pasó con la artista japonesa.
“El museo está muerto”, señaló Ono. “Pero este museo no está muerto”. Yoko estaba de visita en su país de origen, donde creció en una familia de banqueros y socialités. La suya fue una vida de privilegios que derivaron en aislamiento: en la mansión de su infancia, la Casa Kudan, tenía 20 sirvientes pero ningún amigo. Hoy la casa es la residencia del embajador de Filipinas.
Unos 50 años después de dejar Japón —primero para mudarse a Estados Unidos, después al swinging London—, Yoko estaba de vuelta para una serie de conciertos basados en canciones de su último álbum, Between My Head and The Sky. Sean, el hijo que tuvo con Lennon, es el productor del disco.
En la Budokan Arena de Tokio —donde los Beatles tocaron en 1966— Ono hizo también de anfitriona de la última encarnación de los Dream Power, conciertos anuales de caridad instituidos en 2001 en memoria de su difunto esposo. Y más tarde, después de la visita a la Casa Kudan, develó su más reciente exposición de arte en el diminuto espacio de Tokio conocido como Galería 360. El título: A Hole.

En el museo, Ono y yo estuvimos en el vestíbulo, mirando una copia del mosaico de Imagine de Central Park. Éste también estaba cubierto de flores y algunos cigarros. “Gitanes”, murmuró Yoko. “Son los que John fumaba los últimos días”. Avanzamos, andando lentamente entre las piezas: la moto 50cc Raleigh Super 50 que Brian Epstein, primer mánager de los Beatles, le dio a Lennon; el cuaderno en que Lennon escribió varias canciones del White Album durante el viaje de la banda a la India para conocer al Maharishi Yogi; fotografías con Yoko en la sesión “En la cama por la paz” del hotel Amsterdam Hilton; la letra de “Woman”, escrita en unas vacaciones en Bermudas; los dibujos, de influencia japonesa, que Lennon hizo al final de los 70, en retiros a la montaña Karuizawa, donde los Ono tenían una casa de vacaciones. “Wabishi”, escribió el orgulloso hijo de Liverpool en un kanji japonés, que quiere decir, traducido libremente, “fugacidad de las cosas” o “melancolía”.
Al final entramos a un espacio blanquísimo llamado “Zona de la Casa-Marido”, la reconstrucción del Cuarto Blanco del departamento en el Dakota. Fotos familiares sobre el piano blanco, una réplica del reloj que alguna vez estuvo colgado en el “morning room”, la sala matutina de la casa en Mendips, donde Lennon pasó su infancia; una caja de plástico que estuvo junto a su cama nupcial. La caja contiene un montón de monedas, notas, uñas para Fender (medianas y pesadas), todo intacto desde la noche en que murió.
En un rincón, sola, Yoko Ono lloraba.

Esquire: A Hole está formada por 16 paneles de vidrio, cada uno con un hoyo, un agujero de bala. ¿Por qué?
Yoko Ono: Porque eso vi… Esa noche.
Esq: ¿En el vidrio a la entrada del Dakota?
YO: [Asintiendo] Ese hoyo, esa noche, fue algo muy interesante. Chapman iba a… Mmm… A mí me salvó ser menos famosa que John. Primero querían matar a John… Y lo hicieron. Luego hubo otra bala. Yo estaba haciéndole así [gira la parte superior del cuerpo], y vi la bala que atravesó el vidrio y luego dio en el piso, no a mí. Ésa fue la quinta bala.
Esq: ¿Chapman la quería matar a usted?
YO: Sí, probablemente eran sus instrucciones o algo así. Alguien le daba instrucciones desde arriba o no sé desde dónde… “Mátalo a él primero, después a ella”.
Esq: Entonces, ahora, a 30 años, ¿está usted reflexionando en público sobre el momento en que su esposo fue asesinado?
YO: Sí. Me di cuenta entonces de que el vidrio tenía frente y revés. La persona al frente haría el trabajo; la persona atrás del vidrio sería asesinada.
Esq: La primera vez que vio A Hole en la galería de Tokio, ¿tuvo flashbacks de aquella noche?
YO: Tiene dos lados. Cuando uno la ve como una pieza, hay algo de belleza en las grietas. Pero sabes qué: he hecho tanta terapia relacionada con esta muerte. Alcanzo a ver que, por otro lado, John es más poderoso ahora. Tal vez este mundo necesitaba que fuera así de poderoso.
Esq: Eso lo hace un mártir.
YO: Claro que fue un mártir. Porque dijo muchísimas cosas que supuestamente nadie debería decir. John las dijo, y nosotros nos beneficiamos de eso.
Esq: ¿Su muerte, la manera en que murió, transformó sus palabras? ¿Les dio más resonancia?
YO: Definitivamente. Fue una demostración clarísima. Una demostración de lo que puede hacer la violencia.
Esq: La máxima declaración artística.
YO: Sin duda. Era un artista; pero, también, la forma en que murió fue probablemente la más poderosa manera de demostrarle a la gente lo que hace la violencia. Y la forma en que el resultado final de la violencia toca a la gente. John había transformado tantas veces el mundo. Primero juntó gente para hacer una banda. Se empieza con una cosa pequeña, porque una cosa grande se destruiría de inmediato. Una cosa pequeña es formar una bandita en Liverpool. Eso es lo más pequeño. Después conquistó el mundo.
Ahora lo que quiere es dirigir gente. Cuando conquistó el mundo con la mú- sica había unos cuantos chicos interesa- dos en tocar la guitarra. Ahora cualquier chavito sabe al menos un poco cómo tocar guitarra [gracias a la consola The Beatles: Rock Band]. Y John quiere que todo el mundo toque música, no necesariamente la guitarra, porque este planeta va a que- dar cubierto de música. Ésa es la única manera —la música, el arte— de que este planeta se cure y se llene de paz. Y cuando se llene de paz, todo el universo se verá afectado, todos los universos. Es una cosa muy grande, pero él siempre avanza poco a poco. ¿Ves?
Incluso “En la cama por la paz” parecía algo muy estridente. Pero no fue así: comparado con el bombardeo de un país, era algo muy pequeño. Lo hicimos de otra forma, muy tranquila, muy pequeña.

Esq: Después de que los problemas de John con las autoridades migratorias estadounidenses [el gobierno de Nixon trató de deportarlo] se resolvieron, a mediados de los años 70, usted, John y Sean pasaron tres veranos en Karuizawa. ¿A John le gustaba estar lejos de Nueva York, del rock?
YO: John estaba muy contento con todo aquello. Había tantas distracciones en el mundo para nosotros. En Karuizawa no escribía canciones. Una vez llovió durante toda una semana, era deprimente, y una tarde se la pasó haciendo unos collages preciosos. Recortó unas revistas —de moda, casi todas—, recortó a las mujeres…
Esq: ¿Cómo reaccionó ante la muerte de Elvis Presley?
YO: Fue muy cínico. Decía que desde que Elvis se había metido al ejército se había olvidado de Elvis, que Elvis ya no existía.
Esq: John y usted tuvieron una infancia muy solitaria.
YO: Qué sorprendente, ¿verdad? Nos parecíamos tanto, pero de una forma muy oculta, pues mi pasado era muy diferente. Yo no me podía comunicar con muchos amigos tampoco, aunque por razones distintas. Los dos tuvimos una infancia en que nos acostumbramos a la soledad. Y ambos lo sobrellevamos.
Esq: Y una de las formas en que lo sobrellevaron fue convertirse en artistas.
YO: Si hubiéramos sido muy sociables con otras personas, con otros chicos, no nos habríamos hecho artistas. Para ser artista tienes que tener un espacio en que dedicarte a lo que tú estás pensando, no a lo que piensan los demás.
Esq: Una vez John vio una foto de su bisabuelo —Zenjiro Yasuda, un banquero idealista asesinado en 1921— y dijo: “Ése soy yo en una vida anterior.” Nacieron en la misma fecha. ¿Había una conexión verdadera entre ellos?
YO: No, para nada. Pero sabes qué sí fue chistoso: en el museo había unas fotos de John en How I Won the War [película satírica de 1967 en que apareció Lennon], y por alguna razón esas fotos me hacían pensar que era sexy. Esas fotos fueron las primeras que me hicieron verlo como un hombre, originalmente. Ahora que las veo digo: ¿Qué? ¡No se ve nada sexy! Pero en algunas de ellas parecía oriental…
Esq: ¿Su intelecto la atrajo cuando lo conoció, en 1966, en su exposición de la galería Indica de Londres?
YO: Pues no, en realidad no. La primera vez, cuando John entró, en realidad yo no lo estaba viendo. Bajé y por primera vez lo vi mirando mi pintura y vi muy bien su cara. En ese momento pensé que era un tipo bastante elegante. ¡Y al ratito destruyó mi idea! [Pensé]: “Ay dios, éste es otro de esos tontos, no quiero saber nada…” O sea que realmente no estaba enamorada de él. Estaba a punto de enamorarme…
Esq: ¿Es cierto lo que él decía, que llevaba despierto tres días?
YO: No lo es. Después de eso, él y John Dunbar [dueño de Indica] fueron a casa de John y ahí sí, no durmió como tres días. Luego lo encontré en la inauguración de Claes Oldenburg [escultor sueco]. Vi y era John. Se estaba bajando el sombrero sobre la cara y subiéndose la bufanda. Y esa cara, la cara elegante que traía después de regresar de unas vacaciones en España… Parecía vagabundo, ésa es la palabra.
Esq: ¿Y eso no la ahuyentó a usted?
YO: No, la verdad es que yo no estaba interesada en él en ese momento. ¿Cuándo fue que empecé a interesarme en él? [Suspiro] En 1967… al final del verano.
Esq: ¿Justo después del Sgt. Pepper?
YO: Eso fue antes de que conectáramos. Iba a hacer el Magical Mystery Tour.
Esq: Él dijo que, cuando hicieron el Sgt. Pepper, estaba pasándola pésimo. Que no era feliz.
YO: No, claro que no era feliz. Creo que estaba haciendo un esfuerzo. Y, obviamente, quería ligar conmigo.
Esq: ¿Sintió él que usted, como artista también, reavivaría su potencia?
YO: Definitivamente. Algo de eso había, aunque yo no lo sabía en realidad. Puede decirse que yo pensaba que le daba curiosidad. Él se habría liberado a sí mismo solito, es nada más que necesitaba… necesitaba una mano en que apoyarse.
Esq: A usted se le ocurrió el título de la canción “Woman Is the Nigger of the World”. ¿Era racista la animadversión contra usted cuando John estaba todavía en los Beatles?
YO: Sí. Yo era alguien distinto, y eso no les gustaba. Lo que hacía como artista de vanguardia no necesariamente era único… Bueno, yo pienso que soy una artista única, pero eso lo pudo haber hecho una chica rubia. Lo que se me criticaba no es lo que yo hacía, sino quién era.
Esq: Apenas habían pasado 20 años desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Cree usted que las actitudes británicas hacia el Japón formadas entonces todavía no habían cambiado?
YO: Definitivamente, definitivamente.
Esq: ¿Le fue difícil a usted?
YO: Lo que me tocó observar fue, tal vez, la historia a medias. La mayoría de la gente es muy educada. No llegan y te dicen “¡Pe- rra!” de entrada.
Esq: John quería que usted estuviera en el estudio durante la creación de Abbey Road y el White Album. ¿Eso fue porque quería que participara como artista?
YO: Definitivamente. Claro que nuestra relación era sexual y abarcaba todos los demás aspectos de las parejas, pero también era arte, el hecho de que nosotros éramos artistas. Teníamos una comunica- ción increíble, profundísima.
Esq: ¿Estaba usted tan metida en el arte que no notó que su presencia molestaría a Paul, George y Ringo?
YO: Pues no lo pensé… No sé. Pensé que John debía… Me interesaba más mi propio trabajo, claro. Y pues para mí estaba bien si John estaba con los Beatles.
Esq: ¿Y cómo fue su reacción cuando John se separó de los Beatles en 1969?
YO: Dije: “Ay, dios mío”, porque yo quería espacio para hacer mi propio trabajo.
Esq: ¿Entonces, usted no quería que John se separara de los Beatles?
YO: ¡No! ¡Qué estaría pensando! Me estaba como amenazando: “Ahora somos nada más tú y yo, eh.” Creo que él se dio cuenta de que yo podía dejarlo o algo así.
Esq: ¿Entonces John pensó que si no dejaba a los Beatles usted iba a dejarlo a él?
YO: [Pausa] No lo sé… Lo que creo es que él pensó que lo que yo estaba haciendo era más emocionante. Aunque fuera sólo por- que llevaban ya tantos años juntos.
Esq: Usted ha dicho que tiene un sentido de la previsión, una intuición, como John. ¿Sintió alguna vez que…
YO: …Que se iba a morir?
Esq: No, que a usted le iban a echar la culpa de que los Beatles se separaran.
YO: No. Pero lo que sí te digo es que John tampoco alcanzó a ver que seríamos tan impopulares. John fue impopular porque abandonó a los Beatles. Mucha gente se enojó con él. Pero John sentía que era una cosa que estaba más allá de nosotros, que ya había pasado. ¿Me explico?

Esq: Paul fue el primer miembro de la banda que dijo que iba a salirse de los Beatles. ¿Por qué?
YO: Porque sabía que si no lo decía él lo iba a decir John.
Esq: ¿O sea que fue por rivalidad?
YO: John sabía eso. Se enojó muchísimo.
Esq: Y a John y a usted les echaron la culpa…
YO: Qué cosa, ¿no? Pero todavía más raro es que yo nunca pensé que debía… Bueno, que yo lo dijera no hubiera importado. Pero John tampoco dijo: “No fue Yoko.” [la responsable de la separación] Nunca respondimos a eso. ¿Lo habías notado?
Esq: ¿Y por qué?
YO: Por arrogancia, tal vez. No pensamos que fuera de veras importante.
Esq: ¿Pensó usted cuando se separaron los Beatles: “Qué bien, aquí empieza una nueva aventura para John y para mí”?
YO: No lo pensé. Para mí fue muy difícil —y se lo dije a John y él se enojó mucho—, porque siempre he sido un Lobo Estepario. Yo hacía las cosas por mi lado. Y John era socio de tres personas, sobre todo de Paul. Entonces a mí no me emocionó mucho eso. Sentí que mi poder se había dividido a la mitad.
Esq: ¿Y John que el suyo se había multiplicado por dos?
YO: Exacto. ¿No te parece rarísimo?
Esq: Por lo que usted ha dicho, pareciera que John tenía pensamientos psíquicos. Pensaba que algo había ahí…
YO: Algo hay ahí. Se me dijeron cosas crueles en una entrevista en Japón. Un escritor muy famoso dijo: “O sea que ésta fue la única forma en que John pudo escaparse de Yoko”. Mi teoría es distinta. Creo que sé qué estaba pasándole a John en ese momento. Desde que comenzamos nuestra relación y empezamos a hacer canciones que realmente decían cosas —no “Hey Hey Hey”, sino cosas políticas y emocionales y mentales— se volvió difícil para él, en especial porque ya no estaba en los Beatles. Se volvió difícil vender sus canciones. Había que buscar un equilibrio entre tratar de escribir una buena canción y buscar que esas canciones llegaran al número uno.

Esq: Y no llegaron, al principio. “Imagine” fue número dos…
YO: …Y trabajaba durísimo entonces. Y mucha gente de la industria dijo: “Ya se acabó Lennon”. A mí me dijeron cosas así. Él lo sabía y se sentía ofendido. John recibió muchos insultos cuando se juntó conmigo. Todos los prejuicios que me tocaron a mí, a él le tocaron también. Se volvió loco. Y pensó que lo único que podía hacer [tratando de no llorar] era volver a ser grande.
Esq: ¿Y cómo logró ser grande de nuevo?
YO: Creo que tenía ese deseo ardientemente y no le importaba, quería decirle al mundo su verdad. Hablaba de Martin Luther King, de Gandhi, de lo que les había pasado a ellos…
Esq: Pero no quería morir…
YO: No. Lo que pensaba es que eso es lo que pasa cuando lleva uno la vida de esa manera. Y es que así era como él llevaba su vida.
Esq: ¿Entonces lo previó?
YO: Sí, eso es lo que estoy diciendo: puede haberlo previsto. Es lógico. Él decía que Gandhi y Martin Luther King habían llevado así su vida… ¿Y quién más había llevado así la vida? Él lo incitó. Lo atrajo. Lo empujó. Trató de crear ese final. Decía cosas que a la gente le eran odiosas porque eran verdad. Hablaba con mayor verdad que algunos líderes religiosos.
Esq: ¿Y ése era el precio?
YO: Sí. Y de esa forma se volvió un poder mayor, para darle más poder a la gente. Y eso hace ahora.
Traducción: Alonso Ruvalcaba