En la segunda temporada de Westworld, Evan Rachel Wood pasa de ser damisela en peligro a guerrera libertadora.
Por Mario P. Szèkely
A Dolores le acaban de romper el corazón, el único problema es que ella es un robot. Interpretada por Evan Rachel Wood (True Blood), la rubia que dejó extasiados a miles de seguidores de Westworld, cuando personificó en la pantalla de HBO a un ser sintético, con cuestionamientos existenciales y capaz de sentir emociones, aunque aún exista el debate sobre qué tanto es su programación y cuánto es ya la semilla del espíritu humano.
Tras 10 episodios que debutaron en 2016, estamos ante una nueva temporada de Westworld, basada en el filme del mismo nombre que Michael Crichton (Jurassic Park) escribió y dirigió en 1973. Creada para el formato de televisión, bajo el estilo de Jonathan Nolan (The Dark Knight) y su esposa Lisa Joy (Pushing Daisies), además de tener a J.J. Abrams (Star Trek) de productor ejecutivo, la serie tuvo dos docenas de nominaciones al Emmy y contó con la presencia de Sir Anthony Hopkins entre sus filas.
Westworld exige ser caminada por el espectador para entenderla, pero podremos definirla como una combinación de elementos de ciencia ficción, con western y un drama de intriga humana, que arroja diálogos y conflictos dignos de una buena cátedra de filosofía. Todo esto bajo este parque de diversiones del futuro, donde las personas adineradas pagan para vivir aventuras tipo el viejo oeste, sin importarles que los hosts, máquinas, puedan descubrir que están siendo asesinados y violados todos los días, incluso desmembrados.
“Cuando me sentaron en la primera junta de la segunda temporada, estaba muy entusiasmada porque pensé iba a saber muchos secretos sobre Dolores. Les pregunté a los productores: ‘¿Voy a ser buena o mala en esta temporada?’ y me dijeron: ‘Hemos decidido que Dolores no es buena o es mala, simplemente ella cree que está en lo correcto’. Ese es el dilema de mi personaje, ese es el mundo que debe habitar. Y me dijeron que nunca ha habido un personaje como éste”, anuncia Wood sobre cómo su personaje terminó en medio de una revuelta entre las máquinas y los humanos y que los aficionados al programa se preguntan si seguirá siendo bondadosa.
Las reglas cambian para Westworld. Las máquinas están despiertas. Algunas como la madame Maebe Millay (Thandie Newton) ya afilan desde las uñas, hasta los cuchillos. Otras como Dolores, saben que hay más de un villano en turno, desde el despiadado Man in Black (Ed Harris), hasta los mismos humanos creadores de parque, que tienen en sus manos armas y tabletas, listos para reprogramarlos y volverlos a su condición de esclavos.
“En la primera temporada, para mí el corazón de Dolores, era como el Teddy (James Marsden), seguía enamorado de ella, aun cuando moría asesinado episodio tras episodio. Ahora las cosas cambiarán para los dos, será como el mundo al revés. Y esa pureza de sentimientos y bondad que irónicamente reflejaba lo mejor del espíritu humano, transitará en un escenario de guerra, división y oscuridad. Creo que el reto de Dolores estará en querer seguir haciendo el bien, sabiendo que debe tomar decisiones difíciles, que la comprometen; porque, antes que nada, ella desea su libertad, así que en decisiones de vida o muerte, la veremos hacer cosas que antes no esperábamos de ella”, remata Wood, tranquila, con su mirada azul especial que resalta en cada momento.
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