Damián Szifron no aparenta sus 39 años: se ve mucho más joven. Esa no es ni por asomo su principal cualidad: este guionista y director argentino presume de ser el creador de series como Los simuladores (2002) y Hermanos y detectives (2006), y ahora de Relatos salvajes, la película que ha batido récords de taquilla en Argentina.
En 2001 Szifron escribió y dirigió su primer largometraje, El fondo del mar, que presentó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en Argentina. Ahí ganó como Mejor Película Iberoamericana y obtuvo una mención especial de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI). Luego enfocó su carrera a la televisión y en 2005 regresó a la pantalla grande con Tiempo de valientes, un filme que se convirtió en un éxito de taquilla y crítica en Argentina y España. Con él, Szifron cautivó a dos espectadores muy particulares: los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar.
“Vieron Tiempo de valientes en 2005 y me buscaron para decirme que querían sumarse a cualquier cosa que hiciera en el futuro, así que les mandé este proyecto”, dice Szifron. Enfatiza que Relatos salvajes es una coproducción en la que el apoyo de los Almodóvar y su compañía productora El Deseo fue fundamental. Sin embargo, antes de ello Szifron ya había logrado algo insólito: convencer sólo con el guión a algunos de los mejores actores de Argentina para que conformaran el reparto. “Todo se redujo a mandarles el guión y recibir en 100 por ciento de los casos, un apoyo inmediato. Todos son actores muy talentosos que normalmente no tienen la oportunidad de reunirse en un solo proyecto porque cada uno protagoniza el suyo. Sin embargo, la lógica de éste permitió reunirlos”, explica el director que comandó a Ricardo Darín, Óscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, Rita Cortese y Darío Grandinetti, entre otros.
Este grupo de actores da vida a los protagonistas de las seis historias que conforman esta película: “Pasternak”, “Las ratas”, “El más fuerte”, “Bombita”, “La propuesta” y “Hasta que la muerte nos separe”. Los personajes no se relacionan entre sí, pero a todos los distingue lo mismo: pierden el control y reaccionan salvajemente. “Esta es una película sobre el placer de reaccionar, el placer de perder el control sin medir las consecuencias. De una forma u otra, todas las historias tienen lugar en esa frontera que separa a la civilización de la barbarie.”
Estas reacciones casi animales se hacen evidentes y divertidas en el segmento de “El más fuerte”, donde un empresario (Sbaraglia) se involucra en una feroz riña en la carretera con el conductor de una camioneta (Walter Donado). “Es la historia más visceral y brutal. En ella los personajes realmente terminan actuando como animales que están intentando sobrevivir, pero lo que los llevó a esa situación fue la estupidez, una característica puramente humana”, dice Szifron.
Con otro enfoque, “Hasta que la muerte nos separe” también aborda las pasiones que surgen de la decepción. En esta historia, Romina (Érica Rivas) se entera el día de su boda de que Ariel (Diego Gentile) la engaña con otra mujer. Pero ella no se queda de brazos cruzados: “Ahí está toda mi admiración hacia las mujeres y a este personaje en particular que hace valer su lugar”, dice Szifron. “Ella termina siendo una mujer salvaje y valiente, alguien que ya no necesita de la aprobación de los demás”.
La entrevista con Szifron se lleva a cabo en México y él dice estar disfrutando de su estancia en el país, aunque ha charlado con la prensa todo el día y no ha tenido tiempo de visitar nada. Habla de la universalidad de Relatos salvajes: aunque sus historias se sitúan en Argentina, podrían ocurrir en cualquier parte. “Latinoamérica suele ser tironeada por fuerzas e idiosincrasias similares en las que cabe la avaricia de personas y sectores que suelen despojar a un país de sus recursos, así que asumo que pueden generarse frustraciones equivalentes”, afirma. Tiene razón: en México más de uno podrá identificarse con “Bombita”, el segmento en el que el gran Ricardo Darín (El secreto de sus ojos, 2009) personifica a un ingeniero afectado por la burocracia de un Departamento de Tránsito que está coludido con un gobierno corrupto.
En la sala de entrevistas, a lo lejos suena una obra de Mozart. En Relatos salvajes, dice su realizador, la música es otro personaje, una herramienta más para poder contar historias. Para lograrlo, acudió a uno de los músicos más reconocidos de su país: Gustavo Santaolalla, ganador de dos premios Óscar por las bandas sonoras de Brokeback Mountain (2005) y Babel (2006). “Trabajé con un músico excepcional, quien apostó todo a la música y a quien le encantaron los temas que quería incluir en la banda sonora, como el tema de ‘Flashdance’ y una canción de un programa de televisión argentino de los años 80.”
Esta producción representará a Argentina para buscar la nominación a Mejor Película Extranjera en los Óscar. Ante eso, Szifron no puede evitar sonreír. Sin embargo, dice, ha decidido concentrarse en disfrutar el presente, que incluye una nominación a la Palma de Oro en Cannes y los premios del público en los festivales de Oslo, Sarajevo, Biarritz y San Sebastián.
“Estoy contento de que Relatos salvajes vaya a representar a mi país en los Óscar, pero intento no cargar demasiado las tintas sobre lo que pueda pasar porque de lo contrario, me parece que uno se expone a una especie de exigencia eterna: que tus películas le gusten a los críticos y además que hagan millones de pesos en taquilla. A veces al desear te pierdes el presente, y nuestro presente es magnífico”, concluye Szifron.