Lady Di influyó en todos, incluso en la vida ficticia de Amélie Poulain. En el filme de Jean-Pierre Jeunet, la noticia de la muerte de la princesa desencadena una serie eventos que llevan a una peculiar chica francesa a encontrar al amor de su vida. En la realidad, la obsesión por fotografiar y husmear en la vida personal de la princesa -a quien se le siguió llamando así incluso tras divorciarse del Príncipe Carlos- se mantuvo hasta el día de su muerte. Más de 750 millones de personas vieron su boda, pero su funeral fue seguido por más televidentes. Un año después de su divorcio, murió en París mientras huía de un paparazzi. A casi dos décadas de su fallecimiento, la prensa (¿el mundo?) compara su ropa de maternidad con la de Kate Middleton (esposa de su hijo, William). Diana -o su mito- es inagotable. No hay quien no espere enterarse de «la historia jamás contada» de la Princesa de Gales. Esto es justo lo que promete la nueva cinta de Oliver Hirschbiegel: un retrato inédito de los últimos dos años de su vida. Naomi Watts conversó con Esquire acerca de los retos de personificar a un ícono mundial.
ESQUIRE: ¿Recuerdas el momento específico en el que decidiste ser actriz?
NAOMI WATTS: Sí, aunque hubo varios. Uno fue cuando vi a mi madre en un escenario. Tenía cuatro años y medio. Vivíamos en un pequeño pueblo llamado Shoreham, en Kent, Inglaterra. Ella tenía un disfraz enorme y su tono de voz era gracioso. Recuerdo que la miraba desde la primera fila con mi abuela y, aunque la saludaba con la mano, ella me ignoraba porque estaba actuando, pero yo no lo entendía. Sin embargo, lo que hacía me parecía muy interesante. Quizás ella sentía mi energía porque una vez me guiñó el ojo. Cuando eso sucedió comprendí que existía este fantástico mundo de pretensión y que, de algún modo, podía transportarme a él. Recuerdo que pensé: esto es lo que quiero hacer.
ESQ: ¿Trabajar en Diana modificó la impresión que tenías de este personaje tan emblemático?
NW: Bueno, conocía ciertas cosas de ella y me transmitía algo positivo desde antes de leer el guión de la película. Sin embargo, no estaba saturada de información. Eso sucedió hasta que acepté el papel y descubrí nuevas cosas sobre su vida. Por ejemplo, no sabía nada de la historia de amor que narra la película. Por eso me resultó interesante ser parte del proyecto. Lo que más aprendí de ella es que tenía un gran sentido del humor. Además era inteligente y con cierta vena rebelde. Quizá ya lo sabíamos, pero también se volvió mucho más clara su increíble capacidad de sentir compasión y empatía. Esa es una cualidad realmente admirable.
ESQ: Ella era experta en hacer bromas políticamente incorrectas. ¿Tú cómo eres en ese sentido?
NW: Ah, soy terrible. Nunca he logrado memorizar un chiste. Soy lo peor de lo peor. Pero sí, lo que mencionas es algo que he escuchado una y otra vez de gente que la conoció: que Diana hacía muy buenas bromas y que esa era su manera de romper el hielo. Mientras investigábamos el personaje nos encontramos un video de ella -que se supone que nadie debía ver- que la mostraba practicando su modo de hablar en público, y en él hacía varios chistes durante el proceso.
ESQ: ¿Qué fue lo que más te atrajo de la historia de amor que retrata la película?
NW: Me intrigaba que nunca había sido narrada de este modo. No conocía nada de su relación con [el cirujano Hasnat] Khan aunque, claro, tampoco soy una persona que esté al pendiente de las portadas de revistas. Habiendo aclarado el asunto, ni siquiera mis amigos británicos estaban enterados. Sin duda es interesante que se enfoque en este punto porque, cuando se separó, tiene lugar su entrevista con el periodista [Martin] Bashir, y un año antes la del Príncipe Carlos con [Jonathan] Dimbleby. Esta situación la llevó a preguntarse: «¿Cómo reinvento mi vida? ¿En quién debo convertirme y hacia dónde iré a partir de ahora?». Me parece que cuando la idea que uno se hace del matrimonio se destruye con un divorcio, la identidad cambia. He visto amigos que pasan por algo así. Por eso me interesó. También creo que ella logró conseguir muchas cosas a partir de la confianza y el amor que sentía e inspiraba en los demás. Fue un papel interesante de interpretar porque era muy famosa, pero eso a su vez la aislaba y la hacía sentir sola.
ESQ: ¿Qué es lo que sueles hacer para lidiar con los problemas que se presentan en el día a día?
NW: De pronto hago yoga o meditación. No soy el tipo de persona que se pone a tejer u hornear, pero de un tiempo para acá he aprendido a disfrutar la jardinería. Es muy pacífica, aunque nada sexy [ríe]. Es difícil balancear la carrera con el cuidado de los hijos. Cuando no estoy trabajando, sólo quiero estar con ellos. Ayer terminamos de trabajar como a las tres de la tarde y decidí ir con ellos a caminar a Hyde Park hasta llegar al Diana Memorial Playground. Fueron 40 minutos increíbles de caminata con los niños.
Detrás de la claqueta
El director de Diana, Oliver Hirschbiegel (The Experiment, 2001), habla sobre el guión y la veracidad de la cinta.
-«Cuando el guión llegó a mis manos, no quise leerlo. Diana no era un personaje que me interesara, sino una princesa que usaba vestidos muy lindos y era fotografiada por muchos paparazzi. Sin embargo, luego vi que el texto era de Stephen Jeffreys, un escritor de gran prestigio en teatro y pensé que lo mejor sería revisarlo. A las diez páginas estaba completamente enganchado.»
-«Me han preguntado qué tanta ficción hay en esta película. Y bueno, nadie estuvo en la recámara de la pareja ni en sus conversaciones privadas, así que es una interpretación dramática de los hechos. Sin embargo, el resto de las escenas están basadas en descripciones que la propia Diana le transmitió a muchas personas.»
-«Todos los argumentos de la cinta están inspirados en relatos y eventos que reconstruimos. Sólo me tomé una libertad: hay una escena que tiene lugar en un acantilado y fue una creación mía. El problema constante de la pareja era que no podían ir a muchos lugares porque cualquiera podría reconocerlos. Así que necesitaba retratar su relación con base en lo que encontré. Se disfrutaban muchísimo, jugaban, ella le hacía bromas y él se burlaba de ella. Necesitaba expresar eso, así que construí esa escena para retratar la situación.»