¿Qué hay de especial en un vigésimo aniversario? Los seres humanos somos nostálgicos por naturaleza. Llevamos el registro de los años transcurridos, los contamos en los cumpleaños, los recordamos en el aniversario de la muerte de un ser querido, sobre todo cuando se suman otros diez años de su ausencia. Una década no es cualquier cosa; ¿pueden creer que hace una década, por ejemplo, se inventó Facebook? Ahora bien, veinte años es una cifra que nos pone a pensar. Y esos pensamientos suelen estar acompañados de la frase: «Estoy viejo». Dos décadas, eso es prácticamente una generación. Los niños que andaban en pañales hace veinte años ahora son unos adultos hechos y derechos (bueno, casi). Dentro de veinte años recordarán los grandes momentos de la cultura pop, los fracasos deportivos o las grandes catástrofes ocurridas en 2014, y también repetirán la frase: «Estoy viejo». Ese es el ritmo de la vida.
Hablando de generaciones, este mes se cumple el vigésimo aniversario de la muerte de un hombre que fue llamado «la voz de una generación». El 8 de abril de 1994, Kurt Cobain fue encontrado muerto en el invernadero de su casa en Seattle después de haberse dado un tiro en la cabeza. Tenía 27 años. Por coincidencia, la misma semana en que muchos fanáticos nostálgicos estarán lamentando el oscuro final del vocalista de Nirvana, también podrán celebrar algo más positivo: el 10 de abril, la banda que Cobain cofundó y llevó al estrellato formará parte del Salón de la Fama del Rock and Roll en una ceremonia que se llevará a cabo en Brooklyn, Nueva York. Sin duda será un evento agridulce.
Todo esto sucede en medio de un renacimiento del grunge. De las cuatro grandes bandas del género, todas, excepto Nirvana, siguen vigentes y haciendo giras. En octubre de 2013, Pearl Jam presentó su décimo álbum de estudio, Lightning Bolt, que debutó en el número uno de los listados de popularidad de Estados Unidos. En 2010, tras un descanso de 13 años, la banda Soundgarden se reunió y en 2012 publicó su disco King Animal. Y el año pasado, Alice in Chains presentó The Devil Put Dinosaurs Here, su segundo álbum con el cantante William DuVall (sustituto del fallecido Layne Staley).
Incluso Nirvana estuvo más cerca que nunca de un reencuentro cuando sus antiguos miembros, Dave Grohl (líder de Foo Fighters), Krist Novoselic y Pat Smear, unieron esfuerzos con Paul McCartney para grabar la canción ganadora del Grammy, «Cut Me Some Slack», incluida en el documental Sound City (2013), que Grohl dirigió. Ese cuarteto ya ha tocado varias veces, incluida la más reciente edición de los Grammy, pero los miembros sobrevivientes de Nirvana no han vuelto a interpretar en público una canción de la banda. «Eso es terreno sagrado», le dijo Grohl al semanario británico NME en 2013. «Si alguna vez llegáramos a hacerlo tendría que ser de la manera más adecuada, porque sería para rendir un homenaje. Hay una razón por la que Foo Fighters no toca canciones de Nirvana; y es una buena razón.»
El mismo día de la ceremonia de inducción al Salón de la Fama del Rock and Roll, la población de Hoquiam (Washington), donde Cobain vivió brevemente, celebrará su primer Día de Nirvana. El pasado 20 de febrero, fecha del que hubiera sido el cumpleaños 47 de Cobain, en Aberdeen (ciudad donde nació el cantante, ubicada a sólo seis kilómetros de Hoquiam) se llevó a cabo por primera vez el Día de Kurt Cobain. Para esa conmemoración se presentó una horrorosa estatua del cantante llorando.
Cabe recordar que hasta hace poco, Aberdeen aceptó sin remilgos a su hijo más famoso. En 2011, la junta directiva del Aberdeen Park propuso cambiar el nombre del puente Young Street -debajo del cual Cobain dijo haber vivido mucho tiempo- por el de Kurt Cobain Bridge. Sin embargo, preocupados por el abuso de drogas del músico, su forma de morir y las cosas que dijo de su ciudad natal (en algún momento afirmó que era como el pueblo de la serie Twin Peaks, pero sin la emoción de ésta), los miembros del concejo rechazaron, casi por unanimidad, esta propuesta. Ni siquiera el Día de Kurt Cobain se libró de opiniones encontradas. El presentador de un noticiero local comenzó así su nota sobre el homenaje al músico: «el cantante de Nirvana fue un reconocido adicto a la heroína que se pegó un tiro hace 20 años…».
Sí, Cobain era un adicto a la heroína. Sí, se quitó la vida de la manera más violenta. Pero estos hechos y los mitos que rodean al compositor hasta hoy tienden a opacar al hombre. Un ejemplo son los relatos sobre su vida bajo el puente. «Se ha exagerado mucho, pero creo que en el fondo nadie quiere saber la verdad», me dijo Dale Crover, el baterista de la banda The Melvins, amigo de Cobain y quien tocó brevemente en Nirvana, cuando lo entrevisté para mi libro Everybody Loves Our Town: An Oral History of Grunge (2011). «Todas esas historias que se escriben sobre Kurt durmiendo debajo del puente, ¡no son ciertas! Sé que lo hizo una vez, pero no como lo dijo luego, que pasó horas y días allí convirtiéndose en el artista atormentado. Ahí está el mito más grande: Kurt Cobain, ?el artista atormentado?. La gente no se da cuenta de que era un hijo de puta muy divertido.»
¿Qué era tan divertido era un hijo de puta como Kurt Cobain? Bueno, consideren que el primer éxito rotundo de Nirvana, la canción «Smells Like Teen Spirit» -tema que ocupó el primer lugar en la lista de «Las 500 mejores canciones de todos los tiempos», elaborada por nme-, rima las palabras mulato, albino, mosquito y libido. El ex bajista de Nirvana, Krist Novoselic, dijo que la combinación de palabras le pareció ridícula cuando la escuchó por primera vez. Es aún más absurdo que Kurt Cobain (sin saberlo) le puso el nombre al que ahora se considera el himno de la generación X gracias a una marca de desodorante femenino.
El vocalista y guitarrista de The Melvins, Buzz Osborne -quien tuvo una profunda influencia musical sobre Cobain-, también notó el sentido del humor del líder de Nirvana desde el principio, cuando los dos eran compañeros de clase. «Era un gran artista. Hacía cosas como dibujar al profesor sin cabeza, y el dibujo era exactamente igual al profesor; o dibujaba a una chica violada, y era una chica de la clase», me dijo Osborne. «Puras tonterías de secundaria. Linchamientos, humor negro.»
El sentido del humor de Cobain siguió siendo oscuro -Nirvana contribuyó con la canción «I Hate Myself and I Want to Die» al álbum The Beavis and Butt-Head Experience, la banda sonora de la comedia animada-, aunque se volvió más refinado y políticamente correcto con el paso del tiempo y contribuyó, con sus compañeros, a causas humanitarias como apoyar a las víctimas de violación en Bosnia. Aun así, fue la faceta de «artista atormentado» de Cobain y su papel en la llamada «escena de Seattle» -de la que formaban parte Eddie Vedder, líder de Pearl Jam; Chris Cornell, vocalista de Soundgarden; y Layne Staley, cantante de Alice in Chains- la que cautivó la imaginación de la prensa y el público en general. Cuando Soundgarden estuvo de gira con Guns N` Roses a principios de los noventa, el carácter sombrío de la banda la hizo acreedora del apodo de «Frowngarden» [«el jardín del ceño fruncido»].
«Aún me sorprende que la gente crea que el grunge es oscuro o que sea el resultado de vivir bajo la lluvia. Todos ellos me parecían las personas más divertidas, alegres y animadas», dice Nils Bernstein, exrepresentante de Sub Pop Records en Seattle, la disquera original de Nirvana. La revista Time contribuyó con la reputación «antipática» del grunge en octubre de 1993, cuando apareció en su portada un primer plano de Vedder gritando en un micrófono. El titular: «Toda la rabia: jóvenes rockeros enfadados, como los de Pearl Jam, dan voz a las pasiones y temores de una generación».
«Está bien, es como un juego de palabras», me dijo el músico Leighton Beezer, de la hilarante banda de Seattle The Thrown Ups. «Puedes escuchar la música por sí misma y tener la impresión de que está llena de angustia, pero parte del humor es que éramos unos idiotas y ese era el ?ruido? que producíamos. Era fácil no entender nuestro humor.»
Era difícil entender ese humor y solía ocurrir igual con el lado más humano de Cobain. Era un tipo complicado y contradictorio, sobre todo cuando su espíritu punk entraba en colisión con el éxito comercial de Nirvana. A menudo se quejó amargamente de la fama, pero su exrepresentante Danny Goldberg cuenta cómo el competitivo Cobain contaba cuántas veces salía el video de Nirvana en mtv en comparación con el de Pearl Jam. Los medios alimentaron la supuesta enemistad entre las dos bandas, se encargaron de publicar los comentarios negativos iniciales de Cobain sobre el grupo de Vedder.
Al final, con pelea o sin ella, Pearl Jam ganó. «Fue la banda que dio el ejemplo perfecto», me dijo Chris Cornell de Soundgarden, refiriéndose a la forma en la que Vedder y compañía respondieron a la fama. «Su gran video, Jeremy, los hizo famosos, los convirtió en estrellas de televisión y en uno de los grupos de rock más grandes del planeta, así que dejaron de hacer videos, lo cual fue una prueba de que no era lo que querían hacer. Y eso, creo yo, tuvo mucho sentido.»
«Lo que no tuvo tanto sentido es que Nirvana hiciera un Unplugged [en 1993] y un video de Heart-Shaped Box, porque Kurt parecía muy desilusionado con la situación en la que lo estaban poniendo», añadió Cornell. «Pensé: si es tan infeliz, no debería prestarse para este tipo de cosas». Hoy, los miembros de Pearl Jam consideran que su decisión de dejar de hacer videos y de restringirle el acceso a la prensa es una de las principales razones por las que siguen vigentes.
Cobain tenía también una sensibilidad que a menudo se pasaba por alto (o desestimaba como un lloriqueo). Bruce Pavitt, cofundador del sello Sub Pop Records, me contó una historia reveladora de una «sesión de rap de tú a tú» que tuvo con Cobain tras bambalinas luego de la primera aparición de Nirvana en el programa Saturday Night Live, en 1992. «Era un tipo sensible al que le gustaban los niños y los animales», dijo Pavitt. «Tengo la impresión de que le gustaban los animales más que a mucha gente. Habló de crear un zoológico. Estaba pensativo. La energía que me transmitía era algo mágica: ?ya que más o menos hago lo que quiero, me gustaría empezar un zoológico?. Esa semana Nirvana había derrocado a Michael Jackson de las listas. Kurt me recordaba a Jackson por muchas razones: Neverland, le apasionaban los niños y los animales… Me pareció irónico. Si hubiese oído esas palabras de la boca de Michael Jackson no me hubiera sorprendido en absoluto.» Pero aquella anécdota caprichosa de Bruce Pavitt llevaba una posdata oscura: «Más tarde leí que Kurt tuvo una sobredosis esa noche».
Algunas personas eran incapaces de ver más allá de las drogas y la forma en que Cobain murió. El fallecido Andy Rooney, un viejito cascarrabias que trabajaba como comentarista para el programa estadounidense 60 Minutes, era uno de ellos. Poco después de la muerte de Cobain, Rooney, de 75 años en aquel entonces, salió al aire quejándose. Después de confesar que nunca había oído de Cobain, de Nirvana o del grunge, le dijo a una audiencia de decenas de millones: «La muerte de Kurt Cobain a los 27 años no me entristece, me enfada. Debe haber sido una persona talentosa, pero a muchos les gustaría que les quedaran los años que él desperdició. A mí me gustaría tenerlos. ¿Qué tontería es esa de lo terrible que es la vida? Una jovencita que estaba parada frente a su casa en Seattle con lágrimas en el rostro, dijo: ?Es difícil ser joven hoy en día. Él logró que nuestra lucha fuera visible ante los ojos de la gente?. Por favor, querida, límpiate las lágrimas. Me rompes el corazón. Me encantaría aliviar tu dolor cambiando mi edad por la tuya». La diatriba del comentarista lo hizo parecer un vampiro (el programa recibió más de 10 mil cartas de espectadores menores de 30 años muy enojados, y Rooney se disculpó después).
Lo que Rooney no entendió fue la conexión que Cobain forjó con sus fanáticos. El músico Shehzaad Jiwani, de 27 años, quien ayudó a reunir a bandas de la movida indie de Toronto para crear un álbum de homenaje a In Utero, en 2013, lo explica así: «Yo soy ese fan que ha leído todas las entrevistas, cada libro, cada artículo, cada retrospectiva, y siempre siento que estoy escuchando a Kurt decir algo que nadie oye. Soy consciente de que su don era que millones de personas sintieran que estaba hablando sobre ellos, o más bien, que les estaba hablando a ellos».
No sólo Rooney estaba fuera de lugar. Con frecuencia encuentro comentarios en Internet -muchos escritos por jóvenes- que cuestionan por qué Cobain se suicidó. Después de todo, era rico, talentoso y tenía una hija pequeña (Frances Bean) a quien amaba. O lo condenan por tirarlo todo por la borda. O argumentan que tenía tantos motivos para vivir que quizá debió asesinarlo su esposa, Courtney Love, de la banda de rock Hole, o alguien bajo su mando.
¿Por qué es tan difícil creer que el tipo que tituló una canción «I Hate Myself and I Want To Die» se quitó la vida? No me meteré en las preguntas que rodean la muerte de Cobain, pero el hecho de que se haya creado algo tan profundo en la conciencia pública ilustra la necesidad de la gente de darle sentido a la tragedia. Cuando alguien comparte su opinión acerca de que el músico nunca se debió haber suicidado, pienso: es obvio que usted nunca ha experimentado una depresión clínica, una adicción a las drogas o una fama abrumadora. Yo, que he vivido la primera de esas aflicciones, no puedo imaginar el infierno que debe ser una confluencia de las tres.
De manera célebre Cobain citó un verso de Neil Young, «es mejor quemarse que apagarse lentamente», en su nota de suicidio. Es una frase a la que Courtney Love, por ejemplo, llama basura. Afirmó: «Le pregunté a Micko [Larkin], mi guitarrista (porque él es inglés y creció con nme): ¿Qué tiene Kurt para que pienses que es tan putamente grande?, y me respondió, es cool, hermana. Le pregunté: ¿por qué, porque se suicidó? ¿Eso es cool? Tengo una hija que nunca conoció a su puto padre ¿y tú crees que es genial?«.
«Pero hay una parte del periodismo de rock, de la que quizá tú formas parte, que cree que eso es cool» (que conste que no creo que sea cool). Entonces, señaló una edición de aquel entonces de nme con afiches extraíbles de rockeros muertos para demostrarlo. «No es muy cool», dijo. «Es un culto a la muerte.»
Hay un innegable, aunque equivocado, romanticismo en el acto de morir joven. Por eso hay un sitio especial en la mitología del rock para Cobain y el resto del «Club de los 27», del que forman parte los rockeros que murieron a sus 27 años, como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin y Amy Winehouse. «Su muerte es parte de su atractivo porque Kurt está congelado para siempre en los 27 como un ser hermoso», dice Jacob McMurray, el curador de la exposición Nirvana: Taking Punk to the Masses en el Museo EMP de Seattle.
McMurray dice que evitó deliberadamente que la exposición se centrara demasiado en el final de Cobain. Subraya que todos los demás personajes importantes en la historia de Nirvana están vivos: «En realidad, excepto por Kurt y algunas otras personas, esta es una historia sobre las estupideces -y las cosas divertidas- que muchos de estos personajes hicieron en su juventud». Y a pesar de todas sus quejas sobre un «culto a la muerte», la misma Love ofreció las cenizas de Cobain para la exposición, según McMurray. «Hablamos de ello y decidimos no hacerlo porque es raro y macabro. Habría tenido una enorme concurrencia, pero creo que no concuerda con lo que somos como museo, como institución académica y cultural, y nos hubiera llevado a algo menos respetuoso. Mucha gente de aquí se habría enojado y asqueado.»
McMurray prefiere otra perspectiva de la narrativa de Nirvana. «Me encanta la idea de que esta historia pueda ser aspiracional», dice. «La idea de que Krist [Novoselic] y Kurt crecieran en Washington sin tener oportunidades, y que con mucha suerte, talento y ambición salieran de la nada y llegaran a la cima del mundo; la idea de que los niños pudieran entrar a la exposición y decir ?ah, vaya, podría tocar la guitarra o estar en una banda o empezar una revista?, para mí fue muy emocionante.»
Lo que nos lleva a esa vieja expresión: lo importante es la música. «Porque la banda sólo sacó tres álbumes -se desintegró antes de publicar un disco mediocre- están congelados en un estado de perfección y juventud idealista», dice McMurray. Lo cual es una de las razones, sostiene, por las que tantos jóvenes -muchos de los que no habían nacido cuando murió Cobain- están tan enamorados del rockero y su música.
Jiwani, quien ahora toca en la banda de punk Greys, dice: «El día que vi el video de Smells… tomé la guitarra que papá había comprado en México y la rompí en pedazos». Agrega que «Nirvana llegó a ese punto en que, a pesar de su limitada producción, ha sido una influencia indeleble para un montón de bandas, sin importar su género». Subraya la forma en que Cobain «logró que el azúcar y el lodo se mezclaran muy bien». Hay imitadores que no eran tan adeptos a esa mezcla de azúcar y lodo. «Nirvana inspiró a bandas de mierda como Bush, Creed o Nickelback», dice McMurray. El éxito de Cage the Elephant, una banda de rock bastante decente de Kentucky, sería impensable sin la existencia de Nirvana (la adoración de este grupo por Nirvana es evidente: publicaron un sencillo llamado «Aberdeen» y se emocionaron cuando Grohl tocó la batería con ellos en vivo). Pero hay músicos menos evidentes que han citado a Nirvana y Cobain como influencias: desde la cantante Lana Del Rey, quien hizo una versión de «Heart-Shaped Box», hasta los rockeros indie Wavves y Deer Tick (esta última a veces hace covers de Nirvana con el nombre de Deervana).
Y luego está la manera en que el hip hop acogió a Cobain (el sentimiento es mutuo: «El rap es la única forma vital de la música que ha surgido después del punk», dijo él en 1991). El género está plagado de referencias a él, a su suicidio, la adicción, la droga o a los problemas con la fama. Además, Cobain rima con todo, desde brain hasta cocaine.
Por ejemplo, Jay Z toma prestados los coros de «Smells?» para el tema «Holy Grail» de su más reciente álbum, Magna Carta: «And we all just / Entertainers / And we?re stupid / And contagious«. Como resultado del ajuste de esa letra, los nombres de Cobain, Novoselic y Grohl figuraban entre los compositores de la canción cuando «Holy Grail» fue nominada a un Grammy.
«Gente como Wayne y Jay Z, e incluso Kanye -los grandes-, encuentran a los otros ?grandes? en otros géneros musicales y pueden tomar los elementos que ofrecen», explica Marcus Gloster, un rapero emergente que canta con el nombre de Black Cobain. «Kurt Cobain era muy joven, estaba aún fresco», dice Black Cobain. «Que se haya ido de la tierra tan temprano en su carrera y haya dejado semejante producción, sólo lo ratifica como uno de los grandes en el juego.»
¿Qué estaría haciendo hoy Kurt Cobain si estuviera vivo? Este tema le encanta a la gente, por eso el año pasado varios blogs publicaron la imagen de una empresa de restauración de fotos que mostraba cómo se vería Cobain si viviera (la idea del artista es que sería algo más robusto, con algunas arrugas en el rostro, y aún vestiría camisas a cuadros). Pero hay preguntas más interesantes que la de su apariencia, como: ¿Existiría aún Nirvana? ¿Habrían salido de gira o grabado de nuevo? ¿Cobain habría sido solista? ¿Se habrían extinguido?
Me incomoda especular al respecto, aunque Love es menos tímida. La última vez que la entrevisté lanzó un riff sobre lo que sería la vida si su marido todavía estuviera vivo. «Tal vez viviríamos en el puto Upper West Side [de Manhattan] y tendríamos tres putos hijos», dijo. «Podríamos habernos divorciado o estar como en nuestro tercer matrimonio. No tengo ni puta idea. Podría ser dramaturgo o tener su última exposición en el MoMA [Museo de Arte Moderno de Nueva York]. Yo podría tener un hijo de 16 años y ser la esposa modelo. Dado el dinero que está implicado -se refería a los millones de dólares que, según dice, se han robado del patrimonio de Cobain-, quizá podríamos haber tenido un puto yate. Podríamos haber sido un matrimonio abierto en algún momento. ¿Cómo mierda voy a saberlo?»
Nunca tendremos la más jodida idea sobre muchos de los asuntos que rodearon la vida de Cobain. Cuando el escritor David Fricke le preguntó a Krist Novoselic si consideraba el álbum In Utero una especie de panegírico final, Novoselic fue cauto: «Es un disco inquietante. No estoy obsesionado con él. Pero hay imágenes que nunca quisiera expresárselas a la gente. Lo echaría a perder si dijera: ?tal canción significa esto?. Le robaría la imaginación a la gente. Y traicionaría a Kurt».
«Tengo mis recuerdos personales», agregó. «Los demás tienen los suyos. Y cada uno tiene derecho a hacer sus propias interpretaciones. Pero ninguna de ellas será la definitiva. Él es el único que podía darlas, y ya se fue. Y nunca dio ninguna mientras estaba vivo.»