Echaremos un vistazo a la fascinante historia de Queen, la única banda en la que cada uno de los músicos tenía un título universitario y compuso, al menos, una canción que alcanzó la cima de la popularidad planetaria.
Cuando se pensaba que en la música ya todo estaba dicho y hecho, Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon crearon un sonido que estremeció al mundo. Descubre aquí lo que no viste en lo que no viste en Bohemian Rhapsody.
Por Alberto Ortega Gurza

Tras meses de tocar juntos, los integrantes no habían podido ponerse de acuerdo para elegir el nombre de su banda, hasta que un día cualquiera Freddie llegó al ensayo y les dijo a los demás que se iban a llamar “Queen”.
– “¿Queen cómo la reina Elizabeth? ¿Por qué?”, le preguntó Roger Taylor.
– “Porque suena poderoso, sensual y suntuoso como nuestra música”, explicó Mercury al cantante.
A falta de objeciones, en ese momento y lugar quedó bautizada la banda que escalaría desde las calles del barrio londinense de Kensington hasta la cima del mundo.
Así inició la historia de Queen
Vayamos tiempo atrás para recordar un poco sobre todo esto… Cuando Freddie conoció al guitarrista Brian May y al baterista Roger Taylor surgió entre ellos empatía instantánea sobre la que cimentaron una sólida amistad y decidieron formar una banda de rock. Su proyecto se consolidó con el ingreso del bajista John Deacon.
Freddie y sus bandmates habían visto nacer a decenas de bandas que, por falta de talento o incapaces de superar las pruebas de la adversidad se desintegraban para siempre.
A los cuatro les quedaba claro que si esperaban mantenerse con vida en el competido mundo de la música hasta alcanzar el éxito, iban a tener que aguantar desde hambre hasta portazos en la cara sin darse por vencidos. Viviendo tiempos difíciles y de pobreza, el guitarrista Brian May compuso “Keep Yourself Alive”.

Una vez que encontraron su fórmula musical y depuraron su sonido, empezaron a presentarse en auditorios universitarios y antros de Londres hasta que poco a poco se fueron dando a conocer.
Quienes los veían una vez quedaban impresionados por el despliegue de energía y la poderosa presencia de los músicos sobre el escenario, y encandilados por la explosión de armonías producidas por el impecable ensamble instrumental; pero sobre todo por el virtuosismo, la profundidad y belleza de la prodigiosa voz de Freddie Mercury.
En pleno boom de proliferación de nuevas bandas que ofrecían una miscelánea de propuestas de dulce, de chile y de manteca, Queen causaba sensación. Quienes los vieron en concierto recuerdan haber vivido una increíble experiencia sin precedente. El fenómeno de la difusión de boca en boca jugó un papel vital para ellos.
Como una espiral girando cada vez más velozmente, cosas favorables empezaron a ocurrir.
Entre todos reunieron el dinero necesario para grabar un demo con equipo profesional. Así fue que, orgullosos por haber encontrado un sonido sofisticado y seductor que no se parecía a ningún otro, los cuatro amigos estaban ansiosos por convertirse en artistas discográficos.
A pesar de la notable calidad de su demo y de haber luchado para conseguir varias citas para presentar su música a las principales disqueras, no recibieron ofertas.
En lugar de desilusionarse continuaron componiendo, ensayando sin descanso y realizando hasta cinco presentaciones a la semana ante públicos cada vez más eufóricos y numerosos.
Sus ensayos eran sesiones maratónicas de pasión creadora que sumaron miles de horas. Sabían que su talento por sí solo no los llevaría lejos. La unidad entre ellos era maravillosa, predominaba un trato de aprobación y respeto.
Y cuando menos lo esperaban, un ejecutivo de EMI Records les ofreció un contrato discográfico a la altura de sus expectativas.

Los sintetizadores eran una atractiva novedad que les permitía a los artistas producir con poco esfuerzo una increíble cantidad de sonidos y efectos, pero Queen prefirió evitarlos.
Y, para dejar constancia de eso y poder presumir que a lo largo de los 39 minutos de su primogénita producción discográfica, todas las canciones habían sido grabadas por músicos reales tocando instrumentos de verdad.
Si has seguido la historia de Queen, seguro recuerdas que en las notas del álbum aparecía la leyenda “And nobody played synthesizer”.
La misma inscripción apareció en los seis discos subsiguientes, incluyendo los magistrales A Night At The Opera (1975) y A Day at the Races (1976) hasta convertirse en una tradición de orgullo tanto para los músicos como para su inmensa legión de fanáticos.
Pero como bien dicen por ahí, las reglas se hicieron para romperse y, al infringir una de sus reglas de oro, Queen confirmó esa teoría. En su octavo álbum de estudio, The Game, los músicos utilizaron sintetizadores por primera vez, y lo hicieron con maestría.
Regresando a la primera historia de Queen, a los días del lanzamiento de su primer álbum, en todas las canciones es patente el sello distintivo del cuarteto, como también es evidente la influencia de sus ídolos Led Zeppelin, The Who, The Beatles, David Bowie y Jimi Hendrix.
Llegado el momento de elegir el título del disco estuvieron a punto de decidirse por Deary Me, pero el bautizo se suspendió cuando Roger Taylor propuso el nombre Top Fax, Pix and Info que a nadie más le gustó. Como no lograron llegar a un conscenso terminaron por denominarlo simplemente Queen.
Semanas antes del lanzamiento, el vocalista, quien ya había cambiado su nombre Farrokh Bulsara por Freddie Mercury, pensó que el nombre John Deacon tenía una fonética aburrida que no aportaba nada.
Para remediarlo, invirtió el orden y le avisó al bajista que a partir de ese momento su nombre artístico sería Deacon John y dio instrucciones de que así quedara escrito en el el álbum. No obstante, a partir del segundo disco el bajista decidió recuperar su verdadero nombre.

It was 45 years a go today, el primer paso en la historia de Queen
El 6 de julio de 1973 la música de Queen sonó por primera vez en la radio británica. El primer sencillo, “Keep Yourself Alive”, tenía para ellos un significado especial porque habían logrado seguir con vida y continuaban trabajando incansablemente con los ojos y el corazón puestos en en el futuro.
Siete días después, hace exactamente nueve lustros, fue el lanzamiento de su álbum debut. La décima y última canción del álbum es la instrumental composición de Freddie Mercury, “Seven Seas of Rhye…” que en su siguiente álbum, Queen II, aparecería con letra, voces y arreglos y se convertiría en el primero de los 55 hit singles que a lo largo y ancho de su trayectoria les aseguraron un lugar entre las leyendas discográficas.
De la noche a la mañana, el álbum puso a Queen en el radar de la prensa especializada como una de las grandes promesas de la música. El impacto del disco entre la crítica fue sorprendente, sacudidor.
Se profirieron numerosos elogios de esos que no se publican todos los días. La revista Rolling Stone afirmó sin rodeos que, “el álbum de Queen es excelente. Evidentemente este energético cuarteto inglés cuenta con todas las herramientas necesarias para convertirse en una fuerza verdaderamente influyente en el mundo del rock”.
El Daily Herald de Illinois dijo que canciones como “Doing All Right”, “Keep Yourself Alive” o “Great King Rat” son el sello de garantía de este grandioso disco debut. A su vez, el Winnipeg Free Press opinó que “con el tiempo Queen llegará a ser una banda tan venerada como lo es Led Zeppelin”.
El público reaccionó menos apasionadamente. El álbum sólo logró alcanzar el puesto 83 en las listas de popularidad. La conquista del mercado sería un proceso gradual. Trasladándonos al tiempo presente esta agrupación ha pasado más tiempo en las listas de popularidad del Reino Unido que cualquier otro artista.
El renombrado crítico de rock Martin Popoff señala Queen como su álbum favorito de todos los tiempos. A pesar de todo, los perfeccionistas músicos de la banda no se sentían del todo satisfechos con el resultado de esa producción, según lo explicó Brian May años más tarde. “Las canciones del disco tienen un exceso de arreglos”, dijo y confesó también que “si pudiera regresar el tiempo haría las cosas de otra manera”.

Sobre la misma línea, Roger Taylor apuntó: “Hay muchas cosas en el disco que no me gustan, como el sonido de la batería”. John Deacon rememoró que la mayoría de las canciones del álbum habían sido parte de su repertorio en vivo. “Antes de grabarlas ya las habíamos tocado cientos de veces en el escenario. La excepción fue ‘My Fairy King’, que Freddie compuso al vuelo durante las sesiones en el estudio de grabación”.
La versatilidad de las aportaciones individuales en el disco prevaleció a lo largo de la gran trayectoria de la banda. Mercury figuró como vocalista, pianista y organista, mientras que Brian May, además de la guitarra, tocó el piano y cantó.
Roger también participó como vocalista y se encargó del departamento de batería y percusiones. Por su parte, Deacon, el único de los cuatro que no fue dotado con el don de la voz, sólo grabó el bajo.
De las diez canciones contenidas, cinco fueron compuestas por Mercury, cuatro por Brian May y una por Roger Taylor. El único que no aportó alguna canción fue John Deacon.
En ese momento se pensaba que tal vez nunca formaría parte del equipo creativo, pero el tiempo demostró que, además de ser un gran bajista y un experto en audio y electrónica, se unió a los demás como un compositor laureado, autor de “Another One Bites the Dust” y “I Want to Break Free”, así como de la famosísima “You’re My Best Friend” que alcanzó la cima de las cimas en los dos flancos del Océano Atlántico.

La influencia de Queen
Durante sus primeros años la banda sostuvo una agenda de presentaciones aisladas, pero con el lanzamiento de su álbum debut fue invitada como telonera en la gira de Mott the Hopple, primero a lo largo del Reino Unido y luego en Estados Unidos.
A los 14 años, el futuro cantante de Simple Minds, Jim Kerr, asistió a uno de esos conciertos y le tocó ver a Queen. Recordando la experiencia, hace poco comentó que el cuarteto se adueñó del escenario y del público.
Richie Sambora, de 15 años, quien se convertiría en el guitarrista de Bon Jovi, dijo que el show de Queen fue “absolutamente fantástico” y que jamás olvida aquel primer encuentro con su música. A partir de entonces se volvió fanático vitalicio de la banda y conoció la historia de Queen.
Este inigualable e inimitable artista produjo decenas de canciones que marcaron la existencia de millones de personas y que al día de hoy siguen conmoviendo el mundo. Fueron grabadas básicamente en inglés, pero algunas sorprenden con palabras, frases o estrofas completas en español, francés, japonés, italiano, persa y árabe.
Cualquiera conoce de memoria su espectacular ramillete de hímnicas canciones emblemáticas: “Killer Queen”, “Bohemian Rhapsody”, “Somebody to Love”, “You’re My Best Friend”, “We Will Rock You”, “We are the Champions”, “Love of My Life”, “Crazy Little Thing Called Love” o “Another One Bites the Dust”, entre muchas otras. De su amplio catálogo, un total de 18 álbumes y 18 sencillos ocuparon el primer lugar.
La banda jamás dejó de evolucionar. En los 18 años transcurridos desde el lanzamiento de Queen hasta la muerte de Freddie por VIH en 1991, el cuarteto enriqueció su sonido combinando sofisticadas armonías vocales con variables dosis de ópera, blues, jazz, hard rock, glam rock, art rock, rock progresivo y sinfónico, funk y dance.
Y ocho años después de su debut discográfico, ya convertidos en leyendas vivas de la música, Freddie, Brian, Roger y John realizaron su único concierto en México en el estadio Ignacio Zaragoza de la ciudad de Puebla.
La historia de Queen definió una nueva era en la historia de la música y Freddie Mercury es universalmente reconocido como el vocalista más grande de todos los tiempos.
