El mundo es tan pequeño que antes de doblar la voz de Moe Szyslak en Los Simpson, Hank Azaria trabajó como bartender en Nueva York. Y aunque desde 1989 ha doblado a más de 70 personajes en la serie animada de Matt Groening, también ha participado en otros proyectos como Friends (1994), The Smurfs (2011) y la serie Ray Donovan (2014). Ahora prepara dos películas para TV, y siempre es bueno saber que habrá Hank Azaria para rato.
Scott Raab: Acabo de ver Fatherhood, tu docuserie. Realmente te abres mucho en ella.
HANK AZARIA: Tengo 50 años y mi hijo Hal nació cuando tenía 45. Cuando cumplí 43 o 44, sentía una verdadera ambivalencia sobre tener un hijo. Y mi novia —estamos casados ahora— no era una de esas mujeres que sabía exactamente lo que quería hacer. Como yo, también se sentía muy confundida. Para mí era una tortura pensar en ello. Durante varios años he jugado póquer con mis amigos de forma regular. Todos son papás y los estaba volviendo locos con preguntas sinceras como: “¿Siempre supiste que querías ser padre? ¿Amas a tus hijos más que a tu esposa? ¿En verdad se acaba el sexo?”. Una vez sólo respondieron: “Ten un hijo. O no. Nos importa un carajo lo que hagas. Hay que jugar póquer”. Mi amigo, el que repartía las cartas, ni siquiera levantó la mirada y dijo: “Esto sería un buen documental”. Y dije “¡Claro!”. Así que comenzamos a trabajar en él. En medio de todo eso, mi perra de 16 años, Annie, comenzó a agonizar. Así que siguiendo la tradición del buen cine documental, nos propusimos grabarlo. La perra quedó ciega, sorda y senil para el final, así que decidimos sacrificarla. Justo ese día, Katie [su entonces novia] vomitó. Le dije: “Vaya que te está pegando esto”. Me respondió que no era por eso. Se hizo la prueba y regresó mientras estaba al teléfono con mi mejor amigo de la universidad, al que le dije: “Viejo, está embarazada”. Me dijo que colgara el teléfono y la abrazara. Te juro que si no me lo dice, todavía estaría sentado en Beverly Drive hablando por teléfono. He tenido momentos más difíciles en la vida, he estado deprimido, pero nunca he tenido tantos sentimientos encontrados —tristeza, terror y alegría— todos a la vez.
SR: Y el bebé nació 10 semanas antes de lo debido. Es difícil de imaginar tanto terror y alegría.
HA: Hubo un momento en el que había alrededor de nueve médicos discutiendo. Hablaban en voz baja, justo como nunca quisieras escuchar que hablan los doctores. Un médico ruso me dijo [imita el acento]: “Así están las cosas: normalmente un bebé inhala profundo cuando nace y su corazón comienza a latir de una manera determinada. Debido a que [su hijo] es tan pequeño, no puede inhalar de ese modo. Así que esto es lo que haremos: le daremos un medicamento que debe hacer que el corazón comience a latir de la manera correcta”. Le pregunté cuándo sabríamos si funciona y me respondió que en 24 horas.
SR: Por Dios, por favor ya no imites la voz.
HA: Así sonaba.
SR: Ahora entiendo por qué Peter Sellers es uno de tus héroes.
HA: Es un genio singular. Lo que admiraba de él era que esos personajes hilarantes estaban llenos de emociones. Aspiro a lograr algo así.
SR: Es probable que no haya sido fácil para él.
HA: Probablemente no, a pesar de que era como un erudito. Tenía el síndrome del impostor: sentía que si no asumía un personaje, él no existiría.
SR: Le infunde mucha profundidad a un personaje que de otra manera no la tendría.
HA: ¿Sabes quién más hace eso? Tom Hanks. Era muy gracioso al inicio de su carrera. Lo que era muy divertido de sus papeles era lo bien actuados que estaban. Incluso en Splash!.
SR: Creo que tu trabajo en Ray Donovan es sobresaliente. La calidad de la televisión actual es increíble.
HA: En esta época de oro de la televisión los programas son muy buenos. Soy fanático de la novela negra, y cuando me meto en estas historias me siento como si leyera un libro muy divertido. El cine —incluso en las grandes películas— no se siente así.
SR: Pero también has participado en algunas series de televisión que se han ido directamente al infierno.
HA: Tráeme un proyecto y voy a acabar con él.
SR: Es algo milagroso.
HA: No, lo que es milagroso es Los Simpson, porque es justo el tipo de trabajo estable que ningún actor —a excepción, quizá, de los seis de nosotros— puede gozar. Es una locura. Imagina esto: estás empezando tu carrera y alguien te pregunta cuál es tu sueño. “Quiero ser parte de un programa animado que tenga una duración de 25 años y sea considerado uno de los mejores programas de la historia.”
SR: “¡Un parteaguas para la civilización occidental!”
HA: Y que además se vuelve icónico y vuelve millonarios a todos mientras sigue al aire.
SR: ¿Y que tú te convirtieras en 100 diferentes voces en el programa? No se trata sólo de Moe.
HA: Interpreto 20 o 30 voces regulares semana tras semana. Y luego, a lo largo de estos 25 años, he hecho probablemente otras 50 u 80. Soy un imitador, eso es lo que soy de corazón y lo que crecí haciendo. Antes incluso de que imaginara que esto podría convertirse en una profesión actoral o una habilidad comercial, me gustaba imitar lo que oía. Descubrí que me salía bien, así que me entretenía imitando gente. Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que podía combinar esa cosa de la imitación con esto de la actuación. Pensé que esa combinación podría ser muy divertida. Por eso disfruto tanto trabajar en Ray Donovan, porque la imitación no es parte del papel y no tengo muchas oportunidades de hacer algo así.
SR: ¿Te reconocen en la calle?
HA: Sí. Me pasa lo que a todos los actores de reparto: “¿De dónde te conozco?”. Tengo que repetir mi currículum muy a menudo.
SR: Deberías mandarte a hacer tarjetas de presentación.
HA: Solía tenerlas. Le robé la idea a Steve Martin; él tenía tarjetas que decían algo como: “Esto es para certificar que conocí a Steve Martin en persona y que es un tipo muy agradable”. Le entregaba esas tarjetas a la gente que lo detenía en la calle y mientras las leían, se alejaba discretamente. Así que una temporada tuve tarjetas que decían: “Mi nombre es Hank Azaria. Quizá me reconozca por películas como bla, bla, bla, o programas de televisión como bla, bla, bla, pero soy muy tímido y apreciaré su discreción”.
SR: ¿Te piden que hagas voces?
HA: De vez en cuando. Lo que más odio es cuando alguien que no tiene mucho tacto te dice algo como: “Ah, tú eres uno de esos monos de zoológico, te he visto en televisión”. Mi psiquiatra, que suena a un joven Mickey Rourke, llama a este tipo de encuentro “un doble vete a la mierda”, porque la persona quiere un pedazo de ti, pero en realidad no tiene derecho a ello. Ese es el primer “vete a la mierda”. El segundo es que en realidad esa persona no quiere nada de ti: quiere algo de lo que imagina que eres tú.
SR: ¿En qué momento pensaste “Hey, elegí la profesión correcta”?
HA: Me ha pasado mucho en los últimos cinco años; sobre todo por razones monetarias. Los Simpson han sido una bendición, porque puedo aflojar un poco el acelerador y decir: “Bueno, he ahorrado lo suficiente, todo va bien. Mi hijo va a ir a la universidad; tenemos dos casas. Todo va a estar bien”.
SR: Tienes una extraordinaria condición física.
HA: Pero fui un niño gordito. Y cuando crecí, ya como adolescente, eso me molestó mucho así que tuve algunos problemas de anorexia. Me volví demasiado flaco cuando cumplí 14 ó 15. Es algo que siempre voy a combatir. Tengo una mente obsesiva y adictiva; no doy por sentado que siempre estaré en forma y saludable. De la misma manera que construí mi capacidad actoral, construí un cuerpo sano. Y no estoy dispuesto a perderlo en mi vejez. Correr y hacer ejercicio es una forma de meditación para mí. Al final de una rutina aeróbica no te puedes sentir desanimado. No es posible.
SR: La gama de tus habilidades e intereses es impresionante.
HA: Primero está la imitación, luego viene la actuación y al final está el póquer.
SR: ¿Podrías mantenerte con el póquer si tuvieras que hacerlo?
HA: La respuesta rápida es no. He ganado como 15 mil en el último año y medio, jugando una vez por semana.
SR: Debes ser muy bueno.
HA: Estoy por encima de la media. Probablemente podría ganarle a un hombre promedio que no juega tanto, pero creo que cualquiera que juegue póquer con avidez puede decir eso. Lo que pasa es que me fascina ese juego. Me encanta aprender sobre él y estudiarlo: deconstruirlo y averiguar cómo funcionan los patrones de apuestas y cómo leer a la gente. Y también descubrí que saber blofear es realmente útil durante las negociaciones.
SR: ¿Porque dejas que otras personas muestren su mano?
HA: Y porque aprendes a detectar cuando la gente no sabe qué cartas estás sosteniendo. ¿Crees que la gente puede leer tu mente y saber que tienes una mano de mierda? No, no pueden. De hecho, tienden a sobreestimarte y tienden a pensar que estás escondiendo algo.
SR: Esa habilidad es una virtud que va más allá de la mesa de póquer.
HA: En una negociación, cuando las personas son muy agresivas desde el principio, suele ser porque no tienen una buena mano. Cualquier sujeto que apuesta demasiado alto, sin duda está ansioso por terminar la mano. Ha habido veces en una negociación que pienso: “Está apostando de manera exagerada, creo que en realidad lo tengo en una buena posición”. En cambio, cuando inicié mi carrera, me habría preocupado y pensado algo como: “Ah, parece que está enojado; mejor acepto lo que me está ofreciendo”. Así que el póquer ha sido genial para entender estas cosas. Es bueno tener un hobby. Y es algo que puedo hacer con mis amigos porque el póquer es un juego de vinculación masculina. Generalmente vemos un partido de los Mets mientras jugamos.
SR: ¿Y todavía sigues siendo fan de los Knicks, cierto?
HA: ¡Claro! Siempre hay nuevas esperanzas para los Knicks.
SR: Phil Jackson es la esperanza.
HA: He estado atento a él. Le va muy bien y ha cambiado la cultura de ese equipo.
SR: Siempre seré un escéptico, pero parte de mí cree en la magia. Si se trata de Ray Donovan o los Knicks, siempre existe la posibilidad de que algo mágico ocurra. Eso siempre se da cuando las personas se concentran en lo que están haciendo. No es algo que pueda ser articulado en palabras.
HA: No, pero déjame intentar, porque me encanta analizar.
SR: Al final, esa magia es algo que se desenvuelve en un nivel mucho más emocional o espiritual que verbal.
HA: Vive entre las palabras. Encontrar la “manera correcta” de hacer algo es muy satisfactorio. Aceptar las cosas como son y saber cómo reaccionar a ellas de la manera más productiva, ya sea para una escena o durante una mano de cartas, o para enfrentar ciertas jugadas en el baloncesto, o lo que sea, te hace una persona dichosa.
SR: ¿Y ganarse la vida haciendo algo así? Eso es un verdadero milagro.
HA: Los actores que apenas inician su carrera se preguntan: “¿Cómo se alcanza el éxito? ¿Cómo le haces tú? ¿Qué es lo que debo hacer?”. En realidad uno no debe preocuparse por esas cosas. Te lo prometo: la industria te deja saber qué quiere de ti. Si eres bueno, te amarrará muy pronto. Y si no lo eres, pues al menos te dejará tranquilo. Si perseveras, obtendrás más de una oportunidad. Y si no la obtienes, ahí está tu respuesta. Así que no te preocupes, sólo sigue adelante y el éxito te encontrará.
El Dossier Esquire de Hank Azaria
Fecha de nacimiento: 25 de abril de 1964.
Lo que significa que tiene: 50 años.
Procedencia: Queens, Nueva York.
Familia: Sefardíes judíos procedentes de Grecia.
Hijos: Uno: Hal Azaria, de cinco años.
Temporadas en Los Simpson: 25.
Personajes que interpreta en la serie animada: Al menos 70.
Incluyendo a: Moe Szyslak, Cletus Spuckler, Apu Nahasapeemapetilon, Duffman, el jefe Wiggum y su personaje favorito: el Profesor Frink.
Papel revelación (no animado): Agador Spartacus, el extravagante empleado guatemalteco de Robin Williams en The Birdcage.
Lo cual le abrió las puertas para: Una carrera interpretando —según sus propias palabras para la revista Elle en 2012— a “extranjeros desnudos”.
Excepciones: Papeles dramáticos muy bien recibidos en Shattered Glass (2003) y Ray Donovan (2014).
Reflexiones sobre la paternidad antes de la paternidad: “Siento que los niños son como la mayoría de las personas: fastidiosos. Los niños no son la excepción, sólo son personas fastidiosas chiquitas“.
Reflexiones sobre la paternidad después de paternidad: “Agradecerás tanto que tu hijo esté sano que tolerarás cualquier cosa“.
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