Evangeline Lilly es de las pocas actrices que puede presumir haber estado en dos de los proyectos más importantes de los últimos años en cine y televisión, con la trilogía de The Hobbit (2012-2014) y la serie de culto Lost (2004), que este año cumplió una década de su estreno. Este mes finaliza su colaboración con el realizador Peter Jackson con el estreno de The Hobbit: The Battle of the Five Armies, la tercera y última entrega de la precuela de la famosa trilogía The Lord of the Rings (2001-2003), que también dirigió el cineasta neozelandés.
Además de actuar, Evangeline acaba de publicar un libro infantil titulado The Squickerwonkers y es una aguerrida activista ecológica (participó en la multitudinaria marcha en Nueva York contra el cambio climático en septiembre pasado). Sobre esto y más nos habló la hermosa e inolvidable ‘Freckles’.
ESQUIRE: ¿Por qué crees que Peter Jackson fue el indicado para dirigir estos filmes?
EVANGELINE LILLY: Es un misterio sin resolver. Soy admiradora de la obra de Tolkien y al principio me pareció un gran sacrilegio que se adaptara al cine. Me prometí a mí misma que nunca iba a ver ninguna de las películas, pero una Navidad mi familia organizó una ida al cine para ver la primera parte y tuve que ir. Fue uno de los momentos más mágicos de mi vida, algo que sólo había soñado y se hizo realidad frente a mis ojos. No podía creer cómo Peter logró plasmar todo lo que había en mi mente cuando leí los libros. Y todos en mi familia pensaron igual. De algún modo, capturó la esencia de las novelas. Esto podría sonar muy místico, pero creo que captó la conciencia colectiva de quienes las leímos.
ESQ: ¿Qué crees que tienes en común con Tauriel, tu personaje?
EL: Puedo ser impulsiva, como ella. Detesto la injusticia y nada me hace hervir más la sangre que eso. Cuando veo que hay injusticia, pido que me detengan porque de lo contrario, me pongo agresiva. Creo que de ahí viene lo impulsivo, de esa rabia. Los elfos se caracterizan por ser sabios y calmados, pero Tauriel es muy emocional.
ESQ: Pero ser impulsiva es bueno para tu profesión, ¿no?
EL: No creas, porque también soy perfeccionista y este trabajo es una tortura constante. Como actriz, nunca puedes ser perfecta. Toda la magia de un actor es resultado de lo espontáneo y odio eso. Soy el tipo de persona que le gusta resolver una ecuación matemática y al final disfruta decir que el resultado que obtuvo es correcto.
ESQ: ¿Cómo fue filmar durante tanto tiempo en Nueva Zelanda?
EL: Me hizo extrañar mi casa. Nueva Zelanda es un lugar donde la familia y la naturaleza son prioridades culturales. Creo que muchos lugares en el mundo, incluyendo Estados Unidos, deberían aprender de su forma de vivir, de su mentalidad y sus prioridades. No son materialistas: si trabajas bien, luego puedes tener una pequeña casa, salir de vacaciones con tu familia una vez al año o ir al parque cada semana, y eso es perfecto para ellos. Me encanta esa forma de vida.
ESQ: Leí que para ti las escenas de peleas son como el futbol.
EL: Cuando estaba en la preparatoria jugué futbol. Mi posición era de contención, porque corría mucho. Me encanta el futbol. Es el único deporte que puedo ver 15 horas seguidas. Los otros no los aguanto. Las escenas de peleas son como un partido, como una danza en el campo.
ESQ: ¿Tuviste contacto con Guillermo del Toro, quien también trabajó en la adaptación de la trilogía?
EL: No. No lo conozco personalmente, pero sí su trabajo [Pan’s Labyrinth, 2006], y su reputación lo precede. Creo que es como el Steven Spielberg de Latinoamérica.
ESQ: Háblanos de la marcha en la que participaste en Nueva York para protestar contra el cambio climático.
EL: Ha sido de las marchas más multitudinarias en la historia de Estados Unidos. Es la segunda ocasión que participo en ella. La primera vez que lo hice fue en Washington, el año pasado. Todo el que se interese por el tema del calentamiento global debe saber que ya pasamos el límite, que estamos en una crisis. No podría mirar a mi hijo a los ojos si no intentara hacer algo al respecto. Él tendrá que sufrir las consecuencias de nuestras decisiones y sus hijos, a su vez, vivirán tiempos más difíciles. Por esa razón decidí que no puedo quedarme cruzada de brazos ante eso.
ESQ: ¿Crees que la humanidad aún tiene una oportunidad?
EL: Sí. Creo que si nos empeñamos en ello podremos revolucionar nuestra cultura industrial y reinventarnos a nosotros mismos de un modo que nos permita retroceder el reloj en cuanto al calentamiento global. Creo que la voz de la gente se alza cada vez más y ya casi nadie niega que haya un problema. Antes había una discusión sobre de qué lado estabas o a quién apoyabas, pero ahora ya no puedes vivir dentro de una burbuja. Estados Unidos es uno de los países que más castiga a la naturaleza, pero incluso aquí, en diferentes ciudades, se ha tenido el valor de cambiar las cosas y hacer algo al respecto.
ESQ: Acabas de publicar The Squickerwonkers. ¿Por qué decidiste escribir un libro para niños?
EL: El valor de la fantasía nunca ha cambiado: abre nuestra mente a muchas posibilidades y es una manera de mirar al futuro antes de que lleguemos a él. Creo que es un acto de revolución y por eso me encanta. Me gusta estimular la imaginación de los niños. Antes pensaba que la imaginación era un don que Dios nos daba, pero he aprendido —desde que me convertí en madre y estoy más involucrada con los niños— que no es un don, sino algo que tú creas. Debes enseñar a un niño a imaginar. Eso me asusta porque ahora pasan la mayor parte del tiempo sentados frente a una computadora. Hay un lado oscuro en todo, y eso es lo que trato de enseñarles en mi libro a los niños: siempre existe un lado oscuro y tenemos que vivir con ello en lugar de evitarlo.