Si la mayoría de la gente golpeara unos tambores, viviríamos una realidad muy diferente. Para mí la batería representa la oportunidad de desahogarme por completo. Esa euforia que uno puede acumular durante cierto tiempo de pronto se dispara, se va lejos, se esfuma. Provoca que aparezca en el cuerpo una sensación de ligereza, un alivio muy grande. La recomiendo como una medicina muy potente. Es una terapia que me parece infalible. Algo que también me gusta de ese instrumento es que es un regalo que he podido compartir con muchos amigos.
Con Nirvana descubrí la adrenalina. No he dejado la batería por completo, aunque ahora la guitarra es el instrumento que me distingue. A pesar del paso del tiempo, se siente bien saber que la emoción continúa.
En el inicio traté de sentirme cómodo como líder de la banda, pero no lo conseguí de inmediato. Foo Fighters representó un gran reto. Me mentalicé para superarlo y ese fue el primer paso.
En mi infancia lo único que tenía al alcance era la radio a.m. En los años 70 la escuchaba mientras viajaba con mi madre en su auto. No teníamos tocadiscos en casa. Era profesora en una escuela pública, así que no había dinero para ese tipo de cosas. Tenía unos seis años cuando me encontré con “Frankenstein”, de The Edgar Winter Group, y me impresionó. Ese riff de guitarra me parece uno de los mejores de toda la historia. Al escucharlo, supe de inmediato que quería ser músico.
Butch Vig es un gran amigo mío. Fue una persona muy importante para el sonido de Nirvana. Cuando grabamos Nevermind, en 1991, nos ayudó a darle armonía al noise del grupo. Supo cómo canalizar la furia de cada canción. Conoce muchos trucos. Es como un mago, aunque trabaja con mucha modestia. Siempre hace buenas sugerencias y no critica ni modifica lo que no necesita cambios. Por eso trabajamos con él para este nuevo disco de Foo Fighters.
Una de las cosas que más agradezco a la música y a la vida en general es que me han permitido conocer a varios de mis héroes. Uno de los que más me ha impactado es Paul McCartney. Es un gran tipo. De hecho, para mí es la mejor persona que hay en el mundo. He tenido la oportunidad de cenar en su casa y es una de las experiencias más formidables que he tenido. Muchas veces me ha parecido que fue un sueño. Me dejó la sensación de que ya no tengo pendientes importantes en mi lista de deseos.
Me gusta que ahora haya muchas maneras de escuchar tu música favorita. Me considero un poco de la vieja escuela, porque reconozco que la calidad y la calidez de sonido de un disco de vinil es diferente a la que ofrece el universo digital. Sin embargo, cada plataforma tiene sus ventajas. Por ejemplo, me agrada lo sencillo que es llevar a todas partes las canciones que más te gustan. Y, por supuesto, toda esa parte relacionada con el descubrimiento de música nueva. Todo depende de qué es lo que quieres escuchar. Un día me puede hacer sentir bien ver y tocar la funda de un vinil mientras está dando vueltas en la tornamesa y se cuela algún scratch. Otro día, cuando no estoy en casa, lo que hago es sumergirme en cada nota con los audífonos enchufados a mi teléfono.
Me considero fan de propuestas como Die Antwoord. Me parece un proyecto enloquecidamente libre y que no puedes comparar con facilidad. Me parece genial su actitud combativa y su creatividad en términos sonoros y visuales. Hace unos cuatro años, después de un show que dieron en Los Ángeles, me acerqué para decirles que me encantaban. No me conocían y les pedí tomarme una foto con ellos. Fue un gran día.
En nuestro nuevo disco tratamos de capturar la manera en la que Estados Unidos ha influido en nosotros. Es un gran país en el que hemos crecido, que hemos recorrido y que nos ha enseñado a ser quienes somos. Por eso hicimos varias escalas para grabar cada canción; todas se produjeron en condiciones únicas. Al moldear esa energía descubrimos cosas nuevas que nos ayudaron a perfilar el sonido. De alguna manera nos dejamos llevar en cada una de esas direcciones. El ambiente de cada ciudad en la que grabamos provocó la definición de todo el álbum. Decidimos tomar la autopista y, mientras cruzamos el país, fuimos recogiendo ideas. Fue como hacer una cosecha imaginaria que resultó mejor de lo que esperábamos.
Una de las lecciones que creo haber aprendido en estos años es bajar el nivel de mis expectativas. Por lo general, cuando tu corazón está de por medio, sabes que no es necesario ilusionarte. Con eso en mente he compuesto y grabado para dejar que las cosas sucedan. Puedo decir que eso lo aprendí con Nirvana y de alguna manera ha prevalecido en la historia de Foo Fighters. Gracias a Dios, las cosas han funcionado bien.
El cine siempre ha estado presente en mi vida, como parte de mi experiencia como espectador. Desde hace tiempo he realizado algunos ejercicios como director. Me gusta la manera en la que el medio te permite contar una historia real.
No sólo la ficción puede tener esos momentos deliberadamente “poéticos”. Un documental los tiene de igual forma. Lo que me sorprende del documental como género es la enorme capacidad de recursos visuales que surgen de forma natural más allá del guión o la posproducción.
Sonic Highways es el nuevo disco de Foo Fighters. El proceso de grabación se realizó en colaboración con Butch Vig, productor y viejo amigo de la banda. Cada una de las ocho canciones que lo integran se produjo en una ciudad diferente. La lista de escalas la conforman Austin, Chicago, Los Ángeles, Nashville, Nueva Orleans, Nueva York, Seattle y Washington D.C.
Fotos: EFE y LatinStock/Corbis
También puede interesarte Éste soy yo: Tony Bennett