Actriz, 48 años, Nueva York
Obtuve fama gracias a ER (1994), pero no fue una experiencia grata. Comencé a trabajar en esa serie cuando tenía 26 años. Era un torbellino y lo único que sabía hacer era actuar. No tenía la menor idea de cómo comportarme en las entrevistas y tampoco sabía apreciar todo lo que me estaba pasando. No es que no lo pudiera valorar, sino que me sentía ahogada. Además, ER se grababa en Los Ángeles y mis amigos y mi familia estaban en Nueva York. Me sentía como un pez fuera del agua.
En ER, George Clooney me enseñó cuál debe ser el protocolo en una grabación. Pasas muchas horas ahí y el equipo técnico se convierte en tu familia. El clima que va a tener el set lo impone, al final, quien encabeza la lista de actores. Por eso, cuando acepté protagonizar The Good Wife decidí que mi misión sería que todo aquel que trabajara con nosotros —como técnico o como estrella invitada— se sintiera en casa.
Soy una ferviente neoyorquina. Cuando me ofrecieron el papel de Alicia en The Good Wife acepté con la condición de que la serie se grabara en Nueva York. Mi marido trabaja allí y yo quería encontrar un proyecto que pudiese incorporar a mi vida.
Mi definición de una buena esposa no es la misma que tiene Alicia. Cuando comenzó la serie, Alicia era la típica esposa de la década de los cincuenta que había dejado de intentar tener una buena relación de pareja. En cambio, yo creo que una buena esposa se comunica constantemente con su marido y mantiene un diálogo fluido con él.
Mi esposo, curiosamente, es abogado. Se llama Keith Lieberthal, ahora está muy ocupado dirigiendo una empresa, por lo que ya no se dedica a ejercer el derecho. Cuando hay problemas legales, lo resuelven los abogados de la compañía. Sin embargo, en la serie ha habido casos muy similares a los que él manejó cuando trabajaba como abogado, así que en muchas ocasiones me ha podido ayudar.
Me crié en muchas partes. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía un año. Nunca viví en el mismo país con mis dos padres. Me mudé primero a Francia y luego a Inglaterra. De allí me fui a Nueva York y otra vez a Inglaterra.
Aunque no tuve una infancia estable, el hecho de haber crecido como una gitana me dio muchísimas herramientas como actriz. Por ejemplo, no se me dificulta hablar como británica porque ese es el acento que tenía cuando era niña.
Interpretar a Alicia siempre ha sido un verdadero desafío. Soy lo opuesto a ella: no me quería casar, jamás pensé que tendría hijos y me encantaba ser una chica soltera que vivía en Nueva York. Como ya había lidiado con el divorcio de mis padres, me daba miedo que llegara un día en que tuviera que esperar el cheque de mi ex esposo después de un divorcio. Además, yo soy judía y Alicia es protestante, por lo cual es una persona absolutamente reprimida.
Lo que me encanta de la televisión es que permite al espectador acompañar el proceso de autodescubrimiento de un personaje. La Alicia que hemos visto en las últimas temporadas de la serie es una mujer distinta a la de los primeros episodios, en los que escuchaba su propia voz por primera vez, aunque ya fuera una mujer de más de 40 años.
Descubrí la actuación por casualidad. Estudié arte en una universidad muy buena, donde no tenía un plan estricto de estudios, por lo que aprendí de todo: historia, psicología, italiano y literatura inglesa.
Todo cambió cuando en la clase de teatro me eligieron para trabajar en una obra que se llamaba In the Boom Boom Room. Allí interpreté a una bailarina de cabaret. Recuerdo que en el escenario sentí que había encontrado lo que más me gustaba. Fue como descubrí mi hogar, en ese momento me di cuenta de que tenía que convertirme en actriz.
Me cuesta encontrar un equilibrio entre mi trabajo y mi familia. Tengo días buenos y malos. Estoy aprendiendo a controlar mi manía de querer que todo esté siempre perfecto. Muchas veces me tengo que ir temprano a grabar y, cuando regreso a casa, me siento mal por no haber vestido a mi hijo. En esos momentos deseo tener total control de las cosas, pero a la vez tengo que aceptar que no puede ser así. Hay que aprender a relajarse y aceptar que no se puede estar en todo.
Tengo un gusto muy particular en lo que se refiere a la moda. A Alicia le gusta la ropa tradicional de grandes marcas, pero en cambio yo prefiero visitar las boutiques que están de moda en el Lower East Side, Soho o el West Village de Nueva York y descubrir quiénes son los diseñadores nuevos. No me gusta lucir como los demás, por eso siempre busco vestir para distinguirme del resto.
Soy una ferviente fanática de Mad Men. Mi padre era publicista, trabajaba en una agencia que estaba en Madison Avenue, así que conozco perfectamente el mundo del que habla la serie.
Me interesa probar suerte como productora. Disfruto buscar nuevos materiales y soy una lectora ávida. Tengo la suerte de conocer a alguien que consigue libros antes de que se publiquen, por lo que me estoy divirtiendo mucho no sólo pensando en proyectos que me puedan servir como actriz, sino también como productora.