Aldo de Nigris llega rodeado de personal de seguridad a la boutique de Hugo Boss en el centro comercial Antara Fashion Hall, en la colonia Polanco de la ciudad de México. En la ventana de la tienda luce imponente el cartel que lo presenta como uno de los protagonistas de la campaña editorial conjunta entre Esquire Latinoamérica y Hugo Boss Fragancias. Aldo se detiene frente al cartel y pide que le tomen unas fotografías. Se le ve feliz e impresionado por una experiencia que, según me dice, nunca antes había vivido. Ya hay clientes y periodistas a la espera de conocerlo o entrevistarlo. Atraído por el revuelo que causa el arribo del futbolista, un niño de unos 12 años se acerca a la marabunta con la frescura propia de esa edad. Quizás esperaba ver a un cantante, un actor o alguna otra celebridad del espectáculo, pero parece que la sorpresa que la vida le tiene reservada en esta calurosa tarde de sus benditas vacaciones de Semana Santa, resulta mejor. «¡Es Aldo!», grita con un fervor y una inocencia que arrancan la carcajada de los presentes. Luego corre hacia donde lo esperan dos amigos, les comparte su descubrimiento y juntos entran a la boutique despreocupadamente para fotografiarse con Aldo y pedirle un autógrafo.
Nunca me cansaré de ver el efecto que la presencia de un deportista profesional tiene no sólo entre los niños, sino entre gente de todas las edades. Se los dice alguien que experimenta ese mismo efecto cada vez que se topa o conoce a alguien de ese calibre. Tengo 42 años, esposa, dos hijos (uno casi quinceañero) y perro. Gracias a mi buena suerte y un poco de trabajo duro, dirijo una revista que es el sueño de muchas personas dedicadas a este oficio.
Creo tener buen juicio y sentido común para algunas cosas, lo que me ha permitido estar sentado en el escritorio donde estoy ahora para después irme a mi casa con mi familia sin mayores problemas. O sea que soy como muchos de ustedes. Sin embargo, basta con que un futbolista o basquetbolista famoso se atraviese en mi camino para que me transforme en el niño que describí más arriba. Yo también les gritaría emocionado, como ese pequeño le gritó a Aldo, pero mi cerebro adulto se esfuerza para controlarme.
Aún menos me cansaré de ver que esos personaje que causan tanta admiración atiendan a quienes les piden unos momentos de su tiempo. No siempre es posible, y eso se entiende, pero la grandeza de un deportista profesional no debería medirse sólo por su desempeño en la cancha, sino por la voluntad de detenerse un momento a firmar un autógrafo o tomarse una fotografía con aquellos que han visto en él algo especial, que lo han señalado con su cariño.
Por lo que me toca presenciar este 21 de abril de 2014 en el almacén Liverpool de Polanco y después en la boutique de Hugo Boss en Antara, Aldo de Nigris sabe lo afortunado que es de tener una vida como la suya -delantero del Guadalajara, el equipo más popular de México; felizmente casado con la novia de su adolescencia; padre de tres hermosos hijos, que son a quienes más extraña cuando viaja a jugar a otra ciudad; campeón en varias ocasiones- y mantiene una humildad que resulta refrescante en estos tiempos de soberbia facilona. Asegura, en privado y luego durante la conferencia de prensa en Antara a la que acuden más de cincuenta medios, que la oportunidad de trabajar con Esquire y Hugo Boss Fragancias es un sueño para él. Es un hombre cálido, amable y bromista que se engancha en cualquier conversación de manera instantánea, desde el clima caluroso hasta quiénes son los defensas más mal intencionados de la liga local (otro día se los cuento). Tiene palabras de reconocimiento para sus compañeros futbolistas, sonrisas para los empleados de Liverpool y Hugo Boss que quieren fotografiarse con él, y una mano bien entrenada para firmar docenas de autógrafos. Esto fue lo que nos dijo.
ESQUIRE: ¿Cómo defines el éxito, tanto en lo personal como en lo profesional?
ALDO DE NIGRIS: Ser un buen ejemplo y ser humano. En lo que respecta a lo profesional, ser un ganador, un buen compañero y un buen rival. No se trata tanto de ganar o perder, sino de nunca bajar los brazos y perseguir tus sueños. A pesar de que siempre hay muchos obstáculos en el camino, hay que luchar y creer en uno mismo. Desde pequeño mi sueño era jugar futbol y ser una imagen pública. Por eso que una empresa como Hugo Boss se fije en mí es un sueño hecho realidad, estoy muy contento y agradecido. Voy a seguir tratando de ser un ejemplo para mis hijos, y dentro de la cancha trataré de hacer lo mejor para mis compañeros.
ESQ: ¿Quién o quiénes te han inspirado en tu vida?
ADN: Obviamente mi hermano [Antonio, quien falleció en 2009] fue alguien muy importante en toda mi vida, no sólo en el futbol. Intento seguir sus pasos y ser un buen ejemplo para mis hijos, para mi familia, para toda la gente. Ser un ejemplo de lucha, trabajo y de un buen ser humano. Me inspiran mi hermano, mi familia, mis padres y ahora mi esposa y mis hijos. Ellos son el aliciente para siempre seguir trabajando y dar lo mejor de mí. Me gusta llegar a la casa y que me reciban con una sonrisa. Mi satisfacción más grande es saber que, aunque gane o pierda, di todo dentro de la cancha y que, fuera de ella, intento ser una buena persona.
ESQ: ¿Qué consejos le darías a un chico que está empezando su carrera como futbolista? ¿O a tu hijo, qué consejo le darías a él?
ADN: Que sea un buen compañero y un buen ser humano. Eso es lo más importante: los valores, el trabajo, la entrega, la lucha y el sacrificarte siempre por tus sueños. También que crea en sí mismo, porque muchas veces se va a encontrar gente que por desgracia le dirá lo contrario. Pero si eres fuerte mentalmente y crees en tu sueño, nada ni nadie te parará. Es un claro ejemplo de lo que pasó conmigo. Esperaría que esa idea le sirviera tanto a mi hijo como a muchos niños o personas que se puedan inspirar en él.
ESQ: ¿Cómo has logrado mantener el camino?
ADN: Mi familia y yo somos muy católicos. Siempre rezamos para que nos vaya bien, para tener mucha salud y para que pueda ayudar a mi equipo a ganar los partidos. Me ayuda mucho la fe que tengo en Dios, la Virgen y los santos. En los momentos difíciles han sido mi fuerza. También se lo debo al trabajo diario tanto dentro como fuera de la cancha: alimentarme y dormir bien, exigirme en cada entrenamiento para llegar bien al partido. Cada vez es más difícil este deporte: llegan jóvenes muy buenos y los rivales ya te conocen más. Por eso hay que trabajar más fuerte para poder lograr el éxito.
ESQ: ¿Siempre quisiste ser futbolista profesional?
ADN: Fuimos una familia muy deportista. Practicaba tenis pero me gustaba mucho jugar futbol en la calle con mis amigos. Creo que esa pasión me llevó a convertirme en profesional. Siempre competía con mis hermanos sobre quién subía más rápido las escaleras o quién ganaba en los partidos que jugábamos en la calle o en el garage. Competíamos todos los días. Jugaba tenis a diario. Es un deporte que implica disciplina, en donde estás tú solo y es más mental, pero cuando acababa de entrenar me iba a jugar futbol con mis amigos y eso me daba mucha alegría. Algunos notaron que tenía cualidades y entonces empecé a jugar en equipos de la colonia y algunos clubes. Después me llamaron a hacer pruebas en Tigres y Monterrey, los equipos de mi ciudad.
ESQ: ¿Qué es lo que más te enorgullece y hace sentir bien además del futbol?
ADN: Mi vida es mi familia y el futbol. Son las dos cosas que más amo. Mi esposa y mis tres hijos -Antonella, Paula y Aldo Patricio- son el motor que se enciende cada mañana para que yo siga dando un buen ejemplo y mantenga esa hambre de triunfo. Tengo muchas ganas de seguir jugando y sé que cuando me retire seguiré relacionado con el futbol: es lo que me gusta, lo que sé hacer y lo que me apasiona. Voy a tratar de seguir bien en mi carrera y terminar dignamente.
ESQ: En los últimos años has pasado por momentos complicados.
ADN: El obstáculo más difícil de mi vida ha sido el fallecimiento de mi hermano Antonio. Para mí era como un padre. Éramos muy apegados porque él también era futbolista y siempre fue mi ejemplo a seguir, me cobijó y me enseñó mucho. Es algo que nunca esperas que suceda y menos de esa manera [falleció a los 31 años víctima de un infarto]. Me cambió la vida, me cambió todo. Lo primero que pensé fue que la responsabilidad tanto de mi familia, como de mis padres, era mía. Lo tomé con mucha fortaleza, como él me enseñó; creo que me preparó para eso. Tuve también apoyo de mis hijos, mis padres, toda la gente que estuvo cerca, y de Dios. Pude sobrellevarlo al pensar que él hubiera querido ver felices a todos, unidos y más fuertes que nunca. Es lo que trato con mi familia: unirlos cada vez más y que se den cuenta de que de un día para otro puede cambiar todo. Hay que disfrutar la vida y ser felices, dar el máximo cada día porque uno nunca sabe cuándo se puede ir. Su partida me dejó muchas enseñanzas aunque todavía me siento triste cada momento que lo recuerdo. Hay días buenos y días malos. Sigue siendo muy difícil, pero intento sobrellevarlo con lo que él pensaría o desearía de mí.
ESQ: ¿Qué valores son indispensables para ser un hombre exitoso?
ADN: Ser un buen compañero, ser humano y amigo. También aceptar los sacrificios. A veces se piensa que la vida del futbolista es todo felicidad, pero no es así. Sueles perderte de muchas cosas, fiestas y compromisos familiares, porque es tu trabajo. Sacrificar algunas cosas por tu sueño siempre es bueno. El trabajo, la humildad, tratar de ser una buena persona, no bajar los brazos nunca y ser perseverante son cosas que te llevan al éxito.
ESQ: ¿Cuál es la mejor enseñanza que te han dejado tus compañeros de equipo?
ADN: En el futbol así como hay cosas malas, hay buenas. Aprendes a valorar mucho cuando estás fuera de tu casa y lejos de tu familia. Estoy agradecido con mis compañeros porque aprendes de todo un poco, tanto de los que son muy locos como de los que son demasiados centrados. Un equipo es una familia: muchas veces pasas más tiempo con ellos que con tu esposa o hijos.