Lejos del cuento de hadas en el ambiente de la música pop, Charli XCX lanza un álbum titulado Charli. Así, deja en claro que lo simple no carece de sustancia.
Charloette Emma Aitchison alias Charli XCX conservó el apodo que manejaba en el chat con sus amigos para darse a conocer en una escena londinense subterránea. Su participación como parte de los nuevos talentos, que abrían un modesto espacio en bodegas abandonadas, conformó la primera plataforma para hacer a un lado el pánico escénico. “Fueron tiempos tan divertidos como escabrosos. Calmaba mi ansiedad de alguna manera estar frente al público”, recuerda la artista nacida en Cambridge, Reino Unido, el 2 de agosto del año 1992.
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LOS INICIOS DE CHARLI XCX
El interés por tomar un micrófono y situarse bajo los reflectores apareció en su vida desde muy joven. Fue a partir de los 14 años que la composición se convirtió en su actividad favorita, pasatiempo que lo compara con el hecho de estar en un campo de guerra emocional. “Escribir una canción me conduce hacia la paz por el desahogo que representa.
Aunque para llegar al resultado final tenga que librar obstáculos como cuando no encuentro las palabras precisas o cuando aparece la duda para decidir si lo que está ahí es lo que realmente quería desde un inicio, se convierte al final en una batalla encantadora”, agrega la cantante, poseedora de un registro mezzosoprano.
SUS INFLUENCIAS
El ambiente familiar le proporcionó sus primeras influencias, que van desde el punk hasta Madonna, Björk y David Bowie. Si bien grabó su primer álbum siendo adolescente, no fue sino hasta el EP You’re the One (2012) que debutó de manera oficial. Con True Romance (2013) su carrera comenzó a afianzarse, siendo, además, la encargada de abrir conciertos en Europa de Katy Perry. Con Sucker (2014) su fama se extendió y ahora suma a su discografía Charli (2019).
“He notado que me persigue la misma esencia artística desde un inicio. Es una mezcla de rigor y placer que funciona como estimulante para la creatividad. Me refiero a una disciplina con cierto margen de espontaneidad para no presionarme innecesariamente y mantener la calma hasta llegar al resultado final”.
Este artículo apareció primero en Esquire del mes de Septiembre 2019