En 1939 DC Comics creó el personaje de Batman, que tardó menos de un año en convertirse en protagonista de series en la televisión y películas para la gran pantalla, pero su gran explosión popular llegó a finales de los ochenta del siglo XX cuando los estudios Warner decidieron recuperarle en un megaproyecto que pasó por muchas manos antes de caer en las de Burton en 1986, cuando sólo era conocido por «Pee-wee’s Big Adventure» (1985).
BURTON OSCURECE EL MUNDO DE «BATMAN»
El resultado fue un «Batman» barroco y recargado, con personajes llenos de matices. Un Batman que equilibraba un lado oscuro con otro humano e inquietante, al que daba vida Michael Keaton. Y que contrastaba con la siempre luminosa Kim bassinger en el papel de la periodista Vicki Vale.
Pero si en algo estuvo acertado Burton, además de en la estética de la película, fue en profundizar el papel del Joker, uno de los enemigos del superhéroe, que en su paso al cine cobró una mayor fuerza con el rostro maquiavélico de Jack Nicholson.
En la historia ideada por Burton, el Joker pasa a ser el responsable del asesinato de los padres de Bruce Wayne, una de las principales diferencias de la película frente al cómic en papel, junto al hecho de que Batman era capaz de matar, contrariamente al personaje original.
El esfuerzo de Burton en la escenografía se vio recompensado con un Óscar al diseño de decorados para Anton Furst y Peter Young, el premio más lógico para un filme que revolucionó la estética de las películas de superhéroes, hasta ese momento bastante inocente e infantil.
«Batman» recaudó 251 millones de dólares, una cifra que no superaría su segunda incursión en el mundo del hombre murciélago, que con el título de «Batman returns» llegó a los cines en 1992 insistiendo en una estética que ya nunca abandonaría sus historias cinematográficas.
En esta segunda incursión, el Joker fue sustituido por un malvado pingüino, al que daba vida de forma tan histriónica como terrorífica Danny DeVito, que se enfrentaba a Michael Keaton, que repitió como Batman.
Los 162 millones de dólares que recaudó no fueron motivo suficiente para que Burton se quedara con ganas de repetir experiencia aunque sí con el interés suficiente como para producir la siguiente entrega, en 1995, «Batman Forever», que supuso la entrada en la saga del realizador Joel Schumacher.
SCHUMACHER, UN REALIZADOR DE TRANSICIÓN ANTES DE NOLAN
Val Kilmer, en aquel momento de moda y en su mejor momento, tomó el relevo de Michael Keaton y proporcionó al personaje más músculo pero menos interés.
Lo mismo pasó con los malos -Tommy Lee Jones y Jim Carrey- con el Robin que acompañaba al héroe (Chris O’Donnell) y hasta con la chica de la película, una Nicole Kidman que no parecía muy a gusto en su papel.
Batman volvió a la estética del cómic y se alejó de la oscuridad que le había marcado Burton y aunque las críticas no le acompañaron, logró ser un éxito notable de taquilla, con 184 millones de dólares.
Schumacher repitió en «Batman y Robin» (1997), esta vez con un George Clooney que no acabó de convencer en traje de murciélago, una Batgirl con la cara de Alicia Silverston y un malísimo con un excesivamente caricaturesco Arnold Swarzenegger. Pero la taquilla cayó a los 107 millones de dólares.
NOLAN AL RESCATE DE BATMAN
Pese a todo, la Warner siguió creyendo en el personaje pero tenía claro que tenía que darle un giro a la historia y al concepto para tratar de recuperar el éxito que había comenzado Burton.
El británico Christopher Nolan, que había impactado con «Memento» (2000) fue el elegido. Y junto a David Goyer comenzó a trabajar en «Batman Begins», una película a la que querían devolver a la oscuridad, al realismo y a la humanidad y dudas del personaje principal.
Además del ritmo trepidante que Nolan imprimió a las escenas de acción, el gran acierto fue darle el papel a Christian Bale, un actor capaz de transformarse físicamente hasta límites increíbles para dar realismo a los personajes que interpreta.
Nolan llegó a los 205 millones de dólares de recaudación con una historia que volvió a la oscuridad de Burton pero que cambió su barroquismo por futurismo en un trabajo exquisito en su concepto estético y que no se olvidaba de contar con una historia que mostrara la complejidad del héroe.
Pero no se durmió en los laureles del éxito y concibió una segunda historia aún más oscura, más complicada y más retorcida. «The Dark Knight» llegó a los cines en 2008, precedida del morbo por la muerte de Heath Ledger, una de las grandes promesas del cine, que había fallecido poco después de acabar el rodaje y que realizó como Joker un impresionante trabajo por el que obtuvo un Óscar a título póstumo.
El trabajo de Ledger fue uno de los elementos más destacados de una película redonda, que iba más allá del cine de superhéroes. Un filme mas maduro, con un Batman aún más complejo e introspectivo, preocupado «por la interpretación errónea que a su juicio hacen algunas personas de su actividad en Gotham», según señaló Nolan en la presentación de la película en Barcelona.
«THE DARK KNIGHT RISES», EL ADIÓS DE NOLAN
Tras conseguir 533 millones de dólares en taquilla, Nolan no dudó en meterse de nuevo en las historias del personaje para levantar «The Dark Knight Rises», una historia que desmonta las teorías de que el personaje no daba más de sí.
Pero lo que sí es cierto es que la película echa en falta a Ledger pese a la incorporación de Tom Hardy, de Anne Hathaway como Catwoman o de Marion Cotillard como la «novia» del superhéroe, menos superhéroe que nunca y mucho más cercano a los humanos normales.
«Nunca esperé su éxito abrumador», admitió Nolan en una entrevista con EFE. «Llegar hasta aquí es satisfactorio desde el punto de vista de que hemos acabado lo que queríamos hacer, pero es muy triste decir adiós. No me refiero a los actores y al equipo de producción, con quienes espero seguir trabajando, pero sí a los personajes. Hemos tenido una buena relación y me han inspirado. Es triste decir adiós a Batman», agregó.
¿Será el fin de Batman? No lo creo. Pero ya se anuncia que estará en una película con Superman.