Por Miguel Ángel Lara
Una clase de mercadotecnia deportiva a distancia con alumnas y alumnos de la Ibero CDMX en lo que parece un lunes cualquiera, en el ambiente virtual de zoom, muchas violencias rampantes cruzando el contexto de esa clase y de México entero: el éxodo de familias enteras de Jerez y Fresnillo en Zacatecas, la masacre que “parece fusilamiento” en San José de Gracia, el abuso del Fiscal General de la República y el aparente control que tiene sobre ministros de la Suprema Corte de Justicia del país. ¿De verdad necesitamos esto?
Pero, ¡alto! La semana que termina convierte al estadio La Corregidora de Querétaro en un escenario infernal donde la violencia rampante recorre las tribunas, los pasillos y la misma cancha del inmueble.
De pronto, la mente se va a negros luego de multiplicidad de escenas y ángulos que brindan los videos de los teléfonos móviles. La ansiedad, esa pandemia invisible que ha aumentado exponencialmente en el contexto de la pandemia por el excesivo uso de estos dispositivos, aumenta conforme se viralizan los videos del horror que se pasea tranquilamente por el país y que coquetea a diario con las mentes de las personas que los habitamos.
Es la oscuridad del pensamiento violento, ese trastorno obsesivo-compulsivo que colectiviza la acción abusiva de las personas contra las personas.
Querétaro es el dantesco e infausto escenario de un enfrentamiento que ni siquiera fue anunciado con antelación. Querétaro es el escenario de un México que normaliza la violencia en todas sus manifestaciones, la impunidad, el abuso de autoridad y que tiene como teatro muchas muertes innecesarias.
Estamos ante un mundo tremendamente audiovisual, la riqueza de pensar ha caído en favor de una mayor expresividad, oral y corporal, muchas veces negativa y violenta, que desalienta el pensar con claridad.
Parecería que la violencia en este país se convertido en la herramienta con la seducimos y persuadimos, con la que convencemos sin rectificar. Es un arma que destruye a quien tenemos enfrente porque las secuelas son permanentes y significativas.
Alumnos impactados por la violencia en Querétaro
Volvemos a la clase de mercadotecnia deportiva, donde las y los alumnos desmenuzan lo que pasó. Están tristes, angustiados, tan sólo en compañía de su celular, una compañía que resulta un arma letal pues su ansiedad aumenta cuando describen los hechos suscitados en el estadio de Gallos Blancos de Querétaro cuando enfrentaban al Atlas.
– “Prof, la violencia es tan común que no puedo creer que las autoridades no se hayan dado cuenta de las amenazas previas que se lanzaban las barras del Querétaro y el Atlas en redes sociales”, dice un chico.
– “Prof, ¿y dónde quedó la paz?” dice una chica. “Parece que la paz es ese juguete viejo con el que ya nadie quiere jugar. Todo eso me revienta y me inutiliza», remata.
Me detengo en la desazón de las y los chicos.
El suceso en Querétaro los tiene en shock. Los miro a través de la pantalla de zoom también con desazón. No fue San José de Gracia, ni el éxodo de Jerez, ni los asesinatos de periodistas y las miles de mujeres violentadas y desaparecidas lo que los tiene así. Fue el estadio Corregidora de Querétaro, un partido de futbol que derivó en hechos de violencia inusitada por parte de las barras.
El futbol tenía muy desesperanzados a un grupo de jóvenes estudiantes. Esto no puede ser, pensé. Fue una clase descorazonadora al principio, que fue mutando mientras avanzábamos. Entonces las propuestas de paz no se hicieron esperar.
Se consultaron documentos que dan cuenta de estudios académicos, históricos, antropológicos, sociológicos sobre violencia en los estadios, el origen de las barras, las categorías que integran los comportamientos, los rituales, la heterosexualidad y la representación masculinizada del cuerpo, así como sus elementos contextuales que los rigen como grupo identitario.
Toda acción violenta que aparece en el estadio suele reverberar en los medios de comunicación, en los directivos de las ligas y de los equipos de futbol de forma poco reflexiva.
Aparecen términos tajantes como desafiliación, erradicación de las barras, golpes en la mesa y un sinfín de epítetos mediáticos que, más que contribuir a resolver de raíz el problema de la violencia, lo encienden con comentarios llenos de testosterona sin sentido.
Lo grave de esto es que es tal la presión al futbol y sus directivos que estos toman decisiones poco reflexivas y profundas. Estas están encaminadas más a sostener el negocio y la marca, que a erradicar la violencia.
Por otro lado, tenemos a pensadores y académicos mexicanos que aparecen en los medios de comunicación dando sus puntos de vista. Están llenos de datos, cifras y reflexiones documentadas basadas en evidencia científica y que lo vienen diciendo y gritando desde hace más de 12 años en diversos foros, legislativos, mediáticos, deportivos y, por supuesto, académicos y no han sido escuchados.
La polisémica y prolífica bibliografía de dichas investigaciones se encuentra empolvándose cual “muñeca fea” en las bibliotecas de muchas universidades del país y del todo continente americano.
Por otro, la falta de empuje y decisión de la academia mexicana para patear y derribar las puertas de la Federación Mexicana de Futbol, para ser escuchados, y con base en todos los estudios científicos-sociales sobre futbol, establecer un programa transversal y de largo aliento que ayude a mitigar no sólo las diversas violencias de los estadios de futbol, sino las circunstancias y los contextos que originan dichos comportamientos de las barras en nuestro país.
El grupo de merca puso en la mesa las medidas implementadas recientemente por la Liga BBVA (banco al que cuestionaron por no retirar el naming a la LigaMX) y la Federación Mexicana de Futbol, en el sentido de que el manejo de las barras deberá ser por parte de las autoridades estatales, municipales y/o públicas.
Esto determina un control por parte de la oligarquía del futbol y las autoridades cuando estos grupos tienen un sentido de organización que, bajo ninguna circunstancia, querrá ser controlado.
El futbol mexicano perdió una enorme oportunidad de establecer un modelo de reconciliación y de transformación de las barras, no desde el control, sino desde el diálogo, estableciendo proyectos de convivencia y paz en los estadios.
Las medidas de los directivos del futbol mexicano nos remiten a métodos punitivos de cara a la presión económica, política y mediática, donde existen un conjunto de elementos materiales y simbólicos tales como el dinero, las relaciones de poder, de saber (los reglamentos) que cercan los cuerpos humanos (barristas) y los dominan haciendo de ellos un objeto que es víctima del poder, de ahí la rebeldía innata en quienes viven diversas violencias.
No es extraño, entonces, que surja la campaña #gritaputo en represalia a lo que la gente considera medidas tibias por lo ocurrido en Querétaro.
Esto pone en grave riesgo la asistencia de la Selección al Mundial de Catar, pues se insta a la gente a gritar puto en los partidos eliminatorios que están por jugarse a finales de marzo. Es una amenaza colectiva a tomar en cuenta.
Planteamiento de mecanismos de seguridad humana
Para el grupo de mercadotecnia deportiva es importante plantear otras posibilidades para ir mitigando la violencia en el futbol mexicano.
Se trata de establecer mecanismos de seguridad humana, es decir, toda persona que acuda a un estadio tiene derecho a entrar y salir de un juego de futbol de manera íntegra, bajo dos premisas fundamentales: convivencia y reconciliación, tomando el diálogo como el vector fundamental de la comunicación entre directivos, sociedad civil, barras, alcaldías y cuerpos de seguridad del país.
La violencia y su solución es siempre multifactorial, es una construcción social compleja y así debe abordarse. Las barras no son el problema, son sólo una expresión de las múltiples violencias. Por lo tanto, el abordaje debe ser científico o no dará los resultados esperados.
Hay que hacer diagnósticos longitudinales de la violencia, índice de riesgos por sede/juego, semaforización de variables. Realizar estudios cualitativos y cuantitativos sobre violencia y delincuencia en todas las sedes donde haya futbol profesional en México, atendiendo también las divisiones de ascenso y fuerzas básicas. Que la liga cuente con tableros de mando que le permitan tomar decisiones para mitigar los hechos violentos.
Estas son algunas de las soluciones propuestas por alumnas y alumnos de marketing deportivo. Todo tras un hecho que mitigó sus esperanzas de vivir en paz y armonía, luego de un encierro de dos años, en el contexto de una guerra e inmersos en un país altamente violento, misógino y machista cuyas instituciones son denigradas día con día.
La respuesta a la tristeza fue dar soluciones a lo que es posible y esperanzador. Emanados de mentes creativas y decididas a dejar atrás a las violencias con el libre pensamiento de las acciones concretas.
Miguel Ángel Lara Hidalgo
Lic. En Comunicación por la Ibero y candidato a Maestro en Antropología Social por la misma universidad. Director de Comunicación estratégica del Borussia Dortmund en México.
Director de Relaciones Publicas del programa Soccer Coach Solutions.
Profesor del departamento de Estudios Empresariales de la Ibero CDMX.
Presidente de la Red de Investigadores, sobre Deporte, Cultura Física, Ocio y Recreación.
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