Todos los campeones llevan reflectores, pero aquellos que logran gestar un dominio escalan al último peldaño: las dinastías y equipos del Super Bowl.
Desde la filosofía del juego, toda expresión lúdica del ser humano puede ser encasillada en cuatro categorías: agón (juegos de competencia), mimicry (juegos de simulación), alea (juegos de azar) e ilinx (juegos de vértigo). Dentro de los primeros, el objetivo es sencillo: prevalecer. Más rápido, más alto, más fuerte. Los campeones inevitablemente llevan reflectores, pero aquellos que logran gestar un dominio con un lapso temporal importante escalan al último peldaño: las dinastías del Super Bowl, el más grande espectáculo deportivo en futbol americano.
por Crac 909
Equipos del Super Bowl
Green Bay Packers

En 1958, los Packers contaban con 14 futuros miembros del “Equipo del Año” de la NFL o Salón de la Fama y aún así se las arreglaron para terminar con una victoria, un empate y diez derrotas. Ante la crisis y la falta de identidad de la gente con su equipo, alguna vez campeón, apostaron por medidas novedosas por entonces y seleccionaron como coach al coordinador ofensivo de Nueva York, quien no se perfilaba para ser entrenador en jefe por su ascendencia italiana: Vince Lombardi. De su mano, terminaron con récord ganador en su primer año y para el segundo estaban en el juego de campeonato. A pesar de su derrota ante Filadelfia en 1960, Lombardi prometió nunca más perder un partido por el título y así fue: campeones en 1961 y 1962 (ante su ex-equipo neoyorkino), los Packers emprendieron el camino por la historia en 1965 buscando algo inédito en la era de la postemporada: un tricampeonato.
Para 1966, en el marco del bicampeonato, consiguieron el derecho de jugar el primer Super Bowl, mismo que ganaron 35-10 a Kansas City. Al año siguiente, con un equipo, aún élite, pero en picada, Green Bay logró alcanzar el partido grande en una de las más célebres exposiciones de futbol americano en la historia: el “Tazón del Hielo”. Las tres coronas eran una realidad. Un 33-14 ante Oakland en el Super Bowl II cerraron con broche de oro la primera dinastía en la era del partido grande. Hoy se le rinde tributo cada año cuando la NFL entrega el trofeo Vince Lombardi al ganador de cada campeonato y su mantra es copiado por empresarios, maestros y cualquier figura dentro del deporte: “Ganar no lo es todo, es lo único”.
Pittsburgh Steelers

Con la mención honorífica de los Dolphins de Miami que consiguieron en 1972 la única temporada perfecta en la era Super Bowl, los Pittsburgh Steelers dominaron el panorama en el marco del crecimiento exponencial de la liga en gustos, ello en gran medida gracias a la televisión que ya era el entretenimiento en casa más frecuente en la Unión Americana. Tras años arrastrando equipos perdedores, Chuck Knoll tomó las riendas y comenzó el ensamblaje de una dinastía con Terry Bradshaw en los controles de la ofensiva, Lynn Swann y John Stalworth como sus armas aéreas y Franco Harris como la bujía terrestre. Sin embargo, lo que realmente hizo célebre su época fue la mítica “Cortina de Acero”, quizá la defensiva más importante de todos los tiempos: al frente: Joe Greene comandando la línea; Jack Lambert y Jack Ham como un tándem soñado en la zona de linebackers y Mel Blount en la parte de los backs.
Cuatro títulos en seis años significaron la firma de una era, donde además, se gestó la rivalidad más importante interconferencias en la historia después de encontrarse en dos “súper domingos”: Cowboys-Steelers.
San Francisco 49ers

A finales de la década de los 70, los Dallas Cowboys dominaban el panorama de la Conferencia Nacional. Para el Juego de Campeonato de 1979, parecía que de nuevo, los de la “Estrella Solitaria” volverían al duelo grande. Sin embargo, una nueva filosofía, una leyenda en ascenso y una época estaban por nacer en Candlestick Park de San Francisco. Faltando 37 segundos, un jóven Joe Montana emprendió la huida fuera de la bolsa de protección y con un pase lo suficientemente alto para quitar el aliento, (irónicamente) Dallas Clark lo recibió en la tierra prometida y con ello, los “Gambusinos” llegaron a su primer Super Bowl.
La “Ofensiva de la Costa Oeste”, ícono y parte de las grandes innovaciones de esta zona californiana se convirtió en el sello de la NFL desde entonces. Bill Walsh desarrolló este sistema de pases profundos, que daban una espectacularidad sin precedentes. En el campo, Montana era el “Santo Patrono” de esta escuela y Jerry Rice (el mejor receptor de todos los tiempos) su principal arma. Sin embargo, no quedaban en ellos dos: Roger Craig era el ataque terrestre, aunque con talento también para salir al pase. Del lado defensivo, Ronnie Lott se vacunó en la mejor escuela y por aire era casi imposible jugarle a San Francisco.
Para finales de la década, una remontada histórica ante Cincinnati en el Super Bowl XXIII y el marcador más abultado ante Denver un año más tarde (55-10), San Francisco selló un legado entre las dinastías del Super Bowl que trasciende hasta hoy cada vez que un “pase bomba” aparece en el cielo de un estadio como una noche de fuegos artificiales.
Dallas Cowboys

A pesar de que ligaron 29 años con campañas ganadoras, Dallas nunca fue considerado un equipo de dinastía. Al final, sus derrotas ante Pittsburgh terminaron por mermar el término, a pesar de contar con ídolos como Tom Landry como Head Coach y Roger Staubach como Quarterback. Fue hasta la salida del mítico entrenador en 1988 que la “Estrella Solitaria” tomó otro rumbo.
Con la llegada del actual dueño, Jerry Jones y el arribo de Jimmy Johnson como el estratega del equipo, se buscó formar un tándem ofensivo que se encarnó en Troy Aikman como mariscal de campo, Emmith Smith como corredor y Michael Irvin como receptor principal. En dos años juntos, alcanzaron finalmente el partido grande ante Búfalo en el juego que cambió para siempre la experiencia del “súper domingo” con la actuación de Michael Jackson. Al final, se quedaron con el trofeo Lombardi y el pie para otros dos cetros en las siguientes tres temporadas que le dieron el mote de “equipo de los 90”, a pesar del escándalo por la salida de Johnson y la llegada de Barry Switzer al timón texano.
La cereza del pastel fue aquella victoria ante Pittsburgh en Tempe, Arizona en el Super Bowl XXX, que mostró la gran mano de Jerry Jones para montar un equipo. Sin embargo, al paso de los años, cada vez se desgasta más la cinta de video con las mejores jugadas de ese partido, mientras los fieles fanáticos de los Cowboys anhelan ver a su equipo, de nuevo, en los primeros planos una vez más.
New England Patriots

Uno de los protagonistas del próximo domingo ha sido la cara que la NFL termina por mostrar una y otra vez porque al final, encuentra como ganar: Tom Brady. Desde su llegada, sin expectativas, a New England, el equipo dio un vuelco y de tener apenas dos participaciones en Super Bowl, ambas con derrotas, se convirtieron en el equipo más ganador, junto a Pittsburgh y el equipo que más veces ha participado en el Super Bowl.
Bill Belichick ha mostrado, al menos hasta este año, que podía hacer mucho con poco. Brady era el centro de su ofensiva y podía modificar el esquema año con año, por la pérdida de figuras clave en la agencia libre. La lista de receptores es interminable: Welker, Glenn, el tristemente célebre Aaron Hernández, Rob Gronkowski, Randy Moss, Julian Edelman. Y con todos encontraron la forma de ganar.
Esta dinastía, que abarca las dos décadas del siglo XXI que llevamos se divide en dos términos: el primero con tres cetros en cuatro años, producto de las victorias ante San Luis en el Super Bowl XXXVI que dejó la cita famosa: “Todos somos Patriotas”, como mezcla entre la unión de Estados Unidos por los ataques terroristas del 11 de septiembre y el apodo del equipo, así como dos más ante Carolina (SB XXXVIII) y Filadelfia (XXXIX), todas victorias por un gol de campo y que en gran medida se deben a Adam Vinatieri.
Ya en los 2010’s, los Patriots venían de dos derrotas que parecían definitivas: en 2008 perdieron ante los Giants en un duelo donde pudieron terminar como el segundo equipo en la historia en terminar una temporada perfecta y cuatro años más tarde el mismo equipo les repitió la dosis en forma muy similar.
Para el Super Bowl XLIX, parecían víctimas fáciles de los Seahawks, pero Malcolm Butler selló el error de Seattle y consiguieron su cuarta corona, además de que vinieron de atrás por 14 puntos en el último cuarto. Para el Super Bowl LI gestaron la proeza más complicada en la historia del juego, remontando 25 puntos en la segunda mitad, primero para llevar por primera vez el partido a tiempos extra y segundo por terminar con su quinta corona.
Con una derrota ante Filadelfia en medio, los Pats viajaron por tercer año consecutivo al duelo final, esta vez ante los Rams, ahora de Los Ángeles. En un final anticlimático, ganaron 13-3 y con ello, lograron igualar a Pittsburgh en lo que parece el fin del dominio.
Hoy Brady busca su séptimo anillo, mientras su ex-equipo lo mira por televisión.