Aunque parezca incongruente, existe un museo de arte callejero, y hay otro más que está en camino.
Por Alfredo Quintana Garay
En Latinoamérica, los barrios de las grandes ciudades (¡y de las pequeñas!) suelen contar con innumerables grafitis, muchos de ellos garabatos ininteligibles que poco tienen que ver con una propuesta política o estética.
El vandalismo con aerosoles ha sido muy criticado, especialmente si los “rayones” están sobre los muros de tu casa. Sin embargo, las propias bandas han evolucionado y muchas de ellas han logrado crear ciertas reglas, como no pintar escuelas o iglesias.
Ciudades como Tijuana y Guadalajara en México, o Río de Janeiro en Brasil, son ejemplos de la evolución del grafiti hacia el arte callejero o street art. Éste rara vez constituye un delito, es más bien la posibilidad de ocupar espacios públicos para manifestar una idea política, estética o poética (sí, las celebradas “acciones poéticas”).
Aunque el street art suele relacionarse con el grafiti, a diferencia de éste, el arte callejero ha evolucionado durante el siglo XXI a través de distintos medios gráficos y visuales. Además del uso de aerosoles, hoy en día se utilizan esténciles, stickers, instalaciones y hasta proyecciones de video para comunicar un mensaje.
Esos holandeses
En Ámsterdam, según nos cuenta Peter Ernst Coolen, de la agencia Street Art Today, esta ciudad “ha jugado un papel importante en el desarrollo internacional del movimiento grafitero.
Aquí comenzaron los grafitis punk en los años setenta que evolucionaron en los ochenta, inspirados por la cultura del grafiti en Nueva York”.
Street Art Today (streetart.today) es una agencia que celebra el arte callejero y urbano contemporáneo, por lo que actualmente construye un museo en Ámsterdam, una capital que cuenta con una historia muy importante de grafiti y street art.
Según Peter, en los noventa “era el epicentro del grafiti en el metro debido a que la compañía de transporte público no era capaz de limpiar los trenes por cuestiones ambientales.
Como resultado, diferentes grafiteros alrededor del mundo se unieron a los artistas locales en una fiebre de pintura en el subterráneo”.
Esta herencia de arte callejero hace de Ámsterdam el lugar perfecto para tener no uno sino dos museos.
El que gestiona Street Art Today, que ha trabajado para marcas como Mercedes-Benz, Yves Saint Laurent y el DJ Martin Garrix, es un edificio cercano al antiguo astillero de la ciudad.
Su objetivo será, dice Peter, “recolectar y mostrar esta bella forma de arte que es efímera por naturaleza, de manera que podamos preservarla para nosotros y para futuras generaciones con el fin de que disfruten y generen su visión sobre nuestro mundo en determinada época”.
Además, el exterior del edificio, así como el antiguo astillero circundante, son unos de los sitios más famosos de la ciudad holandesa.
Un punto importante de un recinto como éste es diferenciarse de la solemnidad propia de los museos donde el vigilante te acecha todo el tiempo.
“Los museos pueden resultar intimidantes con sus muros blancos y pisos relucientes, donde temes incluso suspirar o a veces es difícil de entender el arte que promueven. Nuestro museo será lo opuesto, por eso pienso que alcanzaremos una audiencia que por lo general no va a los museos tan fácilmente”, explica Peter.

Arte callejero y economía
Además del proyecto de Street Art Today, existe el Street Art Museum Amsterdam (SAMA). Su misión es crecer y documentar la colección de arte callejero del distrito de Nieuw-West, creado en 2010. De esta manera buscan utilizar el arte callejero como una herramienta para crear un diálogo con los vecinos de los barrios aledaños, así como con los visitantes nacionales e internacionales.
Se trata de un museo sui géneris en el que las calles fungen como una galería abierta y dispersa. De acuerdo con Anna Stolyarova, managing director del SAMA, tienen “una colección en las calles como parte de una ruta diseñada mediante un acuerdo con la municipalidad de Ámsterdam para seguir construyéndola hacia el centro de la ciudad en los próximos tres años. La preservación se realiza utilizando tecnologías VR (realidad virtual) y AR (realidad aumentada)”.
El SAMA cuenta con un manifiesto que podría adaptarse a otras ciudades en la era de la polémica gentrificación:
- Ser un ecomuseo donde el arte y las historias se unen.
- Otorgarle al steet art una función como herramienta para conectar gente dentro de la comunidad.
- Ser el primer museo de impacto abierto y de impacto compartido.
- Crear empleos para la juventud local como curadores de arte callejero.
- Combinar tecnología y arte para trabajar en un legado para el futuro.
- Poner un foco de atención en el barrio de Nieuw-West.
Para conocer más de la colección del SAMA (streetartmuseumamsterdam.com) y del arte urbano en esta zona de Ámsterdam, puedes optar por el tour grupal de 15 euros (de ocho a 15 personas todos los días a las 11 am) o el tour privado de 25 euros (hasta siete personas con horario a elegir), ambos con dos horas de duración.
El recorrido es guiado por un experto en street art que te lleva a los parques y zonas aledañas a los canales de Nieuw-West. En el tour conocerás las obras que son parte de la colección del museo y sabrás la historia detrás de cada una.
El street art trata de darle a las ciudades la categoría real de espacios públicos donde, independientemente de que seas o no un artista, puedes transmitir un mensaje. Como dice Peter Ernst Coolen, de la agencia Street Art Today: “El grafiti y el arte callejero siempre han estado motivados por la necesidad de autoexpresarse y el constante desarrollo y evolución a nuevas maneras, estilos y técnicas. Evolucionar siempre ha sido un elemento natural del arte urbano”. Y si hay subversión, mejor.
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