Estos son los títulos televisivos que han marcado un gran año.
Ya hemos nombrado las mejores películas de 2017, y ahora es el turno de coronar las mejores producciones televisivas de este año. Ha sido una tarea difícil, pero aquí está nuestra selección. ¿Coincides con nosotros?
10. Twin Peaks 2017
Tenía que ser la primera o la última de la lista, porque con Twin Peaks no hay medias tintas. Si entras en su juego, te fascina; si no te dejas hipnotizar, es un sinsentido demasiado largo. El maestro Lynch conjura a todos sus fantasmas en esta temporada que partió casi como una superstición, que se dejó a la mayoría de sus seguidores en el camino, pero que, de alguna manera profunda, turbia y quizá inservible, podría suponer un nuevo inicio de la ficción televisiva.
9. Stranger Things (segunda temporada)
Durante esta temporada, pudimos observar cómo el mundo del Revés afecta el poblado de Hawkins, Indiana, en especial al pobre de Will Byers. Y es que todos debemos aceptar que vimos la serie completa en un fin de semana (y que el capítulo 7 es todo un fiasco).
8. The Good Fight
¿El mejor spin-off? Probablemente sí. The Good Wife nos dejó huérfanos el año pasado, una serie tan audaz y con un toque tan claramente feminista que parecía imposible de superar… Hasta que llegó The Good Fight. Christine Baranski regresa a la abogacía más enfurecida que nunca en el papel de Diane Lockhart y, junto a sus dos ‘escuderas’, tiene el enorme acierto de dejar a un lado las tramas sentimentales para centrarse en los temas más conflictivos, además totalmente pegados la actualidad: de Donald Trump a los conflictos raciales pasando por las estafas financieras.
7. Mindhunter
Una producción de Netflix que, muy poco a poco, nos construye la fascinación enfermiza sobre los asesinos en serie que tantos momentos de gloria han dado al cine y la televisión. Con unos personajes que crecen por momentos exprime con elegancia milimétrica los elementos clave para ser un policíaco de manual.
6. Feud
Ok, no es la mejor serie del año en cuanto a innovación audiovisual o a desarrollo de las tramas, y de hecho se desinfla bastante a mitad de camino… Pero lo que hacen Susan Sarandon y Jessica Lange (interpretando a Bette Davis & Joan Crawford, respectivamente) es oro. Sarandon es el talento; Lange es el divismo. Y juntas montan un espectáculo profundamente gozoso que al final es un canto ahogado contra un tema que no puede estar más de actualidad: cómo se usa a las mujeres en Hollywood y cómo se desechan cuando no aceptan el rol asignado.
5. The Handmaid’s Tale
Según los Emmys y los Globos de Oro, The Handmaid’s Tale es la serie del año. Sin duda se merece esa condición por la fuerza de su mensaje y, sobre todo, porque llega en el momento más oportuno con todas las incertidumbres que genera la era Trump y estos cambios sociales tan extraños que todos percibimos y que pueden acabar de cualquier forma. Es una serie que por momentos cuesta digerir y puede resultar ligeramente repetitiva. Para el efecto global funciona, pero un maratón de capítulos no es precisamente una gozada absoluta. En cualquier caso, seguiremos la segunda temporada con mucho interés.
4. Juego de tronos (séptima temporada)
Seamos sinceros: hemos devorado cada capítulo como si no hubiera un mañana, hemos debatido hasta con el taxista sobre qué va a pasar con Daenerys y Jon… Y además no hay que olvidar que las dos batallas de los tres primeros capítulos fueron bestiales. Obvio merecía estar en esta lista.
3. Girls (temporada final)
Muchos espectadores tienen prejuicios hacia Girls porque en las primeras temporadas te daban ganas de estrangular a las protagonistas. Eran insoportables, egoístas, narcisistas, envidiosas… Pero el proceso de maduración tanto de los personajes como de las actrices, y de Lena Dunham como creadora, es lo más real, contradictorio, emocionante y original que ha pasado en la televisión en este siglo. Esta última temporada nos ha brindado capítulos que, por sí solos, están a la altura del mejor Woody Allen, con momentos de una profundidad emocional de los que se te enganchan en la tripa combinados con una ligereza, con una sensación de que nada está escrito, solo al alcance de unos pocos. Qué pena que se haya acabado.
2. Big Little Lies
No todos los días te encuentras con una serie protagonizada por dos oscarizadas actrices como Nicole Kidman y Reese Witherspoon. Si Big Little Lies está casi en cabeza es por la maestría con que consigue una especie de mutación en un ambiente a lo Desperate Housewives para derivar en una comedia negra, en un drama de interiores, y con un pasaje profundamente turbio en el que Nicole Kidman casi resucita al Kubrick de Eyes Wide Shut.
1. The Leftovers (temporada final)
Todo en esta serie ha sido extraño. En la primera temporada, el efecto Lost, con quien comparte creadores, jugó en su contra porque los espectadores teníamos la sensación de que nos iban a volver a montar un maravilloso tinglado para después resolverlo de la manera más absurda. En la segunda, todo cambió: el escenario, la intención, el mensaje… De repente, el artificio se había convertido en profundidad. Y en la tercera… Cómo explicarlo. The Leftovers se sube a la cuerda floja que separa la genialidad del ridículo y comienza a dar saltos mortales, uno detrás de otro. Y se cae, se estampa, y medio muerta se vuelve a levantar.