Conoce al director de cine más polémico e irreverente que está rompiendo los esquemas con su película “Pieles”.
Rubén Darío tituló uno de sus poemas como ‘Que el amor no admite de cuerdas reflexiones’ porque era tan cierto “como la vida misma”, decía. Pero, ¿qué es el amor? Y lo más importante: Si no admite de cuerdas reflexiones, ¿acaso comprende las diferencias físicas más superficiales? El actor y director Eduardo Casanova (Madrid, 1991) plantea respuestas a estas y otras cuestiones en la siguiente entrevista sobre ‘Pieles’ (2017), su ópera prima.
La mañana se divide entre el “buenos días” y las “buenas tardes” bajo un cielo que encapota la azotea del Hotel Iberostar de Las Letras, en la Gran Vía de Madrid, donde se desarrolla la siguiente entrevista y la respectiva sesión de fotos. Edu, conocido en España por encarnar a Fidel en la serie ‘Aída’, está mirando su celular. Debe salir de allí en un rato y, como Elvis Presley, abandonar el edificio. Aunque ‘Pieles’ (producida por Pookepsie Films) se estrenó el pasado junio, la proyección de la película en la sección Panorama del festival de Berlín y el éxito obtenido han hecho de su creador una figura solicitada que deja a su paso una estela de color rosa.
Pero nada de esto es nuevo para el buen Casanova, que ya había rodado los cortos ‘Ansiedad’ (2011), ‘Fumando espero’ (2012), ‘Amor de madre’ (2012), ‘La hora del baño’ (2014), ‘Fidel’ (2015), ‘Jamás me echarás de ti’ (2016) y ‘Eat my shit’ (2015), de donde parte ‘Pieles’ y sus historias sobre el físico y las múltiples malformaciones que se cruzan en un punto en común: el amor. Si existe o no, eso ya es cosa de cada persona.
Carlos H: Ahora mismo, ¿tus sueños son más grandes que tus desencantos?
Eduardo Casanova: Mis sueños siempre han sido los mismos: Dirigir cine. Y, la verdad, respecto a lo laboral, mis sueños se han visto cumplidos y he tenido pocos desencantos.
CH: ¿Y personalmente?
EC: Para evitar los desencantos personales hay que intentar esperar poco de las cosas y de las personas y reconciliarse con el cinismo -sin pasarse- para no convertirse en un escéptico y suicidarse, algo que es muy respetable.
CH: El suicidio aparece bastante en ‘Pieles’…
EC: El suicidio es un tema que me interesa bastante, por eso está en ‘Pieles’ y en otros trabajos que he hecho. Al igual que no tenemos la posibilidad de elegir que vamos a vivir -es una decisión que no tomamos nosotros, evidentemente, porque no nos han preguntado si queremos llegar al mundo y vivir, lo deciden nuestras madres y nuestros padres por nosotros-, creo que también es necesario tener la posibilidad de dejar de vivir, si queremos, porque es algo que nos corresponde solo a nosotros.
CH: Entiendo que estás a favor de la eutanasia.
EC: Absolutamente, estoy a favor de la eutanasia.
CH: ¿Por?
EC: Precisamente por ser los dueños de nuestra propia vida y porque todos tenemos claro que vivir no es nada fácil. Respeto mucho a las personas que deciden no quieren tener o no tienen las capacidades para estar en la apabullante y aburrida realidad que, muchas veces, ahoga. Tal vez puede parecer un pensamiento muy negro, pero en realidad no lo es; se trata de un pensamiento muy liberador porque, la muerte, muchas veces, también es liberadora (la exploradora).
CH: Algo que aparece en el corto ‘Amor de madre’, donde a Úrsula (Ana Polvorosa) se encuentra en una situación en la que su marido Alberto (Claudio Villarrubia) se marcha con su hijo Nicolás (Javier Fabré) en mitad de un apocalipsis zombie. ¿Qué no haría una madre por un hijo?
EC: La figura de la madre es lo que más me perturba y obsesiona, y es de lo que más hablo en todo lo que he rodado (y supongo que seguiré hablando de ello). Además de los temas que podamos hablar, como el suicidio o las malformaciones, en la vida todo acaba siempre derivando en lo que yo hago en la madre. En concreto, en ‘Amor de madre’, sucede exactamente lo que hablábamos antes: Una madre decidió traer a una persona a la vida sin su consentimiento. No quiere decir que tener hijos esté mal, pero desde luego trajo al mundo a una persona que luego le iba a llevar a la muerte. Pero ella decide ir al mundo de los muertos para estar muerta y con su hijo.
CH: También encuentro que, en ‘Pieles’, el personaje de Carmen Machi es el de una madre un tanto sobreprotectora. Algo que me recuerda al papel de María Barranco en el corto ‘Jamás me echarás de ti’, aunque con matices, como la máscara, detalle que se repite cuando el padre de Samantha en ‘Pieles’ le entrega una máscara de unicornio a su hija y le dice una frase que se escucha también en ‘Jamás me echarás de ti’: “La gente es muy mala”.
EC: Tiene que ver con ese sentido de sobreprotección de las madres hacia los hijos. Para mí, el amor que puede sentir una madre es extremo, durísimo. Un amor muy grande, sobrenatural. Y ese exceso de amor, muchas veces, puede ser muy dañino para un hijo. El querer proteger a tu hijo poniéndole una máscara para que no se le vea no es protegerle, sino todo lo contrario. El caso de ‘Jamás me echarás de ti’ es parecido, pero no es exactamente igual a lo que pretende el personaje de la madre: Una vez que muera, seguir estando en la vida de su hijo. Creo que hay una cosa de la que no podemos huir nunca, y es que nuestras madres están dentro de nosotros hasta la muerte.
CH: ¿Como Norman Bates (‘Psycho’) o Jason Voorhees (‘Friday the 13th’)?
EC: Desde luego que sí. No podemos huir de nuestras madres porque nosotros somos nuestras madres.
CH: Llevar máscaras es como ser otra persona. Y en tu caso, como actor, ¿actúas para ser quien eres o para ser quien no eres?
EC: Yo, cuando tengo que actuar, lo que hago es aprenderme un guión y decirlo. No hago nada más que eso. Y cuando dirijo, lo hago para ser quien soy.
CH: ¿Cómo de claro tenías esto cuando empezaste, a los 8 años?
EC: A los 8 años empecé a hacer castings y a los 12 empecé a rodar como actor.
CH: ¿Cuándo fuiste a estudiar a Cuba?
EC: En cuanto acabé la serie ‘Aída’, que es cuando tenía más tiempo. Después me fui a vivir a Cuba.
CH: ¿Siempre quisiste escribir?
EC: Escribir y dirigir, desde siempre. En concreto, más profesionalmente, a los 17 años, cuando rodé ‘Ansiedad’, mi primer corto. Pero, antes, siempre escribía y dirigía cosas con lo que tenía a mano.
CH: Pero primero has actuado y luego has dirigido…
EC: Siempre sentí que lo mío era escribir y dirigir. Lo intuía con bastante certeza, aunque realmente me di cuenta de ello la primera vez que dije “¡acción!”. Ahí sentí que me iba a enganchar a algo mucho más fuerte que una pareja o que cualquier cosa que podía imaginar.
CH: Leí un tweet tuyo del 20 de noviembre en el que decías que ningún medio se había atrevido a publicar tu corto ‘Lo siento, mi amor’, que trata sobre los Kennedy. ¿Por qué?
EC: No se atrevía ninguno y no querían. Supongo que porque era el aniversario de la muerte de John F. Kennedy y la primera dama salía mantenía sexo explícito con un extraterrestre. En concreto, es por esto. A mí me parece peligroso que se le pongan líneas rojas y límites al arte y a la incorrección política. Me parece que el arte debe ser políticamente incorrecto o, más que eso, debe ser libre de contar lo que quiera ser contado. Y necesitamos a la prensa para que se vean estas cosas.
CH: ¿El arte lo permite todo?
EC: El cine, para mí, sí lo permite todo.
CH: Pero digo el arte, en general.
EC: Bueno, el cine está en el arte, claro. Cuando escribo un guión, me permito escribir absolutamente todo lo que quiera hacer, lo que no me puedo permitir en la realidad. Sin embargo, cuando me siento delante de un folio en blanco o me pongo a rodar, sí hago exactamente todo lo que quiero y todo lo que me perturba y todo lo que me preocupa. Todo, sin límites. Y yo creo que hay que romper esa barrera del pudor a la hora de escribir.
CH: ¿Hacer cine es caro?
EC: Carísimo. Y esa es la gran desgracia del cine, que necesitamos muchísimo dinero para hacerlo. El cine es carísimo. No es como pintar un cuadro. Necesitamos dinero y mucha ayuda, más de la que tenemos.
CH: Si hacer cine es caro, ¿cuánto cuesta la libertad, sobre todo la creativa y de expresión?
EC: La libertad de expresión, a mí, la verdad, es que no me ha costado; me ha liberado. Yo creo que me sentiría mucho peor si no hubiese podido hacer ‘Pieles’ o hubiese tenido que hacer otra película con más límites y con más correcciones. Yo creo que lo que cuesta a nivel de salud y a nivel emocional es hacer cine, el que hagas. Es agotador y te vacía completamente. Y sobre todo hay una cosa que me llama mucho la atención, que es algo que me ha pasado con ‘Pieles’: La única forma de levantar una película es anular parte de tu vida durante un tiempo. Y eso sí que es un precio alto.
CH: ¿Cómo de alto?
EC: Es alto. Tienes que poner toda tu energía en convencer a mucha gente de que esa película se debe hacer, y en ese proceso tienes que renunciar a muchísimas cosas sociales. Es algo que llevo haciendo toda la vida. Cuando empecé a trabajar, también lo hice como actor. Y si eso lo hice a los 12, imagínate si hay cosas vitales a las que tuve que renunciar para centrarme en mi trabajo. Lo que pasa es que mi realización personal está en lo laboral y no me ha quedado otra cosa que hacerlo. Pero bueno, la verdad es que me gustaría aprender a poder llevar la vida real con la ficción de una forma más relajada. Supongo que en la segunda película lo conseguiré; en la primera no lo he conseguido.
CH: Bueno, pero de momento la has presentado en la Berlinale, que no es poco.
EC: Aunque el precio es alto, lo que te retribuye es increíble. Tener tu primera película en la Berlinale… Te sientes peor por haber estado tres años sin conocer a nadie, sin vida social o sin muchísimas cosas personales. Pero estrenar tu primera película en la Berlinale está por encima de muchísimas cosas para mí, que me dedico a esto y es mi pasión.
CH: ¿El público español fue, al principio, reticente con ‘Pieles’? Y de ser así, no conocerían los cortos.
EC: Yo creo que el público español es increíble. Y creo que el cine español es increíble. Y creo que el público español ha reaccionado muy bien a la película, tanto los que conocían mi trabajo como los que no. No tengo ninguna queja del espectador. Nunca la tendría. Es la verdad.
CH: Las redes sociales censuraron el cartel de la película.
EC: Sí, pero era una foto, no era la película. Hay otra cosa que me sorprende mucho de ‘Pieles’: Es una película que habla de minorías y de cosas muy pequeñas y, sin embargo, es una peli que ha llegado a masas y se ha estrenado en 190 países a la vez en Netflix (y pese a eso, se ha estrenado en cines). Además, está girando por todos los festivales. Creo que lo que ha pasado con ‘Pieles’ es una maravilla. Me costaría mucho quejarme de algo en cuanto a público o a industria, porque me he sentido muy apoyado.
CH: ¿Presentarás ‘Pieles’ en Latinoamérica? Pero me refiero en festivales, en plan Berlinale.
EC: Me encantaría. Ha ido a algún festival en México, en el Mórbido Fest. Además, en Latinoamérica, al unirnos el idioma y al conocerme en mi faceta como actor, ha funcionado súper bien la película. Confío mucho en el público latinoamericano.
CH: Has hablado antes de las minorías. En ‘Gummo’, de Harmony Korine, hay imágenes perturbadoras. La cosa es: ¿Por qué las seguimos mirando?
EC: Porque miramos con mucho más interés lo que no conocemos. Y creo que miramos con mucho más interés lo que no conocemos, porque la minoría y el horror habita dentro de nosotros. Y cuando miramos algo pequeño es porque realmente estamos viéndonos a nosotros mismos. No sé si ha sido muy pedante esta explicación o no me he explicado bien, pero cuando investigamos lo extraño no es por algo ajeno, sino por algo personal. Creo que es por lo que ‘Pieles’ ha llegado a tanta gente. Habla de personas con unos problemas muy concretos pero que en realidad son muy genéricos.
CH: Ojos que no ven, ¿corazón que no siente?
EC: ¡Ay! Detesto esa frase. Pero no porque me la digas tú, pero es una frase que me da pánico. De hecho, hay una obsesión muy grande en ‘Pieles’ por las personas que no pueden ver lo que tienen. Creo que el corazón, y sobre todo la mente de las personas un poco obsesivas, siempre van a sentir aunque no vean. Es mucho mejor ver -te hablo de una cosa más personal- para que lo que sientas sea coherente con lo que estás viendo. Si no, lo que sientes puede ser completamente desorbitado. Creo que es mucho mejor darte cuenta de que tu pareja te está siendo infiel a imaginártelo. En mi caso, porque la imaginación es mucho más dañina al generar más basura mental, cosa que puede ser más perjudicial. Prefiero enfrentarme a todo de golpe.
Crédito de foto: Patricia J. Garcinuño